Al fletero le llamó la atención el peso del mueble

Al fletero le llamó la atención el peso del mueble
El hombre que trasladó el exhibidor de tortas con Luis Aboy en su interior dijo que "era bastante pesado y lo cargaron entre tres".

“El mueble era bastante pesado, lo cargamos entre tres personas”. Fue lo que recordó al declarar como testigo el fletero que, sin imaginarlo, trasladó el exhibidor de tortas que puso en jaque a la Unidad 11.

El pasado18 de septiembre, el día de la escandalosa evasión que ingenió Luis Aboy al ocultarse en el mueble para salir de la cárcel, sin ejercer violencia, el fletero contratado para su traslado recibió un llamado telefónico en su casa de un hombre que le consultó si estaba disponible para hacer un viaje.

Luego escuchó otra voz masculina que tomó la posta en el llamado telefónico y le dijo: “Hay que llevar un mueble de la (unidad) once a Villa Ceferino”.

Como el fletero estaba disponible, coordinó el horario para buscar el mueble, y luego cortó la conversación. Cerca de las 15 llegó a la cárcel a bordo de la camioneta Peugeot 504 color roja que utiliza para trabajar.

Estacionó en la playa, encaró la guardia y habló con una mujer, a quien le manifestó que lo habían llamado para buscar un mueble.

La mujer se dirigió hacia el interior de la guardia y luego salió de ahí un guardiacárcel. Se presentó como jefe de carpinterías y le dijo al fletero que espere en el playón externo. Minutos después ingresó al patio. Un efectivo fue por él y le abrió el portón para entrar la camioneta.

Adentro, observó que sacaron del fondo del edificio un mueble de madera, que era empujado por el jefe del taller y un guardiacárcel. Cuando llegaron a la caja de la Peugeot, de acuerdo a fuentes con acceso a la causa, el hombre declaró que ayudó a los dos efectivos a cargarlo.

El testigo precisó que tenía un metro de alto por 1,40 de ancho y tres cajones en el frente, que estaban cerrados. No recordó si tenían manija. “Lo que sí recuerdo es que era bastante pesado”, afirmó al declarar.

No escuchó ruidos extraños ni en la cárcel ni cuando circulaba en la camioneta con el mueble en la caja. En un momento tuvo la curiosidad de ver cómo estaba hecho el mueble. Por eso abrió dos cajones y luego los cerró.

Según sus dichos, antes de retirarse, uno de los efectivos le dio un papel escrito que decía que el mueble iba a un domicilio del barrio Villa Ceferino.

Luego pudo salir por el portón principal. Afuera lo sujetó con sogas para asegurar que no se caiga; y emprendió el viaje con destino al barrio Villa Ceferino.

Salió con un destino y se fue a otro

Fuentes ligadas a la investigación dijeron que con ese rumbo partió de la cárcel, pero en el trayecto una camioneta alcanzó a la Peugeot y su conductor le dijo al fletero que no sólo le iba a pagar el flete, sino que en lugar de ir a Villa Ceferino se dirigiera al barrio Almafuerte.

Quedaron en encontrarse en un zanjón, y luego el hombre del flete siguió al otro conductor hasta el domicilio donde juntos descargaron el mueble. Lo dejaron en el patio trasero y, culminado su trabajo, se retiró.

Hoy, el fletero sirve a la causa como testigo, mientras su herramienta de trabajo, la camioneta Peugeot, permanece secuestrada por la Policía.

Hace muchos años que se dedica a ese trabajo y, pese a los años que lleva de calle y oficio, sin imaginarlo trasladó el mueble de la polémica fuga que raya la ficción.

Mientras tanto Aboy, el hombre condenado por el crimen de las hermanas Buamscha, sigue sin aparecer, y los altos mandos de la Policía prefieren el silencio.

Una de las líneas de investigación tiene en cuenta la posibilidad de que el prófugo haya persuadido a policías penitenciarios respecto de su inocencia, con quienes compartía una profunda afinidad religiosa.

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