Lo que FASTAba

El polémico video donde Urtubey promocionó el voto electrónico eclipsó un hecho no menor: fue en la universidad FASTA, dirigida por el fraile que reivindicó al jerarca nazi Eric Priebke, colaboró con Bussi y Galtieri en la dictadura y fundó una fraternidad que propaga la euforia miliciana entre sus miembros. (Daniel Avalos)

 

El pasado no ha sido vencido. Entre otras cosas porque puede convivir con lo que algunos llaman el futuro. Lo confirma la promoción que el mandatario salteño hizo del voto electrónico en la sede que la Universidad FASTA (Fraternidad de Agrupaciones Santo Tomás de Aquino) posee en Mar del Plata, una institución dispuesta a aceptar los cambios en la esfera técnica – económica pero a cambio de que se respeten y promuevan los valores más arcaicos del catolicismo.

Lo último no es desconocido para el mandatario salteño. Después de todo fue él quien implementó en la provincia la obligatoriedad de la religión en las escuelas y entregó el control de la misma a la jerarquía eclesiástica local. Lo nuevo es que a esos vínculos le sumó la visita a una institución  concebida por el cerebro de un fraile siempre vinculado a personajes criminales: por ejemplo el jerarca nazi, Eric Priebke; el sanguinario dictador tucumano Domingo Bussi; o al presidente de facto Leopoldo Fortunato Galtieri quien para retener el poder en momentos en que la dictadura tambaleaba ideó su empresa más canallesca: la guerra de Malvinas.

Hablamos de Fr. Aníbal Ernesto Fosbery, el creador de FASTA, quien cobró notoriedad en abril de 2003 cuando inaugurando la sede de esa institución en Bariloche dio un discurso donde expresó su “gratitud” a Erich Priebke, quien hasta el año 1994 había sido presidente de la Asociación Germano-Argentina de esa localidad y había prestado las instalaciones del organismo para que la universidad de Fosbery funcionara. “Permítanme que de modo personal exprese en nombre de la FASTA nuestro recuerdo y gratitud al entonces presidente de la Asociación Germano-Argentina, el señor Erich Priebke”, manifestó Fosbery aquella vez. (Clarín, 15 de abril de 2003).

Priebke fue uno de los muchos alemanes nazis que llegaron a la Argentina entre 1945 y 1955 burlando las órdenes de captura y la lista de criminales de guerra que los aliados habían logrado confeccionar tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. La particularidad es que Priebke era un alto mando de las SS (Standarte Deutschland), la fuerza que surgida antes del ascenso de Hitler hacía de milicia personal de éste mientras recorría cervecerías escupiendo sus discursos antisemitas. Con el tiempo, las SS adquirirían dimensiones monstruosas al punto de constituir un ejército autónomo de las Fuerzas Armadas alemanas, manejar la policía secreta del Tercer Reich destinada a aplastar toda oposición y en la que finalmente recayó lo tarea de exterminar a los judíos en los cientos de campos de concentración que las propias SS administraban a lo largo de Europa del Este.

Lejos de ser un asesino que sentenciaba a la muerte a miles desde un escritorio, Priebke era de esos cuyas manos estaban salpicadas de sangre. Y es que su campo de acción no eran los despachos sino los lugares donde sobraba sangre y dolor. En Italia fue condenado tras ser extraditado de Argentina en 1995 por la Masacre de las Fosas Ardeatinas. Los hechos se remontan al 23 de marzo de 1944 cuando Italia estaba ocupada por los nazis. Ese día la resistencia italiana colocó un explosivo que mató a 33 soldados alemanes y como represalia Hitler ordenó ejecutar a 10 italianos por cada alemán muerto. Priebke y su compañero Karl Hass, trasladaron en camiones a 335 presos de varias cárceles romanas hasta unas minas abandonadas en las afueras de Roma conocidas como fosas Ardeatinas. Allí, tras ser introducidos de cinco en cinco, los prisioneros fueron ejecutados con un disparo en la nuca. En el juicio que los italianos celebraron contra Priebke y Hass, el primero reconoció haber dado muerte con sus propias manos a varios rehenes aquel 24 de marzo de 1944.

Rodeo teológico

Indagar sobre la biografía del fundador de FASTA no es difícil dada su polémica trayectoria. Por eso es fácil corroborar que este dominico ordenado como sacerdote en el año 1959, luego de doctorarse en Teología por la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino, tiene 83 años y suele relatar a sus íntimos que conformó el grupo para dar respuesta a la exhortación del Concilio Vaticano II que instaba a promover la participación de los fieles laicos en la vida y misión de la Iglesia.

FASTA, en definitiva, representa uno de los muchos grupos católicos que cobraron auge en la segunda post guerra. Grupos que convencidos de que la sociedad optaba por sacudirse de un tutelaje extraño hasta entonces expresado con misas celebradas en latín y de espalda a los fieles, optaron por recuperar terreno impulsando la creación de grupos y asociaciones laicas de raíz católica. El auge de las llamadas Democracias Cristianas que conjugaban liberalismo y pensamiento conservador o el de la Teología por la Liberación que optó por los pobres, se relaciona con ese proceso de múltiples y complejos pliegos.

Pliegos que incluyó al integrismo católico como el de FASTA cuyas características centrales son las siguientes: un antisemitismo que a diferencia del nazi no plantea el exterminio judío pero sí la búsqueda de la conversión voluntaria o forzada de los mismos; el disciplinamiento de los disidentes internos; la restitución del poder político y económico por dentro y fuera de la Iglesia; y tal como lo declara la propia FASTA, integrar los saberes técnicos en el marco de una visión del mundo iluminada por el Evangelio para escapar del pluralismo que desde el Renacimiento considera que “todas las posiciones son igualmente válidas”.

El rasgo autoritario de la organización está fuera de duda. Lo registró el diario “El Tiempo” de la provincia de San Juan con un artículo del 15 de diciembre pasado cuando informó la puesta en marcha del “FASTA Federico Ozanam” de esa provincia, el cual inició el ciclo lectivo 2016 con salas de 4 y 5 años. Esa vez los miembros más antiguos de la Fraternidad recordaron que desde mayo de 1963 el grupo trabaja en San Juan por iniciativa del propio Fosbery quien llegó a la provincia para dar inicio al movimiento laico que desde entonces mantiene con la Fe propia de los conversos, las actividades semanales a las que cada año asisten entre 100 y 120 chicos de 8 a 18 años divididos en grupos.

Entre los  varones están “Los Escuderos” que poseen entre 8 y 12 años, mientras “Los Templarios” reúne a los que tienen entre 13 y 18. Entre las niñas más chicas (8 a 10) están “Las Caperucitas”, “Las Herederas” reúne a las que poseen entre 11 a 13 y las “Adalides” cuentan en sus filas a las adolescentes de entre 14 y 18. Los mayores de 18 años caben en el grupo “Milicianos”. Todo ello es acorde a las denuncias que en junio de 2006 publicó el diario español El País con un artículo que denunciaba el adoctrinamiento y la presión psicológica que se ejercía sobre los alumnos de los colegios que FASTA administra en España.

El artículo, básicamente, relataba la euforia bélica de la enseñanza potenciada por el carácter castrense de esos colegios en donde los púberes son adoctrinados para estar dispuestos a la lucha antes de dejarse atropellar por la arrogancia laicista. Según ese artículo, por entonces FASTA desarrollaba sus actividades en 22 diócesis de la Argentina, España, Chile, Brasil y Perú.

Bussi, Galtieri y Pando

Pero volvamos al anfitrión de Urtubey en la Universidad FASTA, el Fr. Aníbal Ernesto Fosbery. Y es que además de celebrar a Priebke también estuvo vinculado a personajes nefastos de la dictadura argentina: el tucumano Domingo Bussi y el responsable de la guerra de Malvinas, Leopoldo Fortunato Galtieri.

Para establecer los vínculos con el primero conviene recordar que la primera escuela de la Fraternidad en Argentina se concretó en Tucumán y en pleno auge del terrorismo de estado: 1978. Allí Fosbery dirigió la universidad del Norte Santo Tomás de Aquino y el colegio Boisdron con el propósito declarado de formar a la dirigencia católica de la sociedad. Lo revelo Horacio Verbitsky en un largo artículo publicado en Página 12 el 1 de octubre del año 2006. Allí el periodista recogió el testimonio del exdiputado nacional, Rodolfo Vargas Aignasse, quien sostuvo en un programa de televisión que Fosbery solía reunirse con Domingo Bussi en el Comando de la Quinta Brigada de Infantería para decidir quiénes debían ser secuestrados. Nunca nadie desmintió la versión de quien tiene un hermano -de nombre Guillermo- que forma parte de la lista de detenidos/desaparecidos de Tucumán.

Que Fosbery no era un marginal en la relación con la dictadura, lo confirma otro hecho asombroso: durante la guerra de las Malvinas viajó a Libia por encargo del general Leopoldo Galtieri para conseguir misiles. “La misión, que también integraba el entonces coronel José Dante Segundo Caridi, fue detectada por la inteligencia británica”, aseguró Verbitsky aunque en realidad el hecho ya había sido develado por otros. Semejante inclinación no es desconocida para los estudiosos del integrismo católico quienes señalan que entre estos existe un fanático ahínco por defender a Dios y la Patria aunque como lo declaró el mismo Fosbery cuando celebró a Priebke en Bariloche, “no hay Patria sin Iglesia”.

Ello explica que una simple búsqueda por la web sobre el personaje lo muestre como organizador de paneles académicos en donde encontramos personajes como Enrique Díaz Araujo, quien le organizaba giras por Cuyo al excoronel Mohamed Seineldín, jefe de los carapintadas que se levantaron contra los gobiernos de Alfonsín y Menem; Vicente Massot, exeditor de la revista ultraderechista “Cabildo” en los 70, actual director del diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca y procesado por la desaparición de obreros de su empresa mediática; o Héctor Hernández, en su momento defensor oficial del policía Carlos Alberto Azzaro acusado del homicidio en 1976 de Omar Darío Amestoy, María del Carmen Fettolini, sus hijos de cuatro y dos años, y de Ana María del Carmen Granada en un enfrentamiento simulado.

El mismo artículo de Verbitsky recordaba cómo por entonces la Universidad FASTA y Fosbery se involucraron durante los primeros años del kirchnerismo a las asociaciones que consideran “presos políticos” a los militares y policías enjuiciados por delitos de lesa humanidad. Esa asociaciones estaban presididas por Cecilia Pando (Asociación de Familiares y Amigos de los Presos Políticos en Argentina) y Karina Mujica (Memoria Completa), la señorita que era novia del criminal Alfredo Astíz y se paseaba por los programas de televisión enfatizando que las defensoras de militares eran muy monas “porque eran hijas de gorilas”. Esas organizaciones, además, solían oficiar misas por los detenidos en los colegios de FASTA.

Gente como uno

Con respecto a la primera sede de la Universidad de FASTA, la misma fue autorizada por el ministerio de Educación del menemismo en 1991 e inaugurada en Mar del Plata en abril de 1992. La fecha coincide con la fundación de otra universidad de características similares: la Austral, perteneciente a la fanática y elitista prelatura del Opus Dei que siendo una alquimia de congregación religiosa y empresa capitalista, se convirtió en la correa de transmisión entre el Vaticano y los gobiernos derechistas de América durante los 90.

En esa universidad se especializaron algunos miembros del gabinete “U” -Simón Padrós, Mariano Ovejero y Pamela Calleti- y a la prelatura pertenece otro personaje importante para el gobierno provincial: el pediatra Abel Albino, quien devino en gurú de la administración local en lo que a política sobre la niñez y lucha contra la desnutrición se refiere. Albino, recordemos, cobró celebridad por su lucha contra la desnutrición infantil a través de su Fundación CONIN, aunque también posee un lado desmesuradamente oscuro que él mismo develó con la publicación de su libro “Gobernar es poblar” y cuyo subtítulo abofetea al sentido común: “¿Paternidad responsable o fornicación asistida?

Allí explica Albino que siendo nuestro país productor de alimentos para 400 millones de personas, desde el punto de vista de la medicina social no hay hambre sino una enfermedad de connotaciones culturales y éticas: “la desvirtuación de la sexualidad, deformación que incita a desarrollar, de modo animal, una desenfrenada libertad sexual fuera de todo marco”. Realizado el diagnóstico, Albino asegura de que el remedio consiste en “erradicar los males culturales latinoamericanos imitando las virtudes europeas pero no sus vicios”. Como se adivinará, las virtudes europeas son el republicanismo mientras los vicios son las políticas de control de la natalidad. Criterio que lo lleva a concluir que la desnutrición infantil es el resultado de una “pléyade de hijos indeseados, lo que, precisamente, por ser indeseados luego son abandonados o desatendidos en mayor o menor medida”.

De allí que no sorprenda que Albino reivindique como parte estructural del método CONIN una “correcta educación sexual” que contiene “once pautas de educación” que en lo central promueven la castidad y cuyo sentido es el siguiente: todo acto sexual que no sirva para procrear o para consumar la unión matrimonial no sólo es pecaminoso, sino también la causa de que la naturaleza castigue a los pecadores con el aberrante fenómeno de la desnutrición infantil.

Y así las cosas, a uno sigue quedándole la desoladora sensación de que el gobernador salteño sigue acompañado por personajes que presentándose como tiernos ancianitos, se parecen más a Bernardo Gui, ese inquisidor dominico cruel y despótico de la película “El nombre de la rosa” y que en nombre de dios desata terribles crueldades contra este mundo torcido y pecador.

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