“Estuve en coma 15 días, perdí los sentidos y la memoria, quiero que ese patovica no trabaje más”

“Estuve en coma 15 días, perdí los sentidos y la memoria, quiero que ese patovica no trabaje más”

Habló Julián Espina. En 2012 fue víctima de una brutal agresión a la salida de Molino Rojo. Un patovica le propinó un severo golpe de puño que hizo que su cabeza diera de lleno contra el asfalto. El agresor pidió abonar $10 mil para no ir a juicio. Se denegó la probation. Agradeció a la jueza y al fiscal.

 

Pasaron 2 años y 7 meses de la fatídica madrugada del 7 de octubre de 2012. Julián Espina tuvo que volver a empezar. Fue brutalmente golpeado por un patovica experto en artes marciales a la salida de un boliche en Trelew. Estuvo 15 días en coma. Superó un mes de internación. Perdió el olfato, el gusto y el 95% de audición de un oído. Salió con parálisis facial y perdió también memoria, situación que lo afecta en la actualidad. “Quiero justicia, que no trabaje más. Le cambié la vida a toda mi familia, estuve a horas de morirme”.

El testimonio de Julián es desgarrador. Usa términos claros y concisos para describir lo que en desgracia le toca vivir. Todo el tiempo agradece poder estar contándolo porque su vida corrió serio riesgo. Concedió una entrevista a Jornada en su casa. Habló sobre el rechazo al pedido de “probation” que presentó su agresor en la última audiencia: ofreció $10 mil en 10 cuotas para evitar el juicio oral. Valoró el trabajo del fiscal Osvaldo Heiber y agradeció el raciocinio de la jueza Ivana González que no le dio lugar a la solicitud. Él quiere que el patovica no trabaje más para que jamás otra persona deba atravesar su misma pesadilla. El delito se inscribe entre los 3 y 10 años de prisión. Se piden 5.

El recuerdo sobre lo que sucedió aquel día, es vago para él. Pero sí tiene presente en su mente, las circunstancias. “Nos juntamos en la casa de mis suegros, con mis cuñados, mi señora y mis hijos. Fue el 6 de octubre, sábado a la noche. El 4 de octubre es mi cumpleaños. Festejamos los dos. Hacía 5 años que no salía de noche solo. Dejé a mi familia en la casa y fui con mi cuñado y un primo de mi cuñado a El Molino Rojo”, relató.

Julián sabe a ciencia cierta que su cuñado se va y que se queda solo con su primo. “Voy a la barra, pido una cerveza, vuelvo y me choco con una persona. Me doy vuelta para pedirle disculpas y listo, no me acuerdo más nada. En adelante no me acuerdo nada más”.

El video

El golpe de puño certero hacia su humanidad (filmado por las cámaras de seguridad y reproducido por Canal 3) hizo que su cabeza diera de lleno contra el escalón de la vereda. La imagen, produce escalofríos. Como consecuencia del impacto, Espina quedó en forma inmediata en estado inconsciente. Fue trasladado al Hospital y permaneció15 días en coma. Se recuperó lentamente y luego de un mes, obtuvo el alta.

“Jamás lo había visto”

“Jamás lo había visto. No sé quién es el que me pegó” expresa al referirse al agresor. Confirma que nunca antes lo había visto. “Adentro empezó esto. No sé qué pasó. Me pegaron varios según me dijeron. Me pegó adentro. Me sacan, y yo quiero entrar a buscar una campera. Este muchacho me dio el golpe”, indica buscándole una respuesta al gran interrogante que danza en su mente.

Artes marciales

Confirmó Espina que el patovica tiene instrucción de artes marciales. “Esa es mi mayor bronca. Sabe lo que hace: practica artes marciales y boxeo. Yo trabajé en seguridad de boliches y sé que a las personas no hay que tocarlas, solo retirarlas”.

Lo que agrava la actitud del agresor, según interpreta Julian, es que esa noche, al ingerir alcohol durante el festejo y en el local nocturno, no tenía los mismos reflejos que en otro momento del día. “Fue innecesario que me pegue así”, advirtió.

$10 mil en 10 cuotas

Se refirió al pedido de “probation” presentado por el patovica. Le ofreció $10 mil en 10 cuotas. “Ya lo habíamos hablado con el fiscal. No íbamos a aceptar nada. Yo quiero que se haga justicia. Que no pueda trabajar más, que se dedique a otra cosa”, sostuvo.

Agregó que la agresión que el patovica le propinara a él esa noche, no habría sido la única. “Me dijeron que lo hacía con frecuencia. Esa misma noche, le había pegado a otro muchacho según me dieron. Quiero que no trabaje más y hasta el día de hoy lo sigue haciendo”.

Las consecuencias

“No tengo olfato, no tengo gusto, perdí el 95% de audición del oído, salí con parálisis facial del lado izquierdo. Estuve 6 meses en kinesiología. Recuperé bastante pero no tengo movilidad. Sonrío mal, el ojo izquierdo está más cerrado y no tengo sensibilidad”, describió Julián intentando graficar la forma en que todos los días, tiene que encarar la vida.

Si bien las deficiencias físicas lo afectan, su mayor pesar es la relación que debió reconstruir con su familia. “Cambié un montón. Perdí mucha memoria. Hasta el día de hoy no la tengo. Para acordarme lo que tengo que hacer tengo que dejarlo anotado en un papel al lado de la billetera. Veo algo extraño y recuerdo leyendo”, remarcó.

La familia

Julián tiene tres hijos. Dos chicas adolescentes de 15 y 13 años y un niño de 9. “De las más grandes, no recuerdo cómo las crié. Desde que pasó esto a hoy, aprendo con mi hijo más chico. Mi señora tuvo que aguantar mil y unas cosas más. Por ejemplo, me quería escapar de mi casa cuando salí del hospital. En lo familiar, fueron las peores consecuencias”, describió.

Agregó que su vida cotidiana ya no es la misma. “Veo gente en la calle que me saluda no me acuerdo quien es. No me animo, me da vergüenza decir no te conozco. Se ve que me conocen de hace años. Pero todos los días, pongo lo mejor de mí”.

“Baja la cabeza”

En las audiencias, Julián tiene a metros a su agresor. Son momentos difíciles, indeseables. “Me da bronca, nunca me miró a los ojos. Somos todos humanos, a veces tomamos decisiones incorrectas. Al menos, acercarte y decir: me desubiqué, vos me hiciste tal cosa y por eso yo reaccioné así, pero nunca nada. Ni un llamado telefónico. Baja la cabeza mira para el frente y listo. Hubiese sido bueno que reconozca que se equivocó y que diga por qué hizo lo que hizo.En la última audiencia, la jueza fue coherente y aceptó que no era real lo que pedía”.

Hizo hincapié en los $10 mil que ofreció el patovica. “Esto, va más allá de la plata. Mi reclamo es que no trabaje más. Que nadie pase lo que pasé yo. Estuve a horas de morirme. A mi familia le dijeron que me quedaba un día de vida. Las consecuencias familiares. Le cambié la vida a toda mi familia. A mi mujer, mis hijos, mis cuñados, mis hermanos, mi suegra, mi mamá. A mis amigos también, a mucha gente lamentablemente”, reveló.

El dolor de Julián no puede ser resarcido. Así lo transmite. Así lo expresa. Valora lo que tiene y se supera personalmente cada día. Pero no pierde el propósito de luchar para que se haga justicia. “No quiero nada económicamente. Gracias a Dios trabajo. Tengo el apoyo de mis compañeros del gremio Camioneros que siempre están. Se interiorizan de las audiencias. Conseguí trabajo y tengo como mantener a mi familia”.

“Golpe sorpresivo”

Para el fiscal Osvaldo Heiber, “el golpe fue sorpresivo, aplicado por alguien que tiene destreza y técnica. Tenía pleno conocimiento de la capacidad letal del golpe que le propinó en el rostro a Espina, que no se podía mantener en pie. Además de aplicar la ley, hay que ser razonables y en este caso tener en cuenta la violencia desplegada por el imputado”, indicó.

Razonabilidad

Escuchadas a las partes, la jueza de garantías Ivana González resolvió. Salió al cruce de lo manifestado por el defensor Lisandro Benitez al indicar que la “probation” no es una pena, porque si el imputado tiene que cumplir reglas de conducta adecuadas, no es ni más ni menos que lo que tiene que cumplir cualquier ciudadano para una sana convivencia en sociedad. Además para que se aplique esta posibilidad, el fiscal tiene que estar de acuerdo. Porque es el titular de toda la investigación, también analiza el delito y además evalúa la pena. En este caso el fiscal razonablemente se ha opuesto a la pretensión de la defensa y también razonablemente anticipó un pedido de pena de cinco años de prisión. Por eso rechazo la pretensión de la defensa de prescindir de debate en juicio oral y público”.#

“Se defendió”

El abogado defensor del patovica, Lisandro Benitez dijo en la audiencia que su cliente, quiso defenderse. También destacó que no tiene antecedente penales y agregó que para cualquiera de las calificaciones que se adopte –lesiones graves o lesiones gravísimas- el mínimo legal de condena no supera los tres años de prisión. 

“Deberá cumplir con reglas que se le impondrán además de pautas de buena conducta. La “probation” es una pena en sí misma, además del resarcimiento económico que mi defendido está ofreciendo. Si se produce un juicio de debate, mi defendido además quedará estigmatizado ante la sociedad”, indicó.

Posterior a lo expresado, la jueza ordenó desestimar el ofrecimiento.

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