El joven que el pasado 11 de noviembre quedó gravemente herido tras ser atropellado por un móvil policial afirmó que el accidente le “cambió la vida” y aseguró que los agentes “ni siquiera quisieron llamar a la ambulancia”. Cómo evoluciona su salud y en qué estado está la causa judicial.
Como consecuencia del choque, el joven corrió riesgo de vida y debió permanecer 74 días en estado de coma inducido, hasta que finalmente logró recuperarse (parcialmente).
A poco más de tres meses del desafortunado hecho –que le costó el puesto a dos comisarios locales-, Gonzalo y sus padres hablaron con DEMOCRACIA, en una entrevista en la que no faltaron detalles del accidente, de la evolución de la salud del joven y del estado de la causa.
-Gonzalo, ¿cómo te sentís hoy?
-El accidente me cambió la vida, porque desde que salí de terapia, los médicos me dijeron que tenía que cambiar muchísimas cosas. Hoy me estoy sintiendo muy bien, estoy rehabilitándome en la clínica del doctor Porcile y me siento fuerte.
Perdí un poco de movilidad en los brazos y, los primeros días, en las piernas. Por eso me dieron una silla de ruedas.
Pero ahí en la rehabilitación, los ‘profes’ son buenísimos y yo hago todo lo que me piden, así que creo que voy a salir adelante rápido.
-¿Tenés dolores?
-Dolores crónicos, ninguno. Pero me quedó una mano que no la puedo mover. Yo agradezco a Dios que no me quedó ninguna secuela importante, porque sé que hay muchos accidentes que salen y no pueden caminar o quedan con golpes fuertes en la cabeza que los complica para toda la vida.
Yo pegué con el pecho y me tuvieron que operar todo por dentro, porque me corté una arteria, me operaron los pulmones, el hígado… Me desarmaron todo, pero hoy me siento bien.
-¿En su momento lo habían trasladado a La Plata?
Rubén: Lo trasladaron a Ensenada, pero si bien era un centro bárbaro, no era específico para el momento en el que él estaba. Entonces pedimos que lo volvieran a trasladar al Hospital de Junín, en donde estuvo recuperándose, con una muy buena atención.
Después, pedimos al Gobierno de la Provincia el traslado a un centro de rehabilitación de alta complejidad, pero no tuvimos ninguna clase de respuesta. Entonces empezamos a buscar por nuestros medios.
En una oportunidad hablamos con el Fleni y después con la clínica del doctor Porcile, que nos ofreció todos sus servicios sin costo alguno, hasta el momento que nosotros arregláramos nuestra situación.
-Entonces la ayuda vino por parte de manos privadas…
Rubén: Sí, manos privadas de acá, de Junín.
-¿Cómo sigue la causa judicial?
Rubén: Está todo bien encaminado. Los abogados recién van a empezar a trabajar esta semana, pero ya vieron en Fiscalía todo lo que se había hecho y estaban muy conformes.
-¿Qué sintieron en ese momento?
Viviana: Lo que sentí desde el primer momento del accidente, hasta el día de hoy, es impotencia. Porque la Policía está para protegernos y no para salir a la calle a matar gente, a pisar gente como si fueran animales.
A Gonzalo lo dejaron tirado, hubo abandono de persona.
Nadie se arrimó a ver qué habían hecho, ni siguiera quisieron llamar a la ambulancia. O sea, todo mal. Eso también es una causa bastante grave. Por eso lo único que sentimos es impotencia.
-¿Tuvieron alguna explicación por parte de las autoridades?
Viviana: No, nada. Solamente el primer día se acercaron los comisarios que estaban en ese momento, que después los sacaron, a ofrecer sus servicios. Que no sé qué tipos de servicios ofrecían, porque fueron esa vez y después no aparecieron nunca más.
Después apareció también el comisario nuevo, pero igual…Nunca se acercaron a llevarnos una botella de agua mineral. Estuvimos 74 días en el Hospital y todo corrió por nuestros medios y de la gente que colaboró llevándonos unas galletitas o una botella de agua. Nadie se hizo cargo de nada.
-¿Nunca se acercaron al Hospital?
Viviana: No. Es más, Gonzalo toma una medicación que, como es muy cara, el Hospital no la tiene. Y nosotros tenemos que hacer malabares para conseguirla. Ahora, gracias a unas chicas que vinieron de parte de Rocío Giaccone, nos la consiguieron, pero nadie del Ministerio nos dio nada. Nunca más llamaron para ver cómo estaba Gonzalo.
-¿Volvieron a cruzarse con la mujer que conducía el patrullero?
Viviana: Yo no me crucé, pero me llamó por teléfono al otro día del accidente. Hablamos y lo único que hacía era pedir disculpas y decirme que si le pasaba algo a mi hijo ella se iba a matar, y todas esas pavadas… Me dijo que ella me entendía en mi dolor, porque ella había perdido a su mamá. Pero yo le dije que no se compara el dolor de perder a una mamá que si yo perdía a mi hijo. Son dolores distintos. Yo también perdí a mi madre; la sentí, la lloré, pero si yo perdía a mi hijo me moría con él.
-¿Ese fue el único contacto?
Viviana: Sí, quedó en eso: me dijo que iba a ir al Hospital para hablar conmigo y nunca apareció. También me dijo que tenía miedo a la represalia, a que los amigos de mi hijo le peguen. Y yo le dije que se vaya de Junín, porque los chicos estaban enardecidos. Sobre todo por la actitud. Porque más allá de que lo chocó, lo dejó tirado.
-¿Qué le diría si la tuviera frente a frente?
Viviana: No sé…porque siempre mi instinto fue darle una paliza, para que la pase peor de lo que la pasó Gonzalo. Dejarla peor, para ver qué siente ella, su familia, sus hijos…
-¿Qué recuerdos tenés del accidente?
Gonzalo: Para mí fue como una foto. Lo único que recuerdo es que el patrullero se me apareció adelante y quedé “estrolado”. Después se me apagó la computadora y me desperté en terapia, cuando ya habían pasado las operaciones.
-¿El patrullero circulaba con las luces encendidas?
Gonzalo: A mí me pasó sin luz, porque si bien yo iba en verde, si ves unas luces, decís “alguien viene, voy a frenar”. Pero yo no vi nada. El chico que venía atrás en mi moto salió volando por arriba del patrullero y pasó de largo. Él cayó de rodillas y fue lo único que se hizo. En cambio yo quedé incrustado en el patrullero, pegué con el pecho y hoy tengo múltiples cirugías.
Viviana: Ellos cruzaron, chocaron a otro auto que venía con chicas de Baigorrita, pararon en la otra esquina, y se bajaron a dirigir el tránsito. Los chicos le dijeron que por favor llamen a la ambulancia y le dijeron que eso no les correspondía. Después pidieron apoyo porque los chicos le querían dar vuelta el patrullero. Entonces vinieron otros “milicos” con palos a querer pegarles y se olvidaron de que Gonzalo estaba en el piso ahogándose con su propia sangre.
-Hasta que llegó la ambulancia y lo trasladaron al Hospital…
Viviana: Sí, pero si no hubiese sido por los dos chicos que lo salvaron, Rodrigo Caña y Manuel Miguel, que son dos ángeles, Gonzalo no estaría acá.
Gonzalo: Yo llegué casi sin sangre, tenía cuatro de presión. Me salvé de la mano de los cirujanos y la de Dios.
-¿Hacia dónde se dirigía el patrullero?
Rubén: Iban a una pelea callejera, como hay todos los días, en cualquier esquina. Pero yo me enteré hace poquito que hay agentes que fueron sancionados por no querer salir en ese móvil, porque no le andaban ni las sirenas, ni las balizas.
-¿Qué esperan de la Justicia?
Viviana: Esperamos justicia, porque ellos están los dos trabajando y siguen con su vida normal.
Rubén: En un primer momento les sacaron el arma, pero ahora no sé si se las volvieron a dar.
Viviana: Estuvieron inhabilitados por 45 días, como para que la gente viera que no estaban trabajando. Pero ahora están trabajando normalmente. Los trasladaron a Vedia y a Alberdi. Pero él además viene a hacer horas cores en un supermercado. O sea, ellos hacen su vida, cobran su sueldo como si hubiesen pisado un perro.
Yo le pregunté a ella si sentía remordimiento, y me dijo que no se dio cuenta. ¿Pero cómo no se va a dar cuenta de que pasó a 70 kilómetros por hora un semáforo en rojo, con luz apagada y sin sirena?
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