Cerca de 100 familias trabajan en este tradicional paseo que funciona desde hace más de 25 años. La naturaleza transformada por artistas en todo tipo de artesanías conserva el sello de identidad marplatense.
Los duendes de uno de los puestos parecen observar con asombro el trabajo de sus creadores. En el stand contiguo, el olor a madera de aquel bloque moldeado y transformado en una tabla de picadas, invita a detenerse. Pero al lado, la incrustación casi milimétrica de piedras en metales se convierte en vistosos anillos, mientras a solo metros el tejido a crochet toma forma de cartera y una simple piña adquiere la imagen de un personaje caricaturesco.
Todo parece ser posible en la Diagonal de los Artesanos que se mantiene abierta los 365 días del año desde mediados de los ‘80 en el corazón del microcentro de Mar del Plata. Fantasía, realidad, ingenio y dedicación, hacen del trabajo manual un arte con identidad propia.
Mientras ceba mates -que él mismo fabrica- entre los feriantes ubicados a su alrededor, Juan recuerda cómo era la feria en sus inicios. “Acá solo éramos los artesanos y los tordos que volaban por encima”, dice y luego cuenta que “se luchó mucho para lograr la ordenanza de 1986 que nos permitió estar, pagando un canon anual”.
Como para todo comerciante marplatense, la temporada de verano es el período más esperado por los feriantes. “El invierno es duro”, dice Natalia detrás de las hadas hechizadas que cuelgan del techo y las paredes de su puesto, y luego afirma: “Pero para las fiestas, enero y febrero, esto está lleno, aunque la energía, a pesar del frío, es la misma todo el año”.
Entre los artesanos de la feria hay acuerdos, códigos y responsabilidades. Comparten a diario horas de trabajo y forjan amistades de puesto en puesto, hacen respetar que los productos a la venta sean “totalmente artesanales” (el Municipio certifica que este ítem se cumpla), se hacen cargo de los gastos de luz y las tareas de limpieza, y parecen siempre estar dispuestos a comentar su metodología de trabajo, aunque muchas veces sin revelar algunos de sus más preciados secretos.
Rita lleva 20 años en la Diagonal de los Artesanos. Su producción de duendes -hechos a base de resina de poxi con incrustación de semillas- recorre gran parte del interior del país y capta la atención de otros artesanos por su calidad e intensidad. En este caso, cada duende tiene su propio significado -del amor y la armonía, protectores, guardianes del lugar, de la buena suerte y viajantes, entre otros- y también por eso es que muchos los buscan. Sin embargo advierte que “hay mucho que se podría hacer por este lugar para que esté mejor y sea más atractivo para el turismo”.
“Necesitamos luz, acá de noche no se ve nada y es una pena que un paseo tan lindo esté así”, se lamenta. El mismo comentario deslizó Liliana, quien desde hace 8 años expone en la feria sus tejidos a crochet que le dan vida a pulseras, carteras y aros, entre otras creaciones.
“Ojalá pronto arreglen la iluminación de este lugar. Algunas de las columnas de alumbrado no funcionan y nosotros tenemos que tener nuestra propia luz en cada puesto. Además la fuente no anda, por el empedrado no se puede caminar y sin los árboles el lugar quedó pelado”, indicó.
Pero por fuera de las obras que podrían ejecutarse para embellecer este histórico paseo cultural, comercial y turístico de Mar del Plata, la Diagonal de los Artesanos sigue en pie. Sus productos se renuevan constantemente y su energía se reconstruye a diario, pero la calidad humana de sus autores se mantiene intacta a través del tiempo y las ilusiones hechas realidad a mano causan hoy el mismo asombro que hace 25 años.
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