El carnaval de la “argentinidad”: el Papa, el tango y el fútbol brillaron en Gualeguaychú

La fiesta arrancó el sábado con el desfile de las tres comparsas. Ará Yeví hizo un homenaje a las pasiones y los orígenes de Francisco. Hubo 25 mil personas que terminaron bailando bajo la lluvia en las pasarelas.

El suelo empieza a temblar. Las tribunas parecen latir y la temperatura supera lo soportable. Las gotas de transpiración recorren los rostros y las latas de cerveza viajan de mano en mano. La noche del sábado se ilumina por los relámpagos en el cielo y los flashes de las casi 25 mil personas que copan el corsódromo y disparan una foto tras otra. El carnaval de Gualeguaychú, el segundo más importante de Latinoamérica, acaba de comenzar. Promete fiesta.

En esta edición, el "carnaval del país" es más argentino que nunca. El Papa Francisco es una de las grandes figuras del espectáculo: la comparsa Ará Yaví decidió utilizarlo como su imagen, bajo el lema de "Hagamos lío". Sus pasiones y orígenes -el fútbol, el barrio de Flores, el tango- se convirtieron en las grandes actracciones de la apertura.

Durante las tres horas que dura todo el show, los miles de espectadores son parte de la fiesta: bailan al ritmo de los tambores, golpean las chapas que separa las gradas de la pasarela y se sorprenden por los cuerpos esculturales que se mueven a toda velocidad, como si estuviesen electrocutados. Los más osados piden piquitos a cualquiera que pase con alguna lentejuela o brillantina sobre su torso.

El calor aprieta. Los más de 34 grados de térmica imponen una moda en las tribunas: el abanico. No bien empieza el espectáculo, un integrante de la comparsa Kamarr no puede soportar los 30 kilos que lleva sobre él y cae rendido. Es sólo un susto, pero la noche para él termina allí.

Lo que sigue es una fiesta de, música, baile, espuma, luz, pasión y color, mucho color. La comparsa Kamarr es la primera en salir. La campeona de las últimas dos ediciones presenta en este caso al Dios Azteca, y le brindan culto al Quinto Sol, el rey del movimiento. Aseguran ser los "dueños del ritmo", y Marcelo Patrín (36) -bastonero de apertura- es el primero en pisar la pasarela blanca de 500 metros. La recorrer delante de todos, durante 80 minutos de pura destreza.

La segunda comparsa es Ará Yaví y su argentinidad al palo: el Papa Francisco y sus pasiones por el tango, los desprotegidos y su amado San Lorenzo, representado en cuervos azules y rojos: "El récord máximo de la temperatura lo tengo yo", dice Santiago bajo las calurosas plumas negras. Desde el techo de un colectivo, un Sumo Pontífice de carne y hueso baila y salta.

El término carnaval proviene del latín medieval carnelevarium ("quitar la carne"), y se refiere a la prohibición religiosa de consumir carne durante los 40 días que dura la cuaresma. Pero lo que sobra ahí, al lado de ese Francisco festivo, es justamente carne. Cuerpos tallados a mano, casi desnudos, que se zarandean de un lado al otro. Pamela Cortinez parece una leona enjaulada cada vez que estira un brazo y mira a la popular. Queda detenida por unos segundos, pero enseguida gira y vuelven a sacudirse como un terremoto. Los muchachos explotan.

Hernán es uno de ellos: disfrazado de novia viajó con 15 amigos desde Capital Federal. Están celebrando su despedida de soltero: se casa el próximo lunes. "Es el último gustito que me doy para mirar esto. En unos días ya empiezo otra vida, me cambio de equipo", le cuenta a Clarín, casi lamentándose. Cerca de ellos hay otro grupo, son cinco amigas que se conocieron en la facultad y que llegaron de Rosario: "Somos las rosarinas de la plumitas. Nombranos así", pide Julieta Ferrer (23), rubia y con una corona de plumas coloridas sobre la cabeza: "Nos encanta el carnaval, vamos a volver", jura mientras espera que la última comparsa cierre la noche.

Como si hubiese estado guionado, la amenaza de lluvia resiste hasta el final. El agua cae cuando la multicampeona Marí Marí ya está por terminar. La comparsa del club Central Entrerriano está presentando "Cuentan que cuentan" basándose en un universo paralelo pleno de fantasía, de palabras e imaginación, al que sólo se llega a través de la lectura. Su debut en el circuito se sin los espaldares con plumas y los trajes destacados, para evitar daños materiales de las lluvia.

Cerca de la 1.30 el agua ya forma parte de un fin de fiesta increíble. Las populares se vacían, pero porque el público ahora es quien se adueña de la pasarela y baila sin parar. La tormenta es cada vez más fuerte, pero a nadie le importa, el calor sigue siendo insufrible. Los bombos, platillos, redoblantes, repeñiques y surdos suenan incansables. La noche recién comienza.

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