El funcionario que no recordaba qué pasó el 24 de marzo de 1976

El funcionario que no recordaba qué pasó el 24 de marzo de 1976
El flamante subsecretario de Asuntos Policiales del Chaco, Jorge Edmundo Caballero, fue testigo de la defensa de los represores condenados en la causa denominada "Caballero" donde se investigaron delitos de lesa humanidad cometidos en el Chaco antes y durante la última dictadura.
Caballero es un comisario retirado de la policía chaqueña que el 6 de enero de este año volvió a la actividad de la mano del gobernador en ejercicio, Juan Carlos Bacileff Ivanoff. A partir de esa fecha se convirtió en el nuevo subsecretario de Asuntos Policiales. Tras asumir, se mostró optimista. Prometió “trabajar mucho” para tener “resultados rápidos” en materia de Seguridad.

Tres años antes, el 5 de octubre de 2010, el mismo Caballero se acomodaba en su silla frente a los jueces del Tribunal Oral Federal de Resistencia. Era la 33º jornada del juicio oral en la denominada “causa Caballero” (en referencia al represor Humberto Lucio Caballero), en la cual se ventilaban los tormentos y torturas infligidas contra detenidos por razones políticas antes y durante la última dictadura en el Chaco.

El ahora flamante funcionario fue convocado como testigo por la defensa de los genocidas. Al comenzar su relato, recordó haber iniciado su carrera policial en 1975, para un año después pasar “6 o 7 meses”, destinado a las guardias de la Alcaidía de Resistencia. El resto del tiempo lo pasó en administración “en economato”, según precisó.

De acuerdo a la crónica que realizó en ese momento el periodista Marcos Salomón, Caballero no aparentaba los 55 años que declaró tener. Fue muy conveniente a la defensa, que se turnaba para preguntar: Juan Manuel Costilla (defensor oficial), José Oscar Gómez y Ricardo Osuna, principalmente, y también trató de mostrarse como alguien piadoso, presentándose como “católico carismático” y por haber ayudado a presos políticos.

No vio tortura en la Alcaidía: “Conozco la picana por comentarios”, dijo. Aseguró que los presos políticos se encontraban en “buen estado” de salud y físico.

Y se despegó de cualquier contacto con los reclusos: “Yo cuidaba el perímetro externo, no tenía contacto con los presos políticos”. Los suboficiales, que reportaban directamente al jefe de la Alcaidía -Núñez- eran los encargados de vigilar a los presos políticos.

Lo mejor vino cuando contó su trabajo administrativo, en particular como encargado de racionar la comida: “Había pescado de mar y los fines de semana asado. Yo mismo probé por primer vez la merluza”, aseguró Caballero.

Para mostrar su buen trato hacia los presos políticos, el testigo afirmó que facilitó el encuentro de Carlos Aguirre y Pilín Rodríguez con familiares, acto por lo que, según reveló, recibió una recriminación verbal y pasó a realizar trabajos administrativos.

Recordó sus días en la Alcaidía como pocos felices, sobre todo porque “no estaba preparado para esa tarea. Yo me entrené para ser policía”, justificó.

Para tratar de ubicar al testigo en qué meses de 1976 estuvo en la Alcaidía, el presidente del Tribunal Oral Federal, Víctor Antonio Alonso, le preguntó si recordaba qué sucedió el 24 de marzo de 1976: “No me acuerdo…Lo de Margarita Belén…”.

Si bien Caballero admitió que el régimen carcelario de los presos políticos era más estricto, declaró que “estaban en celdas individuales”, que en algunos calabozos de castigo “se guardaban cosas porque no se usaban”, que la comida y era buena y que “había un trato igualitario” entre la población carcelaria.

Sobre ese punto, Alonso lo indagó a fondo, con cara de pocos amigos, llevando al testigo a una zona peligrosa. Otro traspié de Caballero fue cuando el querellante Mario Bosch le preguntó sobre las condiciones carcelarias. Lo llevó a recordar someramente la cantidad de presos políticos en la Alcaidía: entre 50 y 60, con 18 celdas. “Sí, había un poco de hacinamiento”, terminó reconociendo.

Excomisario y experto en artes marciales

Además de ser Comisario General (Retirado), Caballero encabeza la escuela de jiujitsu Dojo Do, ubicada en el Barrio España de la ciudad de Resistencia. Allí se lo conoce como Soke Jorge Edmundo Caballero. Según Wikipedia, Soke es la palabra que designa al título de los herederos o cabezas de estilo de las escuelas de artes marciales japonesas clásicas antiguas. Aclara que el título es a veces administrativo y no siempre tiene que ver con el nivel técnico y marcial del receptor. Su responsabilidad es la permanencia y correcta transmisión de las enseñanzas marciales de las escuelas correspondientes, y es la única persona que puede autorizar la expedición del Menkyo kaiden, o licencia de máxima instrucción. En la escuela Dojo Do, el propio Caballero brindó cursos y seminarios sobre “Tonfa Policial” -bastón policial- y “Custodia VIP”.

“Somos una institución sin fines de lucro, ninguno de los profesores vive de su colaboración mensual, ésta sólo es para mantenimiento. El Dojo tiene como fin crear mejores personas, inculcando en los alumnos aquellos valores que se están perdiendo, a causa de la evolución de la sociedad. Las calles cada vez se vuelven más peligrosas, el arte que enseñamos, Jujitsu-Do, lo ayudará a saber como actuar ante una situación de peligro inminente, le otorgará reflejos, sentidos agudizados, actitud, carácter, atención, etc. Lo cual también lo ayudará en el colegio, universidad, trabajo u otras actividades que realice”, escribe el Soke Jorge Edmundo Caballero en la página web de presentación de Dojo Do.

“Siempre recordamos que mi enemigo soy yo mismo, mis malos pensamientos, y malas actitudes y no mi prójimo, por ello el Dojo Do Argentina no realiza competiciones. El jujitsu cuida que su práctica sea beneficiosa en tres aspectos, shin (el espíritu) gi (la técnica) tai (el cuerpo)”, agrega.

“Al ser éste un arte marcial que conserva sus raíces tradicionales, no se practica como un deporte de competición sino que pone su acento en la elevación del espíritu para descubrir la verdadera fuerza que motoriza al ser humano”, aclara.

“Es el Jujitsu, por lo tanto un arte abierto a todo el mundo, una disciplina para gente corriente y con diferentes capacidades que desea disfrutar con una actividad física enriquecedora en un ambiente sano y amistoso, para personas que quieren ser mas competentes que competitivas, y que buscan llevar una vida equilibrada y saludable”, concluye el post que lleva la firma del propio Caballero.

“No agrandes los problemas”

En otro de los posts de su sitio web, Caballero deja sus “enseñanzas” por escrito: “No agrandes los problemas. Cuando nuestro falso Yo lucha contra algo que le desagrada, que no le conviene y que no acepta, está creando una resistencia que da vida a ese problema y que permanecerá ante nosotros como una montaña insalvable hasta que lo hayamos resuelto o lo hayamos aceptado como algo que no puede ni debe afectar nuestra paz interior, porque el Yo verdadero ha decidido que sea así”.

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