Este verano, la Costa Atlántica impuso sus “otros” balnearios

Este verano, la Costa Atlántica impuso sus “otros” balnearios
Algunos de ellos son Mar de Cobo, Costa del Este y Reta, más al Sur. Garantizan amplio espacio en la arena, mayor seguridad y contacto con la naturaleza. De a poco, están dejando de ser secretos.
La costa atlántica bonaerense tiene 1.200 kilómetros de largo, pero hasta no hace mucho las opciones para vacacionar eran acotadas. La principal oferta de servicios se concentraba en Mar del Plata, Villa Gesell, Pinamar y, más al sur, Necochea. Pero cada vez más, estos destinos compiten con otras playas más chicas, que se destacan por su tranquilidad y por una cada vez más creciente oferta de servicios. Desde Costa del Este y Nueva Atlantis, sobre la ruta 11, pasando por Mar de Cobo, un destino que ofrece todo lo que Mar del Plata no tiene, y las playas inmensas del sur de la provincia de Buenos Aires, como Reta y La Chiquita.

“Las buscan personas grandes o familias con hijos chicos, que no quieren estar luchando por un metro cuadrado de arena. Tienen buenos restaurantes y la publicidad se da boca a boca”, dice Ignacio Crotto, secretario de Turismo de la provincia de Buenos Aires.

Aunque ya no es un secreto, Mar de Cobo sigue siendo un pueblito tranquilo de playa. Está a 28 kilómetros de Mar del Plata y sólo tiene un balneario privado, “Lo de Teresa”, que ofrece ocho carpas construidas con troncos. Las sombrillas no se mezclan: se clavan cada una a diez metros de la otra, porque siempre sobra lugar. De a ratos, sólo se escucha el mar.

Pegado a Mar de Cobo está La Caleta, otro poblado minúsculo con playas semivacías. “Como tampoco hay una avenida, los chicos pueden jugar sin que los tengas que estar mirando”, dice Jimena, que llegó con su marido desde Haedo. La localidad de 300 hectáreas mezcla un bosque de álamos, pinos y cipreses en su traza urbana con la playa. No hay más de 8 restoranes. Y este año inauguró el único bar de playa, Chiringo. “No vendemos nada con alcohol para mantener la onda del lugar”, cuenta Gonzalo Ferreras, el surfer que lo armó.

Cerca de Pinamar, los que buscan playas sin ruido se inclinan por los barrios privados. Costa Esmeralda y Villa Robles son los que ya están perimetrados y tienen casas cerca del mar. Montecarlo es otro loteo que tiene futuro promisorio, promocionado como el próximo Cariló. Y pasando Villa Gesell, el loteo “El Salvaje” ofrece terrenos de mayor superficie, para imitar la movida de las chacras marítimas de Punta del Este.

Un poco a la sombra de Claromecó, pero con argumentos naturales de alto valor ambiental, Balneario Reta, a casi 600 kilómetros de la Capital, sigue convocando a cientos de turistas, verano tras verano. Su principal atractivo son los 30 kilómetros de amplias playas al amparo de los médanos y los tamariscos. En algunos sitios, la distancia a la orilla del mar suele llegar a los 400 metros. Los fines de semana de enero tuvo ocupación plena y hasta hubo visitantes que se quedaron sin lugar para alojarse. También hay muchos surfistas que aseguran encontrar allí las mejores olas de toda la costa bonaerense.

Año tras año, La Chiquita, en Villarino, crece, pero conserva el equilibrio entre naturaleza y civilización. Son 24 kilómetros de playa virgen, protegidos por médanos. A no confundirse: ir hacia el sur bonaerense no significa que el agua será más fría. La corriente marítima que llega desde Brasil garantiza un promedio de 20 grados en el agua. Según los guardavidas, cada verano vez viene más gente. Todavía no tanta como para desplazar a los turistas que conocen el secreto mejor guardado, pero sí como para asegurarle a La Chiquita un lugar en el podio de los destinos más elegidos al sur de la provincia de Buenos Aires.

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