Mañana sumarán 30 días desde la primera vez que los estudiantes del secundario ocuparon la escuela. No computan faltas.
“Estaba maravillado, pero la maravilla me duró poco. En segundo año comencé a ver que el colegio se caía a pedazos. Y ahí me vine abajo yo también”, comenta el joven. Tiene 15 años y asiste a 3º año.
Al igual que Franco, otros 40 estudiantes sostienen una toma del establecimiento desde el 3 de junio. Piden mejoras en la infraestructura y enumeran los problemas: el baño de mujeres estaba inhabilitado, las paredes tienen grietas, las ventanas no pueden abrirse y los vidrios están rotos. Hay humedad en la sala de preceptoría y en el techo de la Biblioteca.
Son conscientes de que con esta medida corre riesgo el año escolar. Pero sostienen que si no hacen visible la protesta, pueden pasar años antes de que el Gobierno se entere. “Se gastan millones en arreglar el Palacio Ferreyra. Una profesora que da clases en el Centro nos contó que cada vez que encienden el faro, se corta la luz en la escuela. Deberían invertir más en infraestructura”, comenta el pibe, desesperanzado.
Recorrido. “No hay trabas para la voluntad si las piezas están en orden”. La frase está impresa en negro en un mural pintado de varios colores. Un alumno lo dibujó: tenazas rodean a quien fuera el ingeniero Cassaffousth y un hombre de traje negro está estampado en el vértice superior izquierdo. “Ese tipo me recuerda a los funcionarios que pasan por acá. Deberían venir más seguido para ver cómo está la escuela”, comenta Tomás, otro de los estudiantes.
Las clases están suspendidas en esta escuela técnica desde el 3 de junio. Pero hay movimiento. Es casi mediodía del lunes. En un aula del primer piso, los delegados están reunidos con autoridades de Educación Técnica de la Provincia. Parece que está lejos el acuerdo. Por los pasillos, hay gente que circula. Hay pocos docentes. Algunos estudiantes juegan ping-pong y otros descansan en la sala que armaron como “búnker”.
“Mire, mire los baños”, señala Franco. Al colegio asistieron históricamente más varones que mujeres. Las damas tienen tres baterías de baños, pero hoy sólo funciona uno. Gran parte de las aulas tiene las paredes pintadas con fibras y líquido corrector. El escudo de Belgrano está estampado en una. Hay algunos vidrios rotos y rajaduras en las paredes.
El aula de primer año está siendo arreglada. En el pizarrón, hay una frase escrita con tiza blanca: “Nos costó mucho conseguirlo. ¿Lo vas a cuidar?”.
“Los padres formaron una comisión de seguimiento. La idea es que controlen no sólo las obras, sino también que los chicos cuiden lo que se arregla”, explica el joven mientras continúa el recorrido. Vidrios rotos en la sala de Dibujo Técnico, ausencia de mangueras antiincendio, bancos rotos apilados en el patio, humedad. Postales del abandono.
A las 12, termina la reunión de los chicos con los funcionarios. Jessica Salgado, presidenta del Centro de Estudiantes, sale del aula diciendo “No” con la cabeza: “No hubo acuerdo. La toma sigue. Pero no se computan las faltas”.
Franco levanta los hombros. Ya se lo esperaba. Imagina que un buen día volverán las clases a la normalidad. Sueña con un colegio blanco, limpito, cuidado. Y piensa que así volverá a maravillarse. “Como su nombre lo indica, el ‘Cassa’ es nuestra casa. ¿Cómo no lo vamos a cuidar y querer?”.
¿Solución en puerta? El lunes a la noche, y tras una nueva reunión entre funcionarios de Educación, padres y alumnos, el conflicto parecía encaminarse. “Hubo algunos avances. Nosotros cedimos en los baños y ellos prometieron hacer arreglos mínimos y que estaría ingresado el expediente del plan mayor”, dijo José Lascano, miembro del centro estudiantil. Y agregó: “Si esto ocurre mañana (por hoy), el miércoles vuelven las clases”.
Según explicó el estudiante, se acordó que hasta que se concluyan las obras en los sanitarios habrá una persona vigilando el baño de mujeres, muy alejado de las aulas, y que también se cambiarán bisagras en las puertas y ventanas mal colocadas.
03/06. Larga la toma. Ese día comenzó la toma del establecimiento por parte de los estudiantes. Mañana, la protesta cumple 1 mes.
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