Detectan que la deserción en la UNRC bajó durante la pandemia

Detectan que la deserción en la UNRC bajó durante la pandemia

Surge de una investigación con más de 6 mil encuestas a estudiantes. Revela que la virtualidad amplió las desigualdades de género y socioeconómicas, pero democratizó el acceso de los alumnos que trabajan y los que viven en la zona. La investigación reconoció con un premio nacional a una de sus integrantes esta semana

Una investigación realizada en 2020 dentro de la Universidad Nacional de Río Cuarto detectó que, en contra de lo que se creía, la deserción se redujo mientras la actividad presencial estuvo restringida. Muchos de los alumnos manifestaron que la virtualidad les facilitó seguir adelante, aun cuando tenían otras obligaciones. El trabajo forma parte de un programa más amplio del Instituto de Estudios Territoriales, Sociales y Educativos, en el que participan la UNRC (a través de la Secretaría de Planeamiento) y el Conicet, e incluyó más de 6.000 encuestas. Por su parte, Viviana Macchiarola, coordinadora del estudio sobre el impacto del aislamiento social en la actividad educativa de la Universidad, señaló que durante 2020 se profundizaron algunas de las desigualdades persistentes y se generaron otras. Pero también se democratizó el acceso para los alumnos con mayores dificultades, como los que trabajan o viven lejos de la Universidad. Por su participación en ese trabajo, la investigadora Verónica Pugliese Solivellas obtuvo un premio del Ministerio de Ciencia de la Nación. En otro orden de cosas, la docente sostuvo que hay “muchos elementos que se pueden retomar para repensar en una Universidad diferente a la de la pandemia y también a la de la prepandemia”.

El impacto del aislamiento social

El proyecto se inscribe dentro del Programa de Articulación y Fortalecimiento Federal de las capacidades en Ciencia, Tecnología e Innovación Covid-19 y es articulado entre Nación y Provincia. La Universidad Nacional de Río Cuarto presentó un plan con 3 líneas de trabajo en el marco del Instituto de Estudios Territoriales, Sociales y Educativos (Iste). Participamos docentes de la Facultad de Ciencias Humanas, Ciencias Económicas, la Secretaría de Planeamiento de la Universidad y la Secretaría Académica en nuestra investigación. Una de las líneas de trabajo abordó el impacto socioeconómico del aislamiento social preventivo y obligatorio; otra analizó la crisis socio-sanitaria en las noticias locales y nuestro trabajo toma el efecto de la pandemia en la educación universitaria. Todo el programa fue coordinado por el profesor Eduardo Carniglia. Quiero destacar la distinción que recibió Verónica Pugliese y también la importancia del programa nacional para la igualdad de género del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. Es significativo porque reconoce el papel de las mujeres en la ciencia. Hay muchas mujeres investigando, pero difícilmente una mujer llegue a los niveles más altos de la carrera de investigador científico.

¿Cómo se hizo el estudio?

Nuestro trabajo está integrado por seis estudios diferentes. En primer lugar, se aplicaron cuestionarios estructurados para 6.250 estudiantes, que es el 50 por ciento de la población total del claustro estudiantil. También llegamos con esa herramienta a 664 docentes, lo que representa el 40 por ciento de ese grupo. Además, hubo entrevistas en profundidad a 40 alumnos.

El diagnóstico

¿A qué resultados llegaron?

Los resultados muestran tensiones, fuerzas contradictorias que coexisten. Por un lado, se advierte que la pandemia profundizó desigualdades persistentes. Pero también generó otras, que se articulan con las existentes. Por ejemplo, las dificultades en el acceso digital se vincularon con la variable de género y nivel socioeconómico. Para las mujeres hubo muchos más problemas, tanto en la conectividad como en la coexistencia de responsabilidades como el cuidado de los hijos, familiares y otras. También más dificultades los estudiantes de nivel socioeconómico medio y bajo. Al mismo tiempo, la virtualidad tuvo un efecto democratizador para los alumnos que trabajan -muchos vieron una oportunidad para iniciar o retomar su carrera- o aquellos que viven en zonas más alejadas de la Universidad. La UNRC, en este sentido, brinda las mismas oportunidades para todos y es en el hogar donde se verifican las mayores desigualdades, porque allí no todos tienen las mismas condiciones.

Parte de la vida estudiantil se mantuvo suspendida durante 2020.

¿Qué detectaron entre los docentes?

Como efectos negativos, en el caso de los docentes, aparece la intensificación laboral. También, el uso de modalidades más transmisivas de enseñanza, como por ejemplo las clases grabadas o el envío de materiales. Es decir, esquemas más unidireccionales. Por otro lado, entre los estudiantes, generó emociones como inseguridad, incertidumbre y angustia. Y allí también surge la ruptura de una identidad estudiantil. Algunos chicos manifestaban que no sentían estar teniendo una experiencia real de la vida universitaria, que la Universidad va más allá del conocimiento mismo, y que abarca la creación de lazos sociales, políticos y de ciudadanía. Eso es algo que se perdió durante la pandemia. Por otro lado, generó cambios en los procesos de evaluación, para evitar que los alumnos se copien. Eso los llevó a pensar dispositivos en los que los alumnos no tengan que memorizar la información, sino usarla para la resolución de problemas. Ese fue un avance muy interesante. Hubo además experiencias docentes muy innovadoras y mejoró el manejo, por ejemplo, de las nuevas tecnologías en el ámbito universitario.

Sobre este punto, ¿cuál fue la opinión de los alumnos?

Los estudiantes marcaron como algo negativo la pérdida de contenidos prácticos. El no poder realizar trabajos de laboratorio o en el campo. Sin embargo, también se reconocen algunos aspectos positivos, como por caso la mayor autonomía. El hecho de hacer recorridos propios, según los tiempos y espacios de quien sea. La posibilidad de hacer recorridos de aprendizajes diferentes.

¿Creció la deserción durante el aislamiento obligatorio?

En otro orden de cosas, uno de los objetivos de la investigación era evaluar el abandono, poniendo a prueba la hipótesis de que había crecido la deserción. No fue así. Los datos muestran que, por el contrario, el abandono disminuyó. No pudimos encontrar explicaciones causales de este fenómeno hasta el momento, pero muchos de los alumnos manifestaron que la virtualidad les facilitó seguir adelante, aun cuando tenían otras obligaciones. También hablaron de una actitud de mayor acompañamiento y comprensión. Y eso se vincula con un estudio reciente, de 2021, para ver los cambios de un año a otro.

¿Qué hicieron con esos resultados?

Por un lado, se elaboró un informe dirigido a los ministerios. Y fue ofrecido además al Consejo Superior de la Universidad, para usar la información para la toma de decisiones. También se compartió con el Consejo Académico y entendemos que es un insumo más para la toma de decisiones.

¿Qué conclusiones surgen de la comparación de 2020 con 2021?

Si hay alguna proyección de estos estudios, a futuro, eso se podría dar a través de la síntesis superadora de ambos extremos. Rescatar aquellos aprendizajes positivos y desechar lo negativo. Casi se podría hablar de pensar una nueva Universidad, que implica una reconfiguración no solo tecnológica, sino de los procesos de enseñanza y aprendizaje, de los planes de estudio, de la organización de la Universidad, de la articulación entre la investigación, docencia y extensión. Hay muchos elementos que se pueden retomar para repensar una Universidad diferente a la de la pandemia, pero también a la de la prepandemia

Comentá la nota