Cómo fue el debut de Coki y cómo marcha la boletería en Cosquín

Cómo fue el debut de Coki y cómo marcha la boletería en Cosquín

Coki Ramírez superó la prueba en Cosquín, en una plaza con un 60 por ciento de ocupación que la recibió con indiferencia pero la terminó aplaudiendo. Cómo va el ranking de las entradas vendidas.

Nubladita y con una llovizna que se dispersaba, así pintaba la cuarta noche de este Cosquín 2015, en una plaza que cerca de la medianoche otra vez orillaba el 60 por ciento de ocupación y en la que todavía se escuchaban los ecos de la convincente actuación de Bruno Arias y se encontraban restos de harina y papelitos de la eficaz y redundante fiesta de Sergio Galleguillo en la trasnoche del lunes.

En la previa de esta cuarta luna, una de las incógnitas era saber como funcionaría el show de Coki Ramírez junto a la Orquesta Filarmónica en otro de los segmentos especialmente preparados para el festival. Y la verdad es que la cordobesa que coqueteó con Ti­nelli en la tele superó la prueba y demostró ser una cantante que puede adaptarse a las circunstancias, con un repertorio que giró entre autores folklóricos como Víctor Heredia (Razón de vivir) y Peteco Carabajal (Como pájaros en el aire) y boleros clásicos, pero con el amor como eje dominante.

El público la recibió tímidamente, hasta con un poco de indiferencia, y terminó aplaudiéndola, dando el visto bueno a una propuesta tan cuestionada en un principio. Es cierto que Coki estuvo muy discreta, con un vestido largo rojo furioso y con una rosa blanca en la mano que luego le ofrendó a la plaza. Lo suyo fue el canto, algún movimiento con su vestido, el saludo cordial y el agradecimiento de rigor. Sólo rompió la sobriedad con un pequeño grito, el saludo a un fan y para contar la noticia que en los próximos días estará visitando al papa Francisco.

Los aires románticos habían comenzado con Los Guaraníes, en contraste al arranque a puro chamamé de un referente del género como Antonio Tarragó Ros, quien hizo un culto al sapucay mostrando que no es sólo la arenga (“también es llanto”, dijo) y homenajeó al Gauchito Gil y a los hermanos paraguayos.

Para más tarde, la Próspero Molina se aprestaba para otra celebración infalible: la de Los Tekis, prevista para la 1, de la que se podían divisar algunos rastros, como los llamativos colgantes en el escenario.

En boleterías

La cuarta luna buscaba disputarle a su antecesora el título de la más taquillera en lo que va del festival. Según información oficial, el lunes se vendieron unas 5.000 entradas. Lo del fin de semana fue mucho más discreto: 3.000 el sábado y algo más de mil el domingo, números muy por debajo de las expectativas, que preocupan a los organizadores.

Más allá de lo que sucede en la Próspero Molina, Cosquín tam­bién vive de día. La crecida del río y la jornada nublada ale­jaron a la muchedumbre de las orillas y la llevó desde temprano a la San Martín, entre humoristas o músicos callejeros. Otros tantos se acercaron a la Plaza de los Artesanos, siguiendo la frase "Mi corazón no late, repica" que indentifica a los Bombos Paz, el emprendimiento familar de luthería que arrancó el legendario Mario Paz hace casi 50 años en Santiago del Estero y cuyo legado continúan sus hijos, convertiéndolo en un verdadero símbolo de nuestro folklore, que se refleja en el libro allí presentado. Esos son los bombos que suenan en las manos de músicos con gran trayectoria y también de los que llevan su arte de manera más subterránea. Todo bombisto que se precie de tal, ansía tener un Paz.

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