Uno de los cuadros estrella de la colección europea del museo de Bellas Artes Franklin Rawson se encuentra envuelto en un manto de sospechas. Se trata del retrato de Carlos I realizado por el artista belga Anton Van Dyck. El desvelo por averiguar la autenticidad de la obra llegó a las autoridades del museo a tal punto que el jueves 27 de marzo llegará un curador del Museo Nacional del Bellas Artes, quien en su menú de tareas tiene un apartado especial: verificar si la pieza pertenece al genial artista internacional.

La obra de Van Dyck llegó al Franklin junto al cuadro atribuido a Rubens y otras piezas valiosas en 1998. Fue donada por un ex vicepresidente del Banco Central, Armando Lago. El hombre contó en una nota publicada en el diario La Nación que eligió el museo local porque su madre era sanjuanina. También expresó en aquella oportunidad que vio un informe del Fondo Monetario Internacional en el cual la Provincia estaba calificada como muy bien administrada, lo que terminó de inclinar la balanza para que la donación llegara finalmente a San Juan.

Norah Campbell, ex vicepresidenta de la Asociación Benefactora del Museo Provincial de Bellas Artes, fue quien acompañó a Lagos en la entrevista que le realizó el medio porteño.

Las sospechas sobre la autenticidad de la obra comenzaron con apreciaciones de expertos locales en la materia que vieron en detalle el retrato. La pieza se encuentra pintada sobre tela, no en un planchón de cobre cómo la de Rubens. Aparte los blancos que se pueden apreciar en la pintura no son los que usaban en esa época. El pelo de Carlos I tiene un aspecto más contemporáneo a los cabellos que pintaba Van Dyck.

Otro de los factores que sembró un interrogante es que la obra del artista belga es una de las más documentadas del mundo y la existencia de este retrato de Carlos I no se encuentra registrada en ningún lugar del mundo a pesar de que se sabe que Van Dyck pintó 12 veces al rey inglés.

Las dudas son tales que el cuadro de Van Dyck no se encuentra entre las piezas destacadas publicadas en el folleto del museo. Además al costado del cuadro, donde figuran los datos del autor, sale “obra atribuida a Anton Van Dyck”. La misma inscripción se encuentra al lado del Rubens, pero la diferencia es que esta obra si no es del pintor francés al menos sería de algún discípulo por sus características técnicas.

Fuentes del museo le confiaron a Tiempo de San Juan que las obras fueron donadas como si fueran de Van Dyck y Rubens pero ante la enorme cantidad de indicios que le ponen un manto de dudas a la autenticidad de las piezas se decidió poner en la descripción de cada obra “atribuida a”.

Esas sospechas sumadas a que ninguna de las obras de la colección europea donada, entre las cuales se encuentra el cuadro de Van Dyck, tiene papeles impulsaron al llamado del curador Ángel Navarro. El especialista llegará el 26 y se quedará varios días. Entre las tareas que tiene asignada el hombre se encuentra el análisis químico de las pinturas el cual permitirá conocer a ciencia cierta la antigüedad de la tela y de la pintura con la que se realizaron las distintas piezas. También se intentará averiguar la procedencia, dónde fueron compradas las piezas y rastrear si tienen algún papel que permita certificar su procedencia.

El trabajo de Navarro no será sencillo y demandará un estudio exhaustivo que se realizará en laboratorios químicos especializados, que no están en la Provincia. También implicará establecer vínculos con los familiares de los donantes (quienes viven en el exterior) para intentar rastrear la procedencia de estos cuadros: sólo con saber dónde fueron adquiridos es un paso importantísimo.

Si tras la realización de pruebas de laboratorio y el hallazgo de documentación que permita aseverar la autenticidad de la obra donada se define que el retrato efectivamente fue obra del maestro Van Dyck, se pondrá en valor la pintura que actualmente se encuentra en la sala donde está exhibida la colección europea y que no tiene ni siquiera un lugar especial en el folleto.