Se profundiza la brecha social y económica en el conurbano bonaerense

Se profundiza la brecha social y económica en el conurbano bonaerense

En los últimos años se agudizaron las diferencias entre el corredor norte y el sur; el freno en los volúmenes de producción industrial fue clave en el proceso

El conurbano bonaerense está partido. Ya no alcanza con dividirlo en cordones para decretar que quienes viven en los municipios más próximos a la Capital tienen menos necesidades que los que viven en el segundo y tercer anillo. El PJ era el mejor intérprete de esa configuración. Hace décadas, otro dibujo empezó a superponerse sobre ese esquema. El deterioro industrial de los últimos años, que denuncia el macrismo, y el parate de los últimos meses, que advierte la oposición, lo hicieron más evidente.

Ese dibujo muestra un corredor norte, integrado por los municipios de Vicente López, San Isidro, San Fernando y Tigre, extensible a Escobar y Pilar, que exhibe un mayor dinamismo económico, con procesos de inversión privada e inclusión. Su contracara es el corredor sur, que se empobrece a la vera de un cordón industrial manufacturero, histórico pero deprimido. Esa franja muestra su peor cara en regiones de Lomas de Zamora, Lanús, Avellaneda, Quilmes y Florencio Varela, aunque también en Esteban Echeverría y Almirante Brown.

"A los chicos se les nota el hambre los lunes", dice Juanita. Canosa, bajita pero además encorvada, casi plegada hacia el piso, Juanita pasea una sonrisa amable de 84 años por el comedor de la Villa Besada, en Monte Chingolo, Lanús. Espera las doce, cuando los platos de plástico se repartirán a lo largo del mesón para 30 personas. A esa hora empezarán a desfilar ancianos, adolescentes y niños, de la mano de madres que son, también ellas, niñas. No hay llamado ni aviso: simplemente van apareciendo uno detrás del otro, como si se escurrieran desde las puertas de chapa y los pasillos.

Juanita no aclara y no hace falta: los lunes a los chicos se les nota más el hambre porque los comedores están cerrados el fin de semana.

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Al oeste, el patio trasero de La Matanza sigue siendo para muchos investigadores y funcionarios la meca de preocupaciones y desafíos, pero cada vez son más quienes señalan que la marginalidad y la violencia muestran su rostro más cruel en las villas del sur. Situación que ven repetirse en los asentamientos de Moreno, Merlo, José C. Paz y San Martín.

El estudio del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA que acompaña esta nota muestra esa lógica. Plantea que el 60% de los hogares del conurbano pertenece a los dos estratos más bajos. Pero señala que no es un espacio homogéneo: "En la zona norte hay mayor proporción de hogares de estrato medio-alto; mientras que en las zonas sur y oeste hay mayor presencia relativa de hogares bajos y mediobajos".

El informe destaca que menos de la mitad de la población adulta del conurbano finalizó sus estudios secundarios. "Nuevamente, la zona norte presenta una ventaja relativa, alcanzando el 49% de la población con estudios secundarios completos, mientras que en el Oeste es el 43,7%, y en el Sur el 39,4%", agrega.

"La precariedad de los barrios de zona sur resultó mucho más alta que la de las zonas oeste y norte", vuelve a marcar en los comentarios finales, para distinguir que la población en el oeste del conurbano se encuentra en ciclos de vida más avanzados: "A diferencia de zona sur, los jóvenes aun vivían con sus padres".

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