Con dolor, votaron los vecinos de calle Salta al 2100

Con dolor, votaron los vecinos de calle Salta al 2100
El lugar de sufragio se trasladó del colegio Leloir a la Misericordia. Historias de tristeza y reencuentros en el medio de las urnas.
Apoyada sobre una columna de cemento, buscando el calor del sol en la parte baja del patio del Colegio Misericordia, Florencia Battilana espera que su novio Franco Jariton termine de votar. Tiene cara de resignación, los ojos vidriosos y ganas de hablar. Hasta el martes, cuando la peor tragedia de su historia le dio un mazazo a Rosario, vivía en el octavo piso de una de las torres de Salta 2141 y cuyos escombros aún se están removiendo. No le quedó nada, apenas la certeza de que físicamente no tiene daños. Pero la tristeza y la incertidumbre la traspasan, la inundan. Con los sentimientos contraídos y la esperanza forzada, fue a votar al colegio de San Luis al 2200, lugar asignado para quienes debía sufragar en el Leloir, el más próximo a la explosión.

Para Florencia, ir a votar no fue más que una obligación cívica: "Ayer nos hicieron a todos los vecinos afectados los documentos nuevos. Y vinimos. Como estamos tramitando algún subsidio para seguir adelante teníamos miedo de que nos pidan la constancia de la votación y que se caiga la ayuda por no haber venido", contó.

La joven vive por estos días en un hotel y acompaña a las familias y a los vecinos en la vigilia constante por las personas que aún no aparecieron. "Lo necesitamos para que esas familias pongan en paz sus almas; nosotros estamos bien, pero destrozados por dentro, hay mucha tristeza", relató.

Florencia y Franco fueron a votar por obligación. Cumplieron y siguieron su peregrinar hasta Salta y Oroño, desde donde "casi ningún vecino del edificio va a venir".

Reencuentro. El hall y el patio de la Misericordia significó el reencuentro de vecinos, amigos de amigos, conocidos de conocidos. Para muchos significó el reencuentro tras el día D. Por eso, la temática fue una: en los umbrales, en las escaleras, en la cola de espera a la mesa de votación, los que se conocían sólo hablaban de los daños por la tragedia. Muchos ni siquiera sabían qué tenían que votar. Otros en cambio, además de lidiar con su obligación de ciudadanos, debieron renegar para encontrarse en los padrones. En este aspecto, muchos deambularon por las escuelas de los alrededores de Salta 2141 hasta que se hallaron en las nóminas.

Para Betiana Carbajo, psicóloga y vecina de Balcarce y Salta, "las elecciones se tendrían que haber suspendido a nivel nacional; es duro venir a votar así, todos los vecinos están muy dolidos, es un gran shock". Lo dijo entre lágrimas en la puerta del colegio, donde no pudo votar por no estar en los padrones, a pesar de que había consultado en Internet que escuela le correspondía.

"Hay que cumplir igual, pero le venía contando a mi hijo que había pensado algo para diputados, para concejales no sé ni a quién puse; vine a votar para no tener un inconveniente después", comentó Nicolás Palomino, ex combatiente de Malvinas y habitante de la cuadra de Salta al 2000. Su vivienda sufrió daños materiales pero "nada que no se pueda solucionar". Para Palomino, "las elecciones se tendrían que haber retrasado".

"Vi en las redes sociales algunas campañas en las que pedían que se suspendan las elecciones, fui leyendo las posiciones y a partir de ahí me puse a pensar: lo de hoy (por ayer) tiene que ver con garantizar un proceso democrático y es fundamental decidir o hacernos escuchar respecto a quienes queremos que nos gobiernen, también teniendo en cuenta lo que pasó", relató la socióloga y artista Virginia Massau, quien vive a dos cuadras de la tragedia "en el barrio de toda mi vida y en el que se me hace muy difícil salir a la calle sin que no se me repita la escena de ese día".

Esperanza. Para Massau, "es una elección muy particular, por el ánimo que hay en la ciudad y en esta escuela. Eso lo hace difícil. Pero a partir de lo que pasó también se están articulando un montón de cosas que normalmente no se articulan, como la acción conjunta de los tres gobiernos. Es terrible que tenga que pasar a este precio, pero aunque la ciudad está dolida afloran buenas cuestiones, que te reenvían a pensar en los verdaderos valores".

Virginia, que conocía a Flor Caterina, una de las víctimas, por ser la hermana de una amiga, aprovechó para recordarla como "una piba impresionante, con una vitalidad increíble".

Con apatía y tristeza, con resignación y valor, y con la foto de Santiago Laguía (aún desaparecido) colocada detrás de cada urna, los vecinos de la zona que esta semana sufrió la peor tragedia de Rosario vivieron una jornada particular. Pero cumplieron, en la medida que pudieron, con una responsabilidad cívica que los demanda.

Muchos, quizás conscientes de que la política es la única herramienta de cambio y de cuidado para los ciudadanos.

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