Con el objetivo de avanzar en la implementación de nuevas tecnologías para minimizar el impacto ambiental generado en el proceso de industrialización de la caña de azúcar, se desarrolló recientemente un curso de Biotecnología Ambiental Aplicada al sector.
Durante el evento, que fue organizado por la Fundación de Responsabilidad Azucarera Permanente (FRAP), se abordaron distintos tópicos, como la producción limpia y medidas para reducir la contaminación de la cuenca de los ríos Salí-Dulce.
Además, en el curso, que tuvo lugar los días 15, 16 y 17 de septiembre, se realizaron exposiciones acerca de metodologías para mermar el impacto ambiental producido por los principales residuos derivados de la industria azucarera y sobre el tratamiento microbiológico y biológico de los efluentes.
Las encargadas de brindar la capacitación, fueron las licenciadas en Biotecnología Cecilia Esquivel y Leticia Romano Nanni, quienes difundieron y dieron a conocer la importancia de los aspectos antes mencionados y plantearon posibles soluciones y alternativas de estudio.
Al término de las jornadas, las disertantes propusieron la presentación de un trabajo para el tratamiento de efluentes de la industria.
Entre los asistentes a este curso se destacó la presencia de los técnicos del Ingenio San Juan S.A: el ingeniero químico Orlando Ruiz, Luis Carranza, Daniel Perea y Dulcinea Joaquín Cárdenas. Estos profesionales realizaron una exposición de fotografías, filmaciones y tablas comparativas sobre los seguimientos de distintos trabajos que se están realizando en esa fábrica para el tratamiento de los efluentes generados por la planta de azúcar (cachaza y bagazo), la destilería de alcohol (vinaza) y las calderas (cenizas).
Los técnicos del Ingenio San Juan explicaron que dicho trabajo se basa en la producción de un compost orgánico a partir de la mezcla de cachaza, bagazo, cenizas de filtros húmedos (también denominados scrubber) y vinaza.
Explicaron que en la planta piloto se arman parvas con las mezclas de los residuos antes mencionados y que luego, mediante un control físico-químico, se regulan parámetros como temperatura, PH (acidez) y humedad para conseguir una materia final en condiciones óptimas para ser utilizada como abono orgánico (fertilizante) en suelos degradados.
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