Escuelas rurales, en situación límite

La baja rentabilidad del campo, la falta de transporte escolar para hijos de peones y la inseguridad hacen agonizar el servicio, según el titular de la Asociación de Ganaderos y Agricultores. * "Nuestra región es ganadera, por lo tanto deberíamos tener muchos empleados con hijos en los campos y muchas instituciones repletas de chicos", sostuvo.
Las escuelas rurales del distrito de Bahía Blanca se encuentran "agonizando" y, en un futuro próximo, terminarán "muriendo".

Así lo advirtió el presidente de la Asociación de Ganaderos y Agricultores de Bahía Blanca, Luis Alvarez, quien mencionó como principal problemática la escasa rentabilidad del campo, más allá de que "el sistema educativo no colabora", para ejemplificar con los permanentes conflictos con los transportistas escolares.

"En poco tiempo más, las escuelas situadas en los campos que aún quedan abiertas en el partido terminarán cerrando sus puertas. Esto es algo que puede anticiparse porque, a la cada vez menor cantidad de peones existentes, se le suma la inseguridad y la no continuidad de clases de los hijos de los empleados debido a que las combis no pasan", afirmó.

"¿Qué familia desea permanecer en el campo cuando la ganancia resulta insignificante, se sufre inseguridad y, encima, nadie se hace cargo de trasladar a los chicos a las escuelas?", cuestionó.

De a poco, dijo, los establecimientos educativos van quedando desiertos y las casas se convierten en taperas.

"Las maestras, muchas de las cuales deben viajar varios kilómetros para enseñar, se encuentran con no más de tres o cuatro alumnos en las aulas. Esta situación se da porque el sistema no ayuda", se quejó.

Y agregó: "Nuestra región es meramente ganadera. Si se explotara más la agricultura podríamos decir que la maquinaria desplaza al productor, pero en nuestra zona debería haber muchos peones con hijos y familias porque la tarea lo requiere".

Sin embargo, reflexionó que la ganadería resulta una actividad muy poco rentable y sostuvo que la responsabilidad es exclusivamente del gobierno, que no deja exportar, más allá de que los precios están congelados desde hace años.

"Ahí está la razón de este panorama, triste y real. Los campos quedan vacíos y también las escuelas", subrayó.

Alvarez hizo hincapié en un reciente informe difundido por el Centro Regional de Estudios Económicos de Bahía Blanca-Argentina (CREEBBA), que alude que, para que un establecimiento sea económicamente productivo, debe tener no menos de 1.500 hectáreas.

"Aquellos que tienen explotaciones de 300 o 400 van al muere, tal como sucede en nuestra zona. Sufren el arrastre de la sequía, sus productos no aumentan y ven cerrada la exportación, simplemente por capricho", expresó y ejemplificó: "En General Cerri hay una cámara frigorífica cerrada. Una vergüenza".

"Parece que los políticos no lo ven y hasta las autoridades municipales miran para el costado", amplió.

"Tomada de pelo". El dirigente rural recordó que poco tiempo atrás llegó a la ciudad una delegación del ministerio de Agricultura y Ganadería de la Nación para hablar sobre el desarraigo, en función del "avance de los terratenientes que impiden el desarrollo de productores chicos".

"Fue, más que una contradicción, una tomada de pelo; eso puede suceder en el norte, pero no en nuestra región, donde tenemos todo para que el campo sea la base del trabajo", reflexionó.

"Contamos con buenos caminos, comunicaciones, servicios y escuelas rurales impecables, bien mantenidas. Así y todo, no alcanza. El campo está muriendo", concluyó.

Aulas que quedaron desiertas

En los últimos años, varios establecimientos rurales del distrito de Bahía Blanca quedaron sin matrícula. Un caso fue la Escuela Nº 42 de La Vitícola y la 53 del Paraje Los Mirasoles. La 31 y la 43, en cercanías de Cabildo, corrieron la misma suerte. Mucho tiempo antes cerró la Nº 45, en Napostá. Ahora peligra la 49 (ver aparte).

Se despide una institución de Cabildo

El viejo molino, testigo silencioso de tantos recreos, parecía tener más vida que nunca esa típica mañana bahiense de puro viento.

En el kilómetro 38 del Camino La Carrindanga (Cabildo) donde se emplaza la Escuela Nº 49 "Batalla de Tucumán", el molino y la bandera celeste y blanca seguían siendo protagonistas: en realidad, durante más de medio siglo formaron parte de este paisaje.

Adentro, la maestra esperaba. Esperaba y rogaba que un milagro renovara el bullicio de días atrás, cuando todavía era docente de cinco alumnos.

Nacida y criada en el campo, ¿quién más que ella siente el dolor de ver cerrada una escuela que llegó a albergar a muchos chicos?

Además de ser la única docente, Graciela Orozco también es directora y, como tal, permanecerá aquí hasta nuevo aviso.

Una portera la acompaña. Limpia sobre limpio y mantiene brillantes las baldosas. Por las dudas, confesó.

"Estoy muy triste. Creo que peor me sentiré cuando tenga que embalar libros, láminas, registros...", señaló Graciela, quien desarrolló toda su carrera en escuelas rurales.

En 1984 se registró la mayor matrícula en la historia de la institución, con más de 20 estudiantes, que luego fue decreciendo al punto que, en 2011, asistían sólo dos alumnos.

"Días atrás, dos chicos debieron cambiarse a la Escuela Nº 51 porque en la reprogramación de recorridos el transporte escolar no pasa por acá. Los restantes tres son hermanos, hijos de un peón que se mudó a la ciudad", confió.

En una sala contigua al aula funcionaba hasta el mes pasado un jardín de infantes.

"Pero, claro, sólo venía un chiquito de 2 años. Sus papás decidieron llevarlo a otro establecimiento", relató.

Graciela es consciente de que la baja rentabilidad es el problema de fondo. "La prueba está en que gran parte de los campos aledaños están vacíos", graficó, para confiar que le preocupa lo que pueda suceder.

"Muchas escuelas cerradas terminan siendo desmanteladas; hasta se pueden ver animales dentro de los cercos. No quiero eso para un lugar donde volqué muchos y hermosos años", se sinceró.

Por lo pronto, espera. Y, en el peor de los casos, anhela que un cuidador se haga cargo del lugar para que no sufra los desmanes de los delincuentes.

"¿Mi sueño? Que esto vuelva a poblarse", concluyó.

Comentá la nota