Droga, robos y usurpación de viviendas en la zona este de Paraná. Varias familias del barrio Hijos de María fueron desalojadas por la banda que lidera el presunto líder de la religión profana
Llevan puestos collares de perlas rojas, blancas, negras y verdes que dicen que los protegen. Participan de los rituales donde el líder los convence de que son invencibles. Obedecen sus órdenes por más que estas pongan en peligro sus vidas y sobre todo las de terceros. Es una banda de al menos 10 jóvenes que está dispuesta a todo: narcotráfico, robo y usurpación de viviendas en la zona este de Paraná. Según denunciaron vecinos del barrio Hijos de María, algunos de los cuales sufrieron sus consecuencias, un Pai umbanda recluta a los pibes que luego van y amenazan, tirotean, incendian y saquean las casas que pretenden adueñarse.
El referente de la religión profana vive en el barrio La Milagrosa. Es el cerebro de una de las organizaciones que atemoriza a los vecinos y comete delitos en distintos lugares de la ciudad. Su nombre aún no puede ser develado porque no pesa sobre él ninguna imputación penal, solo tuvo algunas causas menores. Como todo el que domina un negocio delictivo, no se ensucia las manos sino que manda a sus súbditos. Pero los policías que han investigado su desempeño lo tienen en la mira.
Según la información y los documentos a los que accedió UNO, el mes de enero fue el peor en Hijos de María: se registraron al menos siete casos de ataques a vecinos, robos e incendio de viviendas. Familias que miraban televisión a la noche o que descansaban en sus casas por la madrugada, sufrieron el ingreso abrupto y violento de sujetos identificados y conocidos en el ambiente delictivo. Sus alias son: Cachete, Bochita, Keko, Bebe, entre otros.
A punta de pistolas los agredieron, balearon las casas y les robaron sus pertenencias. “Váyanse de la casa porque si no los vamos a matar”, es el mensaje a viva voz que dejan antes de irse. Algunos decidieron irse ante el temor de que suceda lo peor. La irregularidad de la propiedad donde están asentadas las viviendas (nadie tiene título de las mismas) ayuda a esta circunstancia.
En algunas ocasiones, cuando las víctimas que se veían en peligro llamaron al 911, personal policial de la comisaría 12ª llegó a los lugares del conflicto y fueron recibidos a balazos por parte de los delincuentes, quienes saben por dónde escabullirse entre la vegetación del arroyo Colorado para escapar. Varios efectivos vieron sus vidas en peligro al quedar en la línea de fuego. Es que el líder umbanda les dice a los jóvenes que los uniformados son los enemigos y si es necesario hay que dispararles.
En un par de ocasiones los bomberos debieron acudir a Hijos de María o La Milagrosa por el incendio de viviendas. La pericias demostraron en cada ocasión que fueron intencionales, e incluso hubo llamados de vecinos ante cada emergencia que identificaron a los autores: los nombres que aportaron coincidían con los integrantes de la organización. La finalidad era la misma, echar a sus habitantes, quienes antes habían recibido las “notificaciones” bajo amenazas.
Lo que más preocupa a los vecinos es “la impunidad con que estas personas se manejan”, afirman, lo que les resulta “insoportable”. Temerosos por lo que les pueda suceder a ellos o sus familias (muchos viven con niños en medio de esta violencia), algunos tienen pensado retirarse. Otros ya lo hicieron. Encima, la cadena de víctimas es interminable: cuando a un vecino le sucede algo, quien lo ayuda pasa luego a ser blanco del accionar de esta banda, con robos, amenazas y tiroteos.
En la Fiscalía de Paraná se lleva adelante una investigación con pruebas y testimonios que comprometen a los integrantes de esta organización. En la zona este de la capital provincial esperan que la pesquisa llegue a buen puerto y cuanto antes derive en las detenciones correspondientes para que la paz retorne a los hogares de estos barrios.
Comentá la nota