La fiesta de la fantasía y la creatividad

La fiesta de la fantasía y la creatividad
De qué me disfrazo es la primera pregunta. Unos se la formularon hace más de un año, otros lo venían pensando desde hace unos meses y otros cuantos, lo dejaron para último momento y lo resolvieron con un maquillaje, una careta o peluca y un par de accesorios acordes que cosieron o recortaron horas antes de marchar para esta 15ª edición de la Fiesta de Disfraces.
Con espíritu lúdico y ánimo de jugar a ser otro por una noche, la Fiesta logró convocar una vez más, a miles y miles de personas llegadas desde alejados puntos del país como San Juan, Ushuaia, Mendoza, Rafaela o Buenos Aires, todas dispuestas a divertirse, bailar y llamar la atención con sus atractivos atuendos.

No faltaron las mujeres convertidas en monjas, jóvenes y adultos que se animaron y calzaron sus trajes de cowboys, dráculas, piratas, beduinos, fantasmas, curas, payasos, gauchos, hadas, terroristas y arlequines, superhéroes como la Mujer Maravilla, Batman, Superman, Linterna Verde, Acertijo, Guasón, la Hiedra Venenosa, entre otros.

Los animales fueron otra fuente de inspiración. Así se vieron chicas vestidas con trajes de oveja, unos jóvenes disfrazados de gaucho montando su avestruz que llamaba la atención por los mecanismos y movimientos que le imprimía a su bicho y distintas versiones de Anonymous, los minions –esos amarillos personajes de Mi villano favorito-, el mago Gandalf de El señor de los anillos, Minnie, Papá Noel y personajes de Los 101 dálmatas o La guerra de las galaxias, entre otros.

Hubo disfraces de lo más originales, más osados, más coloridos, más técnicos –con dispositivos lumínicos, por ejemplo- y también hubo más de uno que se observaba muy incómodo ya que por su tamaño o forma, complicaba el desplazamiento de quien lo portaba, como admitió quien personificó a Alex, el león de la película Madagascar.

Figuras de mayor actualidad, más o menos polémicas, también participaron de la fiesta, como el Papa Francisco o el periodista Jorge Lanata.

Incentivados por los premios que se otorgan al mejor disfraz, se vieron desfilar muchos asistentes con trajes muy producidos confeccionados con telas brillantes, papeles de colores o goma eva, y representando objetos de lo más extraños como el que llegó portando apenas una malla de baño y una estructura de ducha y cortina con el que se cubría o descubría y con el que muchos se fotografiaron para registrar semejante momento.

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