Crecen dos asentamientos en el Parque Sarmiento

Crecen dos asentamientos en el Parque Sarmiento
Hay dos carpas armadas de manera estable. Están sobre los circuitos de mountain bike. Los ciclistas limpian la zona y la Muni promete asistencia.

Empieza a caer la noche en el Parque Sarmiento y cada vez son menos los que quedan haciendo su rutina de caminatas y bicicleta. El pulmón verde se va quedando sin sus visitantes ocasionales en la oscuridad. Quedan, desde hace unos seis meses, sus residentes permanentes.

En el Parque hay dos acampes de personas en situación de calle con colchones, sillas, frazadas, ropa y carpas de plástico, para improvisar una casa, un hogar.

Viven entre los espinillos y otras plantas que crecen entre los circuitos de mountain bike, que están entre la calle Armando Roldán y la avenida Poeta Lugones.

Están a metros de la pista de patinaje que se llena de niños todos los días y sobre las sendas de los ocho recorridos que tienen los que hacen salto en bicicleta, la mayoría jóvenes de no más de 20 años.

En el lugar hay vidrios y basura, en un terreno con desniveles y con pocas luces, algo que no invita a ningún visitante del parque a tomar esos senderos, los que están frente al Rosedal y a pocos metros de la escalera principal. Desde hace unas semanas, los mismos chicos que andan en bici se organizaron y retiraron cuatro contenedores repletos de residuos, para tratar de hacer más habitable, para todos, ese lugar.

Las carpas están de manera estable, con ocupantes que salen en el día en busca de algo para comer en los cestos de basura de Nueva Córdoba y de la Terminal de Ómnibus.

Y lejos de estar ocupadas de manera ocasional por personas en situación de calle, son “casas” armadas a la intemperie, en las que se cocina y sus habitantes, hacen sus necesidades. Los toldos siempre van variando de ubicación, debido a la rotación de las familias, pero priorizan la zona de calle Armando Roldán.

Sin nada. Basta con descender de Roldán hacia Poeta Lugones para llegar a los asentamientos. Allí nos encontramos con Cristian Ocampo, sentado sobre dos colchones y al costado de una carpa de plásticos transparentes y cartones, que comparte con otros tres ocupantes que en ese momento habían salido a juntar latas y buscar comida.

“Hace como seis meses que vivo acá, mi mamá trabaja en una casa cama adentro, así que yo estoy acá. Me vine del Chaco”, cuentan sin moverse de su colchón. Parece no conocer mucho cómo moverse en la ciudad y nos dice que llegó ahí porque no tenía adónde dormir. En estas tiras de goma espuma duermen también un porteño, un tucumano y un cordobés. Los que recorren la zona aseguran que también suele haber niños, hijos de alguno de ellos.

“Si tienen algo: una campera, zapatillas porque hace mucho frío acá a la noche”, pide Cristian. Sabe que unos metros más abajo hay otro acampe, aunque cada uno cuida su choza. En esa carpa vive un matrimonio que llega entrada la noche, después de conseguir algo para comer. O volver con hambre.

Ambos asentamientos están en terrenos de los circuitos de los ciclistas, en su gran parte usados por niños y adolescentes que hacen saltos y se entrenan en mountain bike.

Suman unos los 100 pibes que practican este deporte, pero desde que están los acampes dicen que tienen miedo. Varios cuentan que fueron atacados con ladrillos y vidrios de los ocupantes de las carpas y otros terminaron golpeados con cortes con la basura.

“Vinimos, limpiamos nosotros solos, sacamos cuatro contenedores, todos chicos trabajamos. Pero mientras limpiábamos, porque nunca vienen a sacar nada de la Municipalidad, los mismos ocupantes seguían tirando ropa y basura”, relata Esteban, uno de los 10 pibes que está por lanzarse con su bici a las bajadas. Los ataques con piedras hizo que varias veces llamaran a la Policía, generando otros roces con los ocupas.

Preocupados. Alejandro Minuzzi, de la Internacional Mountain Bicyling Association y miembro de una organización ambientalista, se sumó a la causa de los chicos de mountain bike para ser escuchados, y pidieron que estas personas en situación de calle sean asistidas y que el parque pueda ser usado para esparcimiento, pero hasta ahora nada sucedió.

“Llamamos a la Policía porque ya nos preocupamos cuando empezamos a ver niños en los asentamientos, vinieron dos bicipolicías y me dijeron: ‘No están haciendo nada’. También fui a la Dirección de Espacios Verdes para preguntar cómo podía hacer para mandar una nota a la Municipalidad y me respondieron: ‘Eso es muy complicado’. Estamos cansados porque acá vienen chicos a andar en bici y les tiran cosas, nadie se ocupa”, cuenta Minuzzi.

Los pibes decidieron contar el problema en Facebook, hartos de denunciar que los asentamientos van en aumento y que los problemas son cada vez más frecuentes. “¿Es posible que en un parque público se cree un asentamiento con toldos, colchones y hasta llevan gallinas para su faena? ¿Debería ser seguro que nuestros niños y jóvenes vayan al parque más grande de la ciudad a disfrutar de los espacios verdes y el aire fresco?”, se preguntaron en la carta.

También reclamaron presencia del Estado, la misma que con sus pocas palabras pidió Cristian para que lo ayuden a dejar la carpa.

En Emergencia Social los conocen

Desde la Dirección de Emergencia Social de la Municipalidad aseguraron que en reiteradas ocasiones intervinieron a personas que se habían alojado en el Parque Sarmiento, así como en otros espacios públicos de la ciudad.

“Hacemos relevamientos permanentes de estos casos, tratamos que reciban la asistencia que sea necesaria, pero no siempre llegamos a buen puerto”, afirmó Jorge Pérez Carreño, director del área, y describió algunos de los casos que han relevado en esa zona del Parque Sarmiento.

Según dijo, el matrimonio que habita en una de las carpas sería el mismo que meses atrás asistió el municipio, pero que se negó a recibir alojamiento en otro lugar. “Nos dijeron que tenían casa en barrio Altamira, pero que trabajaban como ‘naranjitas’ en esa zona y que les resultaba más cómodo y más económico dormir ahí que volverse a su casa”, describió Pérez Carreño.

“Hace cerca de un año y medio tratamos a un hombre que se había instalado ahí, pero tenía problemas psiquiátricos por lo que dimos intervención a personal de Neuropsiquiátrico, no le podíamos dar asistencia convencional porque era un caso especial”, explicó, y añadió: “Intentamos que hiciera el tratamiento ambulatorio que requería, pero creo que sigue estando en el Parque”.

Facundo Cortés Olmedo, secretario de gobierno, detalló que cuando la gente se niega a retirarse por propia voluntad, las opciones son instancias judiciales o policiales. “Tratamos de evitarlas, pero es un tema bastante delicado, porque hay veces que no se quieren ir y también hay casos en los que hemos dado asistencia, pero después vuelven al lugar”, precisó. “Tenemos el albergue para gente en situación de calle, pero muchos no quieren ir”, confió.

Ciclistas

En la cuenta de Facebook Freeride Cba se puede leer la carta completa de los chicos que hacen ciclismo y que están atemorizados por los asentamientos.

Acampe

En una de los asentamientos vive Cristian Ocampo, tiene 27 años y es de Chaco. Pidió que lo ayuden con campera, zapatillas y frazadas. Busca un lugar para dormir.

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