El gran desafío

El gran desafío
Por Carlos Altamirano

Desde el viernes, la selección Argentina buscará uno de los cuatro boletos para el mundial de España del próximo año con un obetivo nada fácil: continuar con su brillante identidad de juego con Luis Scola como único referente de la GD.

Quizá se haya dado en la tecla aun sin buscarlo: cuando Julio Lamas fue elegido como reemplazante de Sergio Hernández, siempre se supo que al cabo de los Juegos Olímpicos de Londres era muy probable que gran parte de los jugadores que le dieron continuidad plena a una esencia de juego inolvidable, empezando por el estilo y terminando en los inagotables resultados, podía dar un paso al costado. Y si bien ninguno de los ausentes en Caracas anunció su retiro de la selección, la realidad es que, por diferentes argumentos, no estarán. Salvo Luis Scola (acaso el mejor referente de la historia en lo que a selección se refiere) y Juan Gutiérrez (jugó el mundial de Turquía y los dos últimos JJOO), el resto del plantel promedia 22 años y escaso roce internacional.

¿Por qué, entonces, se dio en la tecla con Lamas? Sencillo: cuando el entrenador vivió su primera experiencia en el equipo argentino en 1997, se topó con una situación simlar a la actual. Tuvo que hacerse cargo del inicio de un recambio generacional, aunque, claro está, el legado de aquellos jugadores es incomparable con lo hecho por la Generación Dorada. Lamas, astuto, entre errores y muchas virtudes, generó confianza entre los más jóvenes y le regaló al período de Rubén Magnano a una base fuerte desde lo deportivo, e irrompible desde lo solidario. Poco tiempo después llegaría una catarata de gloria…

La historia se repetirá en Caracas. Sólo Campazzo y Mata tuvieron algo de experiencia (fueron parte del equipo en Londres), el resto acumuló minutos en torneos sudamericanos y selecciones juveniles. Se trata, en definitiva, del mayor desafío de los últimos años: lograr un objetivo clave en pleno proceso de adaptación, y a contrareloj, con jugadores que pese a su alto nivel en la LNB están en pleno período de desarrollo técnico.

Fuera de ese contexto, en gran parte de la preparación, el plan quedó claro: la idea de jugar fuerte en defensa y asociado en ataque de a ratos brilló. Y desde el arribo de Luis Scola, se potenció, incluso, por su nueva faceta de tirador letal de tres puntos (genio inagotable de recursos) para abrir la cancha en ataque fijo.

La gran preocupación está en la media cancha. Sólo Selem Safar lleva el rótulo de dos natural. Un Safar que en la primera convocatoria de Lamas ni siquiera estaba en la preselección… El antídoto parece ser concreto: ante la carencia de tiradores en el perímetro, se amplifica la cancha y salen los grandes (Mainoldi-Gutiérrez-Scola), y los resultados han sido tremendos. Igual, es un arma de doble filo: si no se meten tiros de larga distancia, el estado de sequía puede ser un verdadero dolor de cabeza.

LA SORPRESA

Cuando muchos especulaban con que el corte definitorio sería Matías Bortolín (hubiesen ido cuatro grandes y Espinosa como ala improvisado en caso de urgencia), Lamas prefirió dejar al grande y cortar a Diego García. Los motivos son muy simples: García no rindió y Juan Fernández se adaptó bárbaro al puesto del 2, siendo agresivo sin la necesidad de controlar al equipo desde la base. Y más importante aún, el DT priorizó darle un envión de confianza a Bortolín, apostando al futuro desde sus centímetros y edad. Perfecto.

EL TORNEO

El hecho de que más de 20 jugadores de la NBA o el básquet europeo no estén en sus diferentes equipos, ha nivelado la competencia al extremo. Quizá Puerto Rico sea el más beneficiado, pues sólo Peavy es baja. Igual, los boricuas no son más que el resto. Brasil, sin Barbosa ni sus cinco internos de nivel internacional, formó un roster muy equilibrado y con mucho hambre. Venezuela la tendrá complicada sin Greivis Vázquez ni Gregory Echenique, pero entre la localía y un plantel super motivado, es candidato. Canadá es una incógnita: con Stev Nash como jefe de equipo, muchos jugadores que antes se bajaban, esta vez se comprometieron, pero el estilo de juego no ha cambiado, y la dependencia de su juego anárquico quizá les juegue, nuevamente, una mala pasada. Por algo similar transita República Dominicana: su arma principal (Al Horford) no estará en el torneo, y si bien no le falta talento, el eterno estilo de juego caribeño suele armargar más de lo que alegra. Uruguay y México llevan buenos planteles; no son candidatos, pero se transformarán con el paso de los días en los equipos a quien nadie querrá enfrentar. Por último, tanto Paraguay como Jamaica serán las cenicientas en cada uno de los grupos. Salvo un milagro, suena utópico que puedan pelear por un boleto para el Mundial del próximo año.

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