Fue integrante de “Los Aldá” y del reconocido conjunto de folklore “Los Quilla Huasi”; Jorge Gorraiz, visitó las instalaciones de FM Volver 95.3. Para saber sobre la trayectoria como “cantor”, como él se define, de una de los exponentes más importantes de la ciudad en lo que respecta a la música popular, Gorraiz fue entrevistado por Paola Killian en su programa “Asteroide”, y allí contó su recorrido musical.
J. G.: Nací por el año 1949, aquí he formado una familia hermosa.
D. I.: ¿Cuánto hace que estás con la música?
J. G.: Ya pasé los cincuenta años. Cuando estábamos en quinto grado de la Escuela Normal, con once años, formamos el primer conjunto con Enrique Zabala, Mario Medina, “Boli” Iseas y Raulito Unsworth. En la hora de música con la señorita Coni, ella nos daba permiso para que lleváramos las guitarras y mostráramos lo que hacíamos.
D. I.: ¿Cuándo debutaron?
J. G.: Lo hicimos en la escuela que estaba por el San José, sobre calle Bolívar. Y ya pasaron cincuenta y un años de aquello, y lo recuerdo como algo mucho más cercano, fue algo muy fuerte y lindo.
¿Recordás el nombre de ese grupo?
J. G.: Nos pusimos “Los cantores del viento”. Había quienes nos ayudaban, como “Manolo” Herrera, que fue quien me enseñó mi primer zamba, “Campanita”.
¿Cuánto tiempo duró esa experiencia?
J. G.: Eso duro un año más, hasta finalizar sexto grado. Luego al empezar el secundario, ahí empecé a cantar solo, en fin… el grupo se dispersó. Seguí más fuerte con la música, dejé la escuela, trabajaba y tocaba la guitarra.
¿Dónde te presentabas?
J. G.: En aquel tiempo había peñas, como la del Hotel Del Lago, el bar “Don Pepe”, de “Pepe” Bricio y de González.
¿Cómo te presentabas?
J. G.: Como Jorge Gorraiz, hasta que pasó algo muy lindo en mi vida. En el viejo Hotel Del Lago, en donde se hacían espectáculos, en donde se presentaba un artista muy conocido de aquel tiempo, que venía a pasear a Chascomús, como Roqui Pontoni… en fin, a él le gustó mucho lo que yo hacía, y empezó así un padrinazgo. Empecé a llamarme “Jorge Del Lago”, por el lugar. Se hizo una fiesta muy linda en Unión Deportiva, la noche del padrinazgo. Eso duró un tiempo largo, no fue más allá porque tendría que haberme ido del país, porque un hermano de él estaba en Francia, y mi padre me dejaba, pero mi mamá no quiso saber nada. Andá a saber qué habría sido de mi vida, si hubiera seguido ese camino.
¿En tu familia había músicos?
J. G.: No, mi madre cantaba en casa, en la cocina, y lo hacía muy hermoso. Lo hacía con cosas muy criollas, era de apellido Crubellier, prima hermana de Aldo Crubellier.
¿Qué otros grupos formarte en tu adolescencia?
J. G.: Recuerdo que íbamos un montón de muchachos a los que nos gustaba la música, a la peluquería de Roberto Lachaise. Entre ellos Eduardo Greco, “Cacho” Iseas, Calderón, Alberto Arístegui. Ahí nos presentan a Alberto y a mí, y nos dicen: “ustedes deberían hacer un grupo”. Así que empezamos a ensayar y debutamos en el Club Ever Ready de Dolores. Después Alberto se fue a Mar del Plata, con “Cacho” Iseas, donde fundan en un principio “Los Cóndores”, y después pasaron a llamarse “Los Aldá”. Estuvieron un tiempo, hasta que fui para allá. Así que cantábamos, yo lo hacía solo, y vivíamos del mangazo. Pasamos momentos difíciles y otros muy lindos.
Después empecé con “Los cantores de Chascomús”, donde fuimos ganadores del Primer Festival de Tango y Folklore de la Provincia de Buenos Aires, en San Andrés de Giles.
Luego refundamos “Los Aldá”, que estuvimos hasta el año 1988, donde con este nombre se cumplieron los 25 años. Después hice un paréntesis unos años, donde me reemplazó Eduardo Pertusi, un gran músico de nuestro medio.
Tras todo esto se fueron Eduardo y Ramón, y entró Miguel Arístegui, junto a Alberto y a mí, con esa formación grabamos el CD “Inolvidable” con “Los Aldá”. Hasta que en el año 1998, en el que me retiré de “Los Aldá”, y surgió la posibilidad para integrar “Los Quilla Huasi”.
Con “Los Quilla Huasi”, tuviste la posibilidad de trascender…
J. G.: Cuando dejé “Los Aldá”, ya tenía 49 años, pero pensé que ya estaba hecho, pero podía dejar de cantar, porque hasta hoy en día lo sigo haciendo. Surgió la chance de sumarme a Los Quilla; no nos costó nada integrarnos, porque era nuestra manera de cantar.
¿Cómo fue la reacción de tu familia?
J. G.: Mi familia me apoyó plenamente. Era otra época, donde los chicos ya estaban grandes, y donde Susana me apoyó mucho más que en la época de “Los Aldá”. Y le agradezco muchísimo ese apoyo.
¿Hasta qué año estuviste?
J. G.: Estuve hasta el 2003, durante cinco años y medio. Hubo algunas razones de salud que finalmente las pude superar, en el primer año que había ingresado. Después algunas cosas que no pensábamos igual. Al año de haberme retirado, me convocó Abel Visconti, para integrar el dúo “Los Visconti”, porque el hermano se había retirado, y estaba junto a Enrique Espinoza. Así que hicimos algunos ensayos, pero cuando llegó el momento dije que no.
¿Qué es la música?
J. G.: Siempre supimos que era un patrimonio para compartir.
¿Cómo era tu relación con las instituciones de la ciudad?
J. G.: Con mis compañeros siempre intentamos ayudar en lo posible, y qué mejor que brindando lo que Dios nos dio. Yo le debo mucho a mi gente, cuando empecé a cantar, y crecí; ¿quién me ayudó?: mi gente, quien me alentaba, me aplaudía, la gente de mi barrio que me iba a ver a alguna peña…
¿A tus hijos les gusta la música?
J. G.: Tengo la inmensa suerte y satisfacción que me ha dado la vida, que de los seis hijos que tengo, los cinco que tengo conmigo cantan, y andan guitarreando y cantando. Ellos son cantores, para ellos y sus amigos y para la comunidad. Lo llevan en el alma, así que imaginate que regalo nos ha dado a Susana y a mi la vida.
¿Tenés algún músico preferido?
J. G.: No, específicamente uno, no. Me gusta el abanico musical, pero de repente me gusta un cantor en una etapa de su vida, pero en otra lo veo diferente. En fin… me gusta la música en general, especialmente la popular.
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