Fundación Espiga: 400 jóvenes pasan cada año para dejar las adicciones

Fundación Espiga: 400 jóvenes pasan cada año para dejar las adicciones

La fundación “La Espiga” del Padre Javier, fue una idea del mencionado párroco quien falleció hace una década aproximadamente. Y llegó a Formosa por pedido de él mismo, ya que era muy apreciado en esta zona.

 Los representantes de la fundación, el señor Eugenio Cruz, Presidente de la Fundación y el Técnico Superior en Psicología, encargado de las terapias individuales y grupales, dialogaron con este medio para explicar el trabajo de contención que realizan con los jóvenes y adolescentes que tienen problemas con las adicciones. 

“Venimos a Formosa a pedido del Padre Javier que era muy querido acá, en la fundación se trabajaba en adicciones y ante el pedido de la gente de acá y el apoyo del gobierno pudimos llegar hasta Formosa”, expresó Eugenio Cruz, el Presidente de la Fundación, quien indicó que en el año 2001 la fundación llegó a nuestra provincia tras un intenso análisis de la situación y si era viable poder llegar.

“Soy tucumano y vivía en Buenos Aires. Hicimos un relevamiento de la provincia y tratamos de solucionar los problemas de los chicos con la droga y el alcohol”, prosiguió el presidente de “La Espiga” señalando que hay un fuerte problema de conducta asociado con la familia: “La familia es una parte trascendental para nosotros que somos católicos. Queremos ayudar a encontrar soluciones para que la familia comprenda que ese problema de adicción a las drogas y al alcohol es solucionable y más aún cuando el grupo familiar lo encara con mucho afecto”, sostuvo.

En tanto, el señor Edgar Vera, encargado de las terapias, tanto individuales como familiares, habló sobre la mecánica del tratamiento para un joven que se acerca a la Fundación: “Generalmente llega a nosotros la familia con la madre a la cabeza trayendo está problemática. Muchos chicos llegan a la Fundación, cerca de 400 aproximadamente pasan por año, tratando de dejar las addiciones; vienen con una angustia muy grande”, comentó.

Los indicadores

Según el profesional, hay muchos indicadores presentes en los chicos que pueden servirle a la familia como alertas ante una posible caída de los jóvenes en las adicciones.

“Hay muchos chicos que ya conocen nuestro trabajo. Los casos son diferentes pero tienen algunos problemas similares como ser los de conducta o personalidad. Hay que tener en cuenta las reacciones del chico como ser las salidas a altas horas de la noche, y otras que podrían marcar un posible consumo”, declaró.

Sostuvo que la forma de reaccionar o contestar también pueden ser indicativos de algún inconveniente en los adolescentes y que al llegar los jóvenes a la Fundación se hace un estudio de las características de los problemas y la reacción de las familias.

“Vemos que el tratamiento ambulatorio que hacíamos, si no hay un compromiso familiar. Vimos casos en que se deja al chico con el tratamiento peor no hay un acompañamiento del mismo”, declaró.

“Hay chicos con problemas de adicciones y con delitos cometidos, su adicción le pesa y mañana podríamos tener un delincuente en potencia. Hay niños de 12 años con problemas de adicción”, recalcó.

“Marihuana o pastillas mezclada con alcohol es lo que vemos mucho en Formosa. Otras drogas hay pero no son tan frecuentes. Gracias a Dios no hemos visto consumo de paco, eso no tiene solución”, admitió el presidente de la Fundación.

“Tengo entendido que casi no hay paco acá. Marihuana y pastillas es lo que más se ve. Me sorprende la cantidad de chicas que hay en esta situación, a las mujeres les cuesta más recuperarse. El hombre es más dócil, la mujer hace que con su inteligencia se complique todo más y tarde más en llegar a la consulta”, declaró.

“Hay chicas recuperadas pero les costó mucho convencerlas de que se queden. El concepto que el Padre Javier me dejó es el de ayudar. Un chico de 10 años debe estar con sus padres que son los que les marcan el límite”, expresó haciendo referencia a que los cuidados deben ser encarados por la familia en el mejor de los casos.

“Muchos abandonan el tratamiento diciendo que nadie les va a decir lo que deben hacer. Yo tuve problemas de gente mayor con alcoholismo de 50 y 60 años, uno terminó suicidándose incluso”, agregó.

“Hay familias que van al tratamiento y que el chico no viene al mismo. Padres que no asisten al grupo o que los chicos que vienen al tratamiento pero sin que lo hagan los padres. Viene mucha gente del interior, es impresionante la cantidad de marihuana que se consume y que llega en grandes cantidades”, admitió Eugenio Cruz.

“El tratamiento no tiene un límite de tiempo, depende de cada persona pero estimo que es necesario no menos de dos años. Después, debería seguir su recuperación asistiendo a los grupos y dando sus testimonios de vida para que otros jóvenes vean que es posible una recuperación”, declaró.

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