Mataron a un joven en Rosario y en lo que va del año hubo un asesinato por día

La víctima fue un hombre de 27 años; lo mataron porque había denunciado a vendedores de droga de la villa Banana; la intendenta Mónica Fein solicitó que regrese la Gendarmería Nacional para custodiar distintos barrios

Un nuevo homicidio ligado a la venta de drogas sacudió ayer a esta ciudad, donde la violencia recrudeció en las zonas periféricas, después del retiro de 2000 gendarmes el 31 de diciembre pasado. En lo que va del año se cometieron 16 crímenes, seis de ellos relacionados con el narcomenudeo. La intendenta de Rosario, Mónica Fein, reclamó el regreso de los agentes federales a Rosario y cuestionó que se "priorice la presencia de Gendarmería en el conurbano bonaerense y no en Santa Fe".

A las 5 de ayer, en villa Banana, uno de los barrios precarios más grandes de la ciudad, fue asesinado Germán Carabajal, un joven de 27 años que vive con su familia en una casilla que asoma a uno de los pasillos laberínticos del asentamiento, a la altura de Felipe Moré y Ocampo, en el oeste de la ciudad.

Como no hubo testigos directos, los investigadores no saben si a Carabajal lo mató una persona o varias. Los vecinos dijeron que escucharon una discusión y que a los pocos segundos tronaron disparos.

Fuentes de la Policía de Investigaciones (PDI) señalaron que Carabajal habría denunciado hace unos meses a un grupo de la zona que se dedica a la venta de drogas y que son los que generan violencia en el barrio.

La hipótesis que maneja la PDI es que el crimen tiene que ver con una venganza por esa denuncia. Mercedes Carabajal, hermana de la víctima, dijo que los que mataron a Germán "son soldaditos" de un presunto narcotraficante que vive en el barrio y que tiene "protección policial".

"Le dan 3000 pesos a la policía para que lo dejen vender droga en el pasillo de la villa. Nosotros queremos que se vayan del barrio. Están arruinando a toda la juventud", aseguró la mujer.

En lo que va del año se cometieron 16 homicidios en Rosario. La espiral de violencia parece no tener límites, y por las cifras el escenario es similar al de enero del año pasado, cuando hubo 32 asesinatos. La escalada de crímenes en los primeros meses de 2014 (muchos de ellos ligados al narcotráfico) motivó que el 9 de abril pasado desembarcaran 2000 gendarmes para "pacificar" los 22 barrios que patrullaban. La presencia de las fuerzas federales no logró una baja significativa del número de muertes violentas, pero rompió la tendencia de crecimiento de los últimos tres años. En 2014 hubo 247 asesinatos, frente a 264 del año anterior.

NUEVA FUERZA

El repliegue de la Gendarmería obligó al gobierno provincial a crear la Policía de Acción Táctica (PAT), conformada en Rosario por 750 efectivos, que salen a patrullar en grupos de tres uniformados las zonas más calientes de la ciudad.

El debut no fue el mejor. El 4 de enero pasado, un grupo de agentes de la PAT intervino en la persecución de un supuesto ladrón y mató de tres disparos a Jonatan Herrera, un joven de 20 años que lavaba su auto en la puerta de su casa, en el barrio La Tablada.

Este hecho, que terminó con cuatro efectivos detenidos e imputados de homicidio agravado, activó el debate sobre la capacitación que tienen hoy los policías. Estos efectivos que hace unos pocos días empezaron a patrullar recibieron una formación de apenas seis meses. Debían egresar lo antes posible del Instituto de Seguridad Pública (ISEP) para reemplazar a los gendarmes que volvían a sus lugares de origen.

El ministro de Seguridad, Raúl Lamberto, decidió hace tres días que el actual jefe de la Tropa de Operaciones Especiales (TOE), Adrián Forni, pase a conducir esta nueva fuerza. Forni dijo que a pesar de que tienen un arma y están en funciones en la calle seguirá con la formación de estos efectivos.

El gobierno también puso en funcionamiento la Policía Comunitaria en el barrio Ludueña. Aquí, los lugareños están conmocionados porque la semana pasada se produjo el crimen de Damián Gómez, un joven de 20 años, en las inmediaciones de una casa donde se vendía droga.

El dueño del quiosco de sustancias prohibidas fue quien, según los testimonios, le disparó. Ese asesinato provocó una serie de enfrentamientos en el barrio, que se extendieron durante dos días y que dejaron a otras tres personas heridas de bala.

Después de las disputas en Ludueña, ocurrió otro estallido de violencia en Santa Lucía, que dejó tres fallecidos y una madeja conflictiva, con choques entre grupos ligados al delito y a la venta de droga en ese barrio..

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