El 2020 asestó un duro golpe a los espacios culturales de la Región

El 2020 asestó un duro golpe a los espacios culturales de la Región

Puertas cerradas, salones vacíos y deudas acumuladas obligaron al cierre de dos emblemáticos espacios: No Me Olvides y Banfield Teatro Ensamble.

El complicado año que representó el 2020 y la dura crisis sanitaria desencadenada por la pandemia de Covid-19 arrasó con muchos sectores, entre ellos, espacios culturales. Al depender de la llegada al público, estuvieron inactivos por meses, lo que desembocó en el cierre inevitable de algunos emblemáticos teatros, bares y centros culturales de la Región.

¿CÓMO FUE EL 2020?

Desde el teatro El refugio de Banfield, situado en Maipú 540, calificaron como “muy duro” el 2020. No generaron ingresos desde marzo y con 22 años de trayectoria, tuvieron que cerrar el espacio. Sin embargo, lograron reabrir las puertas gracias a la ayuda de la gente.

“El 2020 fue muy duro, como ya todos saben. Cerramos el teatro y gracias al apoyo de les vecines y amigues pudimos volver a abrir”, evaluó Daniel Bastias, el director del espacio. “El Municipio (de Lomas de Zamora) pagó el subsidio de funcionamiento de sala que nos corresponde por ordenanza municipal (N° 15.852), y eso nos permitió pagar el alquiler hasta diciembre”, contó.

Desde el Centro Cultural Landa Sabaris, ubicado Plazoleta Azopardo 53 en Almirante Brown, contaron que estuvieron cerrados desde que se decreto el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) hasta diciembre. La directora del espacio, Cristina Landa, remarcó que con la cuarentena “no se podía de ninguna manera trabajar”.

Señaló que abrieron en enero, y que el protocolo fue aprobado recién a fines de diciembre. “Se nos complicó muchísimo para poder sostenernos, porque la pandemia avanzaba y los servicios y todos los gastos que en general uno tiene, seguían”, confesó, a la vez que admitió que lo atravesaron con mucha dificultad.

En tanto, desde El Padilla, un reconocido espacio cultural de Temperley ubicado en Avenida Meeks 1058, una de sus gestoras, Daniela Vietti, comentó que fue un año “muy difícil” y que les dejó muchas deudas.

“Si bien se demostró más que nunca qué tanto dependen realmente los espacios de la gente, la simbiosis que hay entre espacio, artista y público, rescatamos mucho toda la parte linda del reencuentro. Reconectarse con la gente, la energía que se sintió”, confesó, a la vez que sostuvo que uno de los grandes desafíos que les toco atravesar, además de la situación económica, fue la adaptación a las redes, la comunicación y los streaming.

Algunos centros culturales y teatros no tuvieron la misma suerte y sobrevivir fue imposible. El Banfield Teatro Ensamble, tras 20 años de trayectoria , bajó telón. La pandemia de Covid-19 fue la gota que rebalsó el vaso. Las deudas que arrastraban de años anteriores y la inactividad hicieron que el final fuera inevitable.

“La pandemia reventó todo lo que tiene que ver con lo cultural, más allá del contexto el cual teníamos. Veníamos de cuatro años de una situación muy desfavorable para la cultura y acumulando deudas.  Ocho meses cerrados y la imposibilidad de reabrir, nos mató”, señaló Pablo Cordonet, uno de los gestores del proyecto, a Info Región.

El BTE, ubicado en Larrea 350 de Lomas de Zamora, nació en el 2000, pero comenzó a ser pensado cuatro años antes por un grupo de estudiantes de teatro que entonces tenían entre 18 y 19 años: Silvina Aspiazu, Nelson Valente, Agustina Sanguinetti, Ignacio Gómez Bustamante y Pablo Cordonet. A pesar del desenlace indeseado, Cordonet aseguró: “el Ensamble es una idea, no es un edificio solamente, ni es un lugar físico. El Ensamble no muere con esto”.

La misma suerte corrió el reconocido Centro Cultural No Me Olvides, ubicado en Avenida Meeks 490 de Temperley. “Se cierra el telón. Luego de 9 años nos toca despedir esta etapa de No Me Olvides. Las causas no son un misterio: la situación actual nos lleva a tomar esta decisión que nos duele”, señalaron en redes el 1 de junio. “Generamos un ámbito de participación política juvenil diferente, único e inédito en el Conurbano. Nos llena de orgullo saber que No Me Olvides fue semilla y que sigue creciendo aún más allá de sus puertas”, apuntaron.

EXPECTATIVAS PARA 2021

Respecto al esperado nuevo año, Bastias expresó que el futuro de El Refugio es “incierto”. “Vivimos el día a día”, admitió y manifestó su deseo de poder continuar, pero la situación es complicada. “Ojalá podamos seguir, pero se nos hace muy duro. Mientras podamos, seguimos dándole batalla”, sentenció.

“Una de las cosas que caracterizan esta etapa es la incertidumbre, la falta total de seguridad de saber que cosas podes hacer”, analizó la gestora del Centro Cultural Landa Sabaris. “No podemos hacer proyectos porque no sabemos que van a suceder”, apuntó.

Desde El Padilla, Vietti sostuvo que tienen mayor expectativa para este nuevo año, esperan recuperarse de toda esta situación para “volver a poner el espacio en funcionamiento en su máximo potencial”. “Hoy lo mas importante es reinventarse todo el tiempo. Va a ser un buen año, difícil pero bueno”, apuntó.

Uno de los espacios culturales que vivió un “milagro” y pudo, incluso, apostar a crecer fue el Galpón Diablomundo, que en enero cambió su nombre a “Otromundo, sala Roberto Uriona”. El espacio, ubicado en la avenida Almirante Brown 3581, funcionará como teatro, bar y librería de editoriales independientes.

Quique Pagella celebró que “un grupo de gente joven le va a poner el pecho” al espacio, que desde su lugar aportará con la experiencia. Él se desligará de la gestión, pero continuará brindando clases de teatro, con las Ediciones Lamás Médula y la colección de Libros del Galpón, que apunta a la publicación de autores del conurbano sur.

 

POR KATJA KUBAR 

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