La historia de Ariel, el niño extraviado

La historia de Ariel, el niño extraviado
Con 4 años, estuvo perdido durante 28 horas en Calamuchita y apareció a 14 kilómetros de su hogar. “Quería una bicicleta”, dijo.

Santa Rosa de Calamuchita. A la sombra de dos frondosos árboles, un pastor oficiaba una oración por el “milagro” de Ariel, el niño que fue encontrado ileso luego de caminar unos 14 kilómetros en pleno monte, junto a su perrito, desde Santa Rosa de Calamuchita hasta Atos Pampa. “Vine a conocerlos y a agradecer por lo que pasó”, apuntó, mientras se retiraba del lugar.

En una silla plástica, Basilio Flores (37) tenía a su hija Evelyn (1) en brazos. A un costado, Yesenia, de dos, jugaba con su hermanita. Al rato, tímidamente, con camisa a cuadros, pantalón deportivo y descalzo, apareció Ariel (4). Esos piecitos, caminaron horas y horas, por pleno monte.

La familia pasó el domingo en la casa de una hermana de Alicia (33), la mamá del menor, en un cortadero de ladrillos en el humilde barrio del Quinto Loteo, también en Santa Rosa de Calamuchita, iban a almorzar “picante de pollo”, una comida típica de Bolivia, de donde son oriundos.

Por una bici que ande….

Los Flores viven en una precaria vivienda, sin energía eléctrica, ni agua corriente y con techo de nailon. Trabajan en un cortadero de ladrillos que se encuentra pegado a la casa, en cercanías al basural a cielo abierto, en el barrio de Santa Rosa del Río.

Desde ese patio desapareció el viernes a eso de las 13.30 el pequeño, después del almuerzo. Su papá estima que quiso irse hasta lo de Félix, el dueño de otro cortadero, distante a un kilómetro, y que se desorientó.

Basilio dijo que cuando le preguntó a su hijo por qué motivo se había ido, cuenta que le respondió: “Porque no me has comprado una bicicleta y yo quería una”.

“Capaz que quería una bicicleta que ande, porque la que tiene está ahí nomás parada, y capaz quería decirle a Félix que le comprara una”, presumió su papá. Porque en realidad, Ariel prácticamente no ha contado nada de su experiencia.

El despintado rodado que está en el patio es regalo del sereno del basural, que la rescató de entre los desechos de la gente.

“Nunca hizo ese camino solo, siempre lo hizo conmigo”, aclaró. “Le gustaba ir porque una vez nos bañamos en el arroyito y siempre me pedía que lo llevara a bañarse”, comentó. “Metete en el balde, que tengo que trabajar”, recuerda que solía responderle.

Mientras se desarrollaba una intensa búsqueda protagonizada por unas 200 personas, entre policías, bomberos y vecinos que incluyó canes y el helicóptero de la Policía de la Provincia, el chico apareció a unos 14 kilómetros, camino a Atos Pampa. Una mujer avisó a la Policía que había encontrado a un niño jugando con su perro en su patio. Era Ariel con su cachorro. Se había perdido el viernes, a eso de las 13.30, y fue localizado el sábado pasadas las 17. Más de un día permaneció extraviado.

Cuando se extravió, vestía pantalones cortos y remera de mangas cortas, es por eso que sus piernas, su espalda y sus brazos exhiben los raspones y rayaduras de ramas y espinas. No obstante, se encuentra en buen estado de salud.

El niño todavía está conmocionado por la travesía que vivió y tuvo pesadillas. “No pudo dormir nada, se despertaba a la noche gritando el monte, el monte”, contó Basilio. Al hombre, de estatura pequeña, se le caen las lágrimas cuando relata que en plena madrugada de búsqueda, cuando gritaba el nombre de su hijo, creyó escuchar un “papi”, en medio de la noche, pero que luego no lo pudieron localizar. “Debe haber sido el diablo que contestaba”, lanzó. “Si le pasaba algo, yo me moría con él”, dijo, sobre su “único hijo hombre”.

“Llegué a pensar que alguien se lo había robado”, dijo Alicia, que se sumó a la charla, con el recuerdo aún vivo de tantas horas de angustia.

Todo el tiempo, estuvo acompañado por un cachorrito, de los tres perros que tienen, que ni siquiera tiene nombre. “Yo no sé como hizo, estuvo más de un día sin comer, además le tiene miedo a la noche y fue una noche fría”, lamenta Alicia lo que atravesó su hijo mayor, pero de apenas cuatro años.

Notó que tras su aparición, su comportamiento es triste y lloroso. “El no es así, es travieso y juguetón”. De todas maneras, la mujer siente que su hijo volvió a nacer ayer.

Se radicaron hace dos años en Santa Rosa de Calamuchita, procedentes de Santa Cruz, Bolivia, tras mejores condiciones de vida, pero dicen que no las están encontrando.

“En Bolivia todo es tranquilo, aquí todo sale muy caro, el trabajo que hacemos no cubre los gastos”. Tras esta traumática experiencia, aunque con final feliz, la familia analizará si seguirá peleando un futuro mejor en Argentina o regresará a su país de origen.

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