La expextativa del partido final de la Copa Libertadores de América hizo que en numerosos hogares de todo el País, como en Tucumán, amigos y familiares se juntaran para seguirlo por la señal de TV y confundirse en un interminable festejo a la hora de finalizar el encuentro donde River se coronó campeón de la Copa Libertadores.
Desde horas temprano, en numerosas casas de hinchas de River se prepararon para compartir, entre amigos o en familia, la final de la Copa Libertadores de América.
A medida que se desarrollaba el partido, el humo, no de las bengalas, sino de los asados, comenzaron a invadir el ambiente de la ciudad.
La locura devino, no con los goles de Alario, Sánchez o de Funes Moris, sino con el silbato final del árbito uruguayo.
Fuegos de artificios, abrazos inconfundibles, dejaron atrás muchos años de esperar lograr esta conquista.
Los festejos se extendieron hasta altas horas de la madrugada.
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