Condenan a pareja por maltratos a un niño con secuelas de por vida

Condenan a pareja por maltratos a un niño con secuelas de por vida
La Cámara Cuarta del Crimen condenó a 7 años de prisión a ambos acusados. El niño, hoy, tiene cinco años.

Siete años de prisión pareciera ser un “regalo” de la Justicia para los dos acusados por la violencia doméstica que tuvo como víctima a un niño, que hoy con cinco años, quedó marcado para el resto de sus días.

Es la fría letra de las leyes, que permitieron -por ejemplo- que la pareja de acusados llegara a juicio sin haber pasado más de un día de prisión, hasta el momento de la condena.

Ayer, en la Cuarta Cámara del Crimen se ventiló en un juicio abreviado la breve historia de vida de Tobías Uriel, el segundo hijo de una joven madre con su pareja, la que presuntamente la golpeaba y también maltrataba a los niños.

Sin embargo, nunca hubo una denuncia previa ni un pedido de auxilio.

Verónica Lourdes Bula (23) y Marcelo Antonio Carreño (34) fueron hallados responsables de los delitos de “lesiones gravísimas calificadas por el vínculo”. El tribunal, tras el acuerdo entre las partes, condenó a Bula a 7 años y medio de prisión, en tanto que Carreño recibió la pena de 7 años y 10 meses.

El drama, la frialdad y el “arrepentimiento” fueron conceptos que se mezclaron en la sala de audiencias de la Cámara, repleta de jóvenes estudiantes de abogacía que seguían atónitos la lectura de los hechos, que habrían ocurrido en una vivienda de barrio Villa Corina, en la noche del 10 de junio de 2009.

Esa noche el llanto del pequeño de 14 meses de vida habría crispado los nervios de uno o de los dos imputados, sin que se haya podido precisar quién de ellos.

En ese momento, tomó o tomaron violentamente al niño y le aplicaron o aplicó reiteradamente varios zamarreos o sacudones para acallarlo.

Según la instrucción, como consecuencia de esa acción, el niño sufrió una hemorragia cerebral, las que ocasionaron una parálisis cerebral severa e hipertonia generalizada paralizadas permanentes e irreversibles; poniendo, asimismo, en peligro la vida de Tobías.

Durante tres días, el niño vomitó, y ni su madre biológica o su pareja hicieron nada ni lo acercaron a un centro asistencial. Recién al tercer día, un doctor tomó contacto con la situación y se denunció el caso como un hecho de violencia doméstica.

Duros conceptos

La fiscal de Cámara, Laura Battistelli, en sus alegatos, pidió que esto se acabe. «Lo que vive Tobías es un infierno, que no lo merece ni se lo deseo a nadie», indicó.

Destacó que la omisión -en defender a una víctima o tratar de evitar una acción- es tan grave como la misma acción, por lo que ambos debían recibir la misma pena. «Si ya no resguardamos a los niños no tenemos futuro como sociedad», insistió la fiscal.

«La preservación del macho en casa no vale la pena, y si tomó esa opción debo enfrentar el costo», enfatizó Battistelli.

«La víctima tiene un nombre, que a esta altura debió tener bordado en su delantal de guardería, pero no puede ser», puntualizó la fiscal, quien criticó a Bula por la falta de instinto maternal y a Carreño por su irresponsabilidad como padre.

A su turno el representante promiscuo de la víctima, doctor Rafael Ortiz, criticó a la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia de la Provincia, por la falta de criterio en este tipo de casos, luego que los casos de menores pasará al área ejecutiva desde la Justicia Penal.

Hoy, Tobías está bajo el resguardo de su abuela. Está ciego. No camina. Tiene un botón gástrico. En definitiva, secuelas de por vida.

Siete años parecen un “regalo” por el “desastre” que le causaron en la vida de un niño.

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