Ese monstruo que creció durante años, mientras el gobierno prueba suerte entre parches, silencios y promesas que nunca pasaron del discurso.

Y ahora, a las puertas del verano, con temperaturas que prometen ser extremas, ese basural ya no da más.
Ni por altura, ni por riesgo, ni por contaminación, ni por los incendios que sabemos que van a venir.
Porque sí: van a venir. Y no va a ser sorpresa para nadie.

Se habla de “saneamiento”, esa palabra que aparece y desaparece en cada campaña.
Pero la verdad es que nunca se mandó nada al CEAMSE.
Nada.
Todo eso que hoy es una montaña debería haber estado allá. Todo.

Mientras tanto, Areco convive con lo inaceptable: pájaros comiendo basura, ratas que se multiplican sin control, gases, olores, residuos expuestos y un ecosistema enfermo alrededor de un basural que no debería existir.

Ahora el Concejo Deliberante pide explicaciones al Ejecutivo.
Quieren saber qué van a hacer y cómo van a sanear este desastre.

¿Por qué dejaron que llegáramos hasta acá?

Areco no puede seguir un solo día más con este basural.
No es un tema de estética ni de campañas políticas: es un tema de salud pública y de supervivencia.

Porque cuando estalle la consecuencia -no el problema, la consecuencia- nadie va a poder hacerse el distraído.
Y ahí sí, no habrá comunicados, ni cruces en comisiones, ni chicanas partidarias que puedan tapar la responsabilidad  de haber mirado para otro lado dos gestiones de gobierno.