Brasil - Argentina por los octavos de final

Brasil - Argentina por los octavos de final

Esta tarde (17 de nuestro país) Argentina se enfrenta nuevamente a Brasil, por un pase a Cuartos Final. Se repite el duelo sudamericano en instancia decisiva por cuarta vez consecutiva. Hoy La historia dice presente.

La selección entrenó ayer con plantel completo, pensando en cómo detener la ofensiva de uno de los mejores de la primera fase. La comparación inicial es inmediata en la previa del juego: se enfrentan el cuarto (Argentina 84.0 pts) y el quinto (Brasil 83.2 pts) equipo más goleador del grupo de fase.

Con la diferencia que Brasil llega a ese número con un 51.8% en tiros de campo y 40.5% en triples mientras que Argentina sumó 45% en TC y 38.7% en triples. Se dijo desde el minuto inicial del torneo que el equipo de Lamas iba a estar condicionado a tener un buen número en ataque para tener chances de ganar en virtud de su defensa. En Brasil la situación no es parecida, es la mejor tercera defensa del torneo (66.6 pts).

Sucede que Argentina recibió 46 puntos en un partido (la menor puntuación del mundial ante Senegal) y el promedio le quedó en 74.2, pero quitando ese partido fatídico para la ofensiva africana, la defensa Argentina el promedio trepa a 81,2 en los otros cuatro juegos.

Vale decir que Argentina se condiciona a tener una ofensiva que supere los 75-77 puntos para jugar con expectativa de victoria, algo así como 19 puntos por cuarto. Llevar ese ritmo ofensivo, sortear los baches que suele tener en ataque, destrabar los problemas de porcentajes de acuerdo a la formación. Vale decir, Argentina tendrá que llevar el juego minuto por minuto, sin regalar nada. Donde cuentan los detalles.

Los números dicen una parte, la otra tiene que ver con la táctica que cada uno imponga para anular las armas del otro y potenciar las propias mientras que hay una tercera parte que tiene que ver con la parte anímica, emocional. Donde Argentina acaso base sus mayores expectativas. Un amigo periodista me dijo ayer “no sé cómo pero la Generación Dorada lo hará de nuevo, podrá con Brasil”. La frase es eterna, porque ese “no sé cómo” lo dice todo.

Todos especulamos que los jugadores de Brasil están sintiendo la frustración de las derrotas anteriores, la incertidumbre si podrá cortar la racha, la posibilidad que lleven un peso extra que les sea difícil soportar. Mientras que los hombros de los jugadores argentinos viajan livianos de toda carga. Scola, Nocioni y Prigioni tirando del carro, con Herrmann y Leo Gutiérrez como otros referentes y un puñado de pibes que tienen todo servido para convertirse en héroes.

Las apuestas del pasado inmediato debería ser la premisa que Argentina elabore en su estrategia contra Brasil, es decir “liberar” a Marcelo Huertas y cortar el circuito con los pivotes y la fantástica forma en que el base hace jugar a los pivotes. Ante la diferencia de personal que tiene uno y otro equipo en el poste bajo surge una interrogante ¿No será buen negocio rotar con los pibes para mandar a sus internos a la línea de libres? Andreson Varejao (53.8 % en T1), Nené Hilario (60%) y Tiago Spliter (44.4%) son malos tiradores de libres y quizás puedan ser entre 8 y 10 puntos ganados desde la línea de libres solo por impericia del rival, para ese caso, Delia, Bortolín y Gallizzi pueden cumplir un rol muy claro.

Los tres pivotes de Brasil, pelota en mano, de espaldas o de frente al canasto son temibles. Y el personal de argentina escaso. Al menos jugando con Scola de cinco y Nocioni o Leo Gutiérrez de ala pivote estamos muy corto. La apuesta fue la que Lamas instrumentó para llevar adelante en la primera fase y ni hablar que será el equipo que salte a la cancha (Herrmann de alero y Nocioni de 4) pero habrá que estar muy despierto para saber en qué momento esa resistencia no debe quebrarse.

La defensa del juego interior es clave, tanto como que Leandrinho Barbosa, goleador de este equipo con 13.6 pueda asumir algo más de los 9.4 tiros que toma por partido. Vale decir, cuanto más caiga en la anarquía más conveniente para Argentina, porque desde allí dependerá de lo iluminado que pueda estar en juego, dependiendo exclusivamente de los porcentajes. Trampas, la selección como siempre lo hace, lo llenará de trampas a su rival y veremos cual sortean y en cual caen.

Para el final queda la gran apuesta Argentina. Entrar a los dos minutos finales del partido o ganando, empatando o perdiendo por escaso margen. Allí, el intangible de lo emocional juega su carta. Ahí es donde el peso de la historia se le caerá en los hombros a los jugadores de Brasil. Es el punto donde Argentina sacará a relucir la historia tomando la confianza del tipo que se sabe que Dios le dará una manito. La confianza en sí mismo en los finales cerrados es el argumento principal de las victorias. Los sistemas, la técnica, la táctica en esos cierres pierden fuerza para darle ingreso a la parte emocional.

Para tener claro el panorama en la previa: en los Juegos Olímpico de Londres, (victoria de la Argentina 82-77) Argentina tenía a Emanuel Ginóbili y Carlos Delfino en el equipo (32 puntos entre ambos en aquel partido). Incluso, hubo decisivos 11 puntos de un interno que hoy no está: Juan Gutiérrez. Brasil solo tiene un cambio con respecto aquella formación olímpica: sale Caio Torres e ingresa Rafael Hettsheimeir, ninguno de los dos suma minutos en la rotación.

Ellos están en el mejor momento, con ganas de escribir la historia (tal como Dijo Magnano) y Argentina muy al límite de sus posibilidades, dando lo máximo para poder competir. No es para atajarse de nada, porque sabemos que al final se trata de básquet, este deporte hermoso donde todo puede pasar.

Comentá la nota