El derecho a tener una familia y a ser oídos son dos de los derechos consagrados por la Ley 26.061 de Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescentes, en sintonía con los tratados internacionales de Derechos Humanos y la legislación de Niñez.

“Se debe respetar su centro de vida, entendido como el lugar donde hubiesen transcurrido en condiciones legítimas la mayor parte de su existencia”, sostienen desde el Registro Único de Aspirantes a Guarda con fines Adoptivos.

Abordando la temática de la adopción en Argentina, Claudia Gómez Velázquez, representante del grupo de Adopciones Transparentes, en diálogo con NE apuntaló sobre que antes la legislación priorizaba el derecho de los adultos de adoptar por sobre el derecho de los niños a tener una familia, lo que se ve reflejado en los registros del país: el 98 por ciento está dispuesto a adoptar a niños de menos de tres años.

En un encuentro organizado por la subsecretaria de la Niñez, Adolescencia y Familia, puso énfasis en “los chicos invisibles”, se abordó sobre las problemáticas de institucionalización y de las adopciones tardías.

Es que una de las principales críticas respecto a este tema es que los tiempos de adopción en nuestro país son largos y tediosos, donde la línea que separa a los niños que son declarados en condiciones de adoptabilidad de los que no, aunque de todas maneras permanezcan institucionalizados, se vuelve difusa. Aun así, la profesional remarca “que es necesario respetar el proceso para resguardar a ambas partes”. 

“No todos los chicos que están en hogares se encuentran en situación de adoptabilidad ya que pueden estar por distintas situaciones, pero en lo distintos hogares se gestiona la declaración de adoptabilidad y una vez finalizados los trámites que se exigen es posible determinar cuál será el futro. Uno de ellos es por ejemplo volver a vincularlos con los padres, ya que algunos se encuentran detenidos y privados de su libertad pero no por eso renuncian a la patria potestad sobre esos niños”.

Según la ley, los niños que están mal alimentados, sin acceso a la escuela y con la enorme complejidad en los casos de pobreza seria, se encuentran en una situación de abandono moral o material por parte de sus padres. Pero si hay abandono no es por una perversión de sus padres, sino porque están en una situación de pobreza.

Anteriormente, la respuesta del estado en esos casos era quitarles los chicos a las familias pobres -siempre en nombre del bien- e internarlos en instituciones, pero esa lógica comenzó a modificarse a partir de la sanción de la Convención de los Derechos del Niño y de la Ley de Adopción sancionada en 1997.

Problemáticas

“La problemáticas por la cual los chicos se encuentran en hogares son de diversas índoles y hay innumerables familias que quieren adoptar. Nosotros bregamos porque se acorte el tiempo de espera de los niños y no así el de los potenciales padres, ya que muchos adultos se amparan en atajos realizados por fuera de la ley para para conseguir la adopción que terminan perjudicando a los niños. El fundamental seguir los pasos del registro de adopción para agotar todas las instancias previas”, remarcó Gómez Velázquez.

Dentro del entramado social, la adopción no es una figura para pasar niños de familias con necesidades básicas insatisfechas a familias que sí cuentan con recursos materiales, sino que es una institución pensada para la satisfacción de todo niño a vivir en familia cuando no lo puede hacer en la propia.

Si bien siempre que hay que agotar las instancias para recomponer el vínculo biológico, “una vez que se determina la guarda con fines de adopción es porque está terminado el proceso de búsqueda de esa recomposición", subrayó.