Un crimen bajo la sombra de los hijos del poder

Un crimen bajo la sombra de los hijos del poder
Por Ernesto Azarkevich

“Tati” Piñeiro (18) fue violada y degollada. Ahora ordenaron exhumar su cuerpo y el del presunto homicida

Misiones. Corresponsal - 04/03/13

La Justicia ordenó exhumar el cuerpo de la estudiante Lieni Itatí Piñeiro, violada y degollada en julio pasado en Puerto Esperanza, Misiones. A pedido de la familia, se realizará una nueva autopsia en la que participarían peritos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Lo mismo se hará con el cadáver del único acusado que tenía el caso, Hernán Céspedes, quien apareció muerto en un calabozo apenas unas horas antes de ser indagado. El juez de Instrucción, Juan Pablo Fernández Rizzi, confirmó a Clarín que resta la designación de los forenses de parte para concretar el procedimiento. Detrás de la medida, flota el fantasma de un crimen atroz poblado de sospechas que involucra a lo que en el pueblo llaman “los hijos del poder”.

El miedo y la desconfianza aparecen a la vuelta de la esquina en Puerto Esperanza, una localidad de 25.000 habitantes. Conmocionados por el asesinato, los vecinos comentan por lo bajo que nunca se sabrá toda la verdad, ni que todos los culpables serán encarcelados.

Lieni tenía 18 años. Era callada pero de carácter fuerte. Vivía con su madre y cinco hermanos, cursaba la secundaria de noche y soñaba con ser médica. Le decían “Tati”.

La noche del 11 de julio no volvió a dormir a su casa. A la mañana, su mamá, Rosa González, vio la cama vacía y llamó por teléfono a uno de sus hijos para saber si se había quedado a dormir allí, como ocurría algunas veces, pero “Tati” tampoco estaba.

A esa hora, la Policía ya había cercado el lugar del crimen. Rosa salió de su casa y al ver el operativo policial presintió lo peor: unos minutos después, los agentes le confirmaron que la víctima era su hija. El homicidio sacudió a toda la ciudad y decenas de policías se volcaron a la investigación.

Unos días después, las sospechas se centraron en Hernán Céspedes (18). En su moto se hallaron vestigios de sangre y en un segundo allanamiento apareció el celular de la víctima en su casa. Tras ser detenido, el joven fue llevado a Puerto Iguazú y alojado solo en una celda, donde horas después fue hallado ahorcado, pendiendo de un cordón. El día anterior le había jurado a su madre que nada tenía que ver con el homicidio y que la Policía lo había molido a palos para que se hiciera cargo del crimen.

Tras su muerte, los exámenes de ADN, las manchas de sangre que había en la moto y algunos cabellos recogidos en la escena del crimen lo vinculaban al asesinato. El juez de la causa afirmó que no se halló otro patrón genético en el cuerpo, pese a que había un cabello rubio, semilargo, en una de las manos de la chica. Céspedes era morocho y tenía el pelo corto.

En Puerto Esperanza muchos vecinos dicen que los rastros pudieron ser manipulados y que Céspedes era un “perejil” que debía cargar con la responsabilidad para salvar a otros personajes más poderosos del pueblo.

La ciudad es manejada desde hace más de una década por los hermanos Gilberto y Alfredo Gruber. El primero, más conocido como “Pato”, estuvo dos períodos como intendente y luego accedió a una banca en la Legislatura provincial. El otro es el intendente actual. Los hombres de “Pato” manejan la Cooperativa de Servicios Públicos, propietaria del único canal de cable de la localidad. Curiosamente, ese canal nunca entrevistó a la mamá de “Tati” y casi no difundió información sobre el crimen que sacudió a toda la provincia.

El periodista Daniel Ortigoza, de FM Imperio, advirtió que el poder político “buscó tapar el caso desde un principio”. Entonces decidió abrir los micrófonos de su pequeño estudio de radio para que los esperanceños supieran del dolor de Rosa y sus hijos.

Ortigoza cuenta que esa decisión hizo que la Municipalidad levantara de su emisora la pauta publicitaria oficial y los Gruber lo acusaran de librar 97 cheques sin fondos, pese a que nunca tuvo una cuenta corriente. Hace dos meses, recibió un mensaje anónimo: “Te vamos a mandar a visitar a Tati”. “Ahora ya casi no salgo de noche, me cuido cada vez que aparece una camioneta, miro para todos lados antes de cruzar la calle”, cuenta.

Hace una semana, al abrir la puerta de su casa, encontró un CD con 5 fotos tomadas apenas fue hallado el cadáver de Lieni. Cuatro imágenes fueron capturadas entre las 5.48 y las 5.50 en el sendero y una quinta en una camilla, cuando el cuerpo ya había sido levantado. En una de esas imágenes se ven algunos cabellos castaños claros, casi rubios, en la mano izquierda de la víctima, que yace semidesnuda y cubierta de sangre.

El juez López Rizzi no se mostró sorprendido por la presencia del cabello rubio. “Ese pelo fue secuestrado pero no se pudo determinar el patrón genético ”, aseguró.

Con condición de que no se revele su identidad, una referente social contó que “en Esperanza hay mucha pobreza, droga e incluso casos de trata. La gente está con miedo, pero a veces viene y me cuenta cosas. Por ejemplo, me dijeron que la noche del crimen vieron la camioneta de Gruber en la zona del barrio Esperanza II (donde vivía la víctima). Había mucho movimiento porque era el cumpleaños de su hijo”, dijo la mujer. “ Los jóvenes de las familias poderosas solían juntarse para realizar fiestas sexuales y solían buscar chicas en los barrios más pobres. Eso es conocido en Puerto Esperanza, pero hay miedo de contarlo”, agregó.

En la agenda de contactos del celular de la víctima estaba Fabián Gruber, hijo del diputado y sobrino del intendente.

Clarín llegó hasta su casa y habló con la esposa del legislador, quien aseguró que el joven no tiene nada que ver con el caso y que “Tati estaba de novia con Nico, que es amigo de Fabián”. La mujer prometió que Gilberto y Fabián se comunicarían con este corresponsal, pero no lo hicieron.

El juez López Rizzi no tiene claro si más personas participaron del crimen. “Pareciera que la chica fue asesinada en ese lugar por las manchas de sangre que se hallaron”, dijo.

Mientras, todos los sábados a las seis de la tarde Rosa González y sus hijos hacen una silenciosa marcha por el centro de la ciudad para pedir celeridad a la Justicia.

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