Cierra el drugstore Stud

Cierra el drugstore Stud
Cuando la idea del open las 24 horas sonaba a trasnochada abría frente a la plaza Independencia, en San Martín al 400, la tabaquería Stud, en 1969.

La idea era simple: un sitio en el que se pudiera encontrar de todo y a cualquier hora. Y el "de todo" incluía desde habanos cubanos o focos hasta chascos, mamaderas y espirales para repeler los mosquitos.

En la cuadra de San Martín al 400, ese quiosco se convirtió en el pionero de los drugstores, cuando esa palabra no había transformado el destino diurno de los almacenes. "Mi mamá y sus hermanos sacaron esa idea de Estados Unidos", cuenta Miguel Garay, hijo y sobrino de los primeros dueños, hoy a cargo del negocio familiar.

El nombre se debió a que a uno de ellos le fascinaban los caballos y en los studs viven los pura sangre en los hipódromos.

Este tradicional comercio está destinado a emular la historia de la tradicional sanguchería "Chacho". En breve deberá bajar la persiana, cuando comiencen las obras de revalorización de la fachada del edificio, donde funcionó el hotel Plaza.

La propiedad integra el listado de bienes protegidos por su valor patrimonial. Hace unos años la compró el empresario Jorge Rocchia Ferro y allí funcionará un anexo de la universidad San Pablo-T.

Noches de ronda

En estos 43 años el boliche frente a la plaza sacó de apuros a más de un tucumano. Antes de que en las estaciones de servicios funcionaran quioscos las 24 horas llegaban fumadores desesperados por un paquete, olvidadizos que querían comprarle un chocolate a su novia o algún afortunado de madrugada, necesitado de una caja de preservativos.

Miguel recuerda que no era raro ver a músicos y políticos entrar al quiosco. "Hace unos 10 años llegó Charly García y compró una botella de whisky", cuenta. Antes de que estuviera prohibido vender alcohol después de las 11 de la noche era muy común que comenzaran a caer grupos de amigos que se habían quedado sin bebida a mitad de la noche.

"Hasta medias de seda vendemos. Más de una vez llegaron chicas desesperadas porque se les había corrido la media", dice riendo.

Cuando no se tenían ni sospechas de la ley de las 4 am, Stud era una parada obligada en la salida. "Aquí llegaban antes del boliche y compraban algo para tomar, después iban a bailar y cuando salían terminaban en Chacho", recuerda Miguel. A todo tuvieron que amoldarse y nunca perdieron los clientes.

"Hemos sobrevivido a crisis económicas, inflación, corralitos. Es una lástima que tengamos que cerrar después de todo lo que pasamos", reconoce. Si él tuviera que sintetizarlo diría que el cierre significa un golpe al corazón. El de su familia y el de los tucumanos. "Para los que tienen más de 40 años este lugar es emblemático", dice.

Pero a este desenlace ya se lo veía venir desde hace un año y medio. Por eso, abrió un local en Yerba Buena, donde piensa llevar la mercadería. Tendrá bastante trabajo, ya que entre el local a la calle y el depósito se acumulan decenas de juegos de mesa, juguetes, todo tipo de tabacos, pipas y una surtida cantidad de golosinas.

"Presenté un proyecto para adecuarme a la fachada, pero los planes son otros. Al parecer van a recuperar los arcos para hacer una especie de recova", explica. Del otro lado de la entrada al edificio del ex hotel Plaza funciona un restaurante, pero su suerte es otra. Al ser más profundo tiene espacio para el retranqueo. En cambio, por detrás del quiosco pasa una importante escalera del inmueble.

Miguel reconoce que no posee armas legales para permanecer, solo le queda esperar un milagro. ¿Te imaginás qué vas a hacer el día después que cierres el local? "No sé, creo que recién ahí voy a caer. Supongo que me sobrará más tiempo, pero seguiré trabajando en el mismo rubro porque es lo que conozco. Aquí llegué a pasarme más de 18 horas por día".

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