La esperanza, lo último que se pierde

La esperanza, lo último que se pierde

El bloqueo a la Terminal 2 y 3, y un paro en la mitad de la descarga de un barco potero pusieron sobre la mesa un nivel de conflictividad en el sector de la estiba a contramano de la previsibilidad.

La novela del buque potero Esperanza 909 de la empresa Chiarpescaamarrado en el muelle de la Terminal de Cruceros, pero también por elreclamo de socios de la cooperativa Portuarios Mar del Plata Ltda, en defensa de su trabajo, puso sobre la mesa las cuentas sin resolver de la estiba.

La firma armadora de capitales chinos tuvo el buque tres días retenido por una medida de fuerza. Desde el viernes al mediodía cuando Portuarios decidió suspender la descarga del barco y dejar 300 toneladas de calamar congelado en la bodega, hasta el lunes después del mediodía, cuando llegó el compromiso de mantener la relación comercial que los une desde hace más de una década.

Tres noches menos de pesca, a 20 toneladas por noche, a 2 mil dólares promedio la tonelada de calamar… quienes le vendieron un buzón a Chiarpesca les terminó generando un hueco de 120 mil dólares en el balance final de la zafra.

Dos nombres claves en esta historia distinguen los “Portuarios”: José Luis Ibáñez, cliente de los chinos desde la proveeduría Puerto Hueche. De la noche a la mañana apareció como nuevo “apoderado” de la empresa que había comprado dos barcos de Chiarpesca y quien contrataba a Producciones, la cooperativa de Carlos Sepúlveda, presidente de una de las cámaras que agrupa a las empresas de la estiba e integrante del Directorio del Consorcio.

Claro que los estibadores de Portuarios no compraron el cuento y ante la amenaza de perder esos dos barcos, pararon la estiba del Esperanza 909 en pleno muelle. Una medida extrema para defender sus fuentes de trabajo pero que parece ser la única viable para encauzar soluciones.

Si la intención de las autoridades portuarias es mantener las señales de previsibilidad que Mar del Plata emite desde hace casi dos años, es hora de resolver los problemas que la estiba arrastra desde hace mucho tiempo y a los que solo se le ponen parches para que la rueda siga girando.

Un camino sería aplicar la Resolución 220, dictada en noviembre del 2009 por el Consorcio pero con pedidos de prórroga que la mantienen en el limbo. La norma obliga a las empresas de estibaje a prestar servicio con “herramientas propias”.

En este tiempo algunas cooperativas invirtieron y compraron grúas, guinches y autoelevadores. Otras siguen operando con maquinarias alquiladas o prestadas. Como Portuarios y Producciones, las dos involucradas en esta historia de Chiarpesca.

Con un convenio colectivo reformado entre gallos y medianoches, que le confiere voz y voto a los socios monotributistas por sobre los afiliados, que solo se resumen entre los eventuales reunidos en el centro de contrataciones, la tensión entre ambos sectores recrudece cuando aparece el trabajo como en estos días de zafra potera.

Con amplia mayoría, en dos asambleas, los socios eliminaron la lista rotativa por la que convocaban a los eventuales en la parada y la obligatoriedad de incorporar el 30% a cada mano que se convoca en la apertura de los barcos.

Las empresas de servicio dicen que con la lista rotativa se cometían abusos. Que los estibadores aducían dolores y accidentes para concurrir a la cobertura del seguro. Con ingresos promedio jugosos, percibían más que una digna garantía mientras los socios pasaba penurias en el muelle una vez terminada la zafra.

Pero desde las cooperativas también se cometen abusos señalan los eventuales y le apuntan a la facultad de habilitar nuevos “socios” durante la zafra del calamar con la venia del resto de las empresas de servicios y el Supa. De valerse de esta herramienta para precarizar trabajadores acusan a Carlos Sepúlveda.

“Les pagan $450 por seis horas de trabajo,  un tercio de lo que nos corresponde a nosotros por convenio. En negro, sin seguro ni obra social”, dice Javier Anicas, vocero de los eventuales en el reclamo que la semana pasada bloqueó durante más de 30 horas el acceso a las Terminales 2 y 3.  En la mira del reclamo estaba Producciones e Hipocoop, de Alberto Ovejero, consideradas como las que más “gambetean” a los eventuales.

En el pico de la temporada de calamar muchas cooperativas no dan abasto para atender los barcos de sus clientes. Es normal que convoque a socios de otra empresa de servicio. Pero como no hay controles, esa otra cooperativa permite que ingresen las plásticas de zafra y no sus socios, o los eventuales.

El bloqueo a la Terminal se levantó con un acuerdo de los tantos que se firman y luego nadie respeta. Establece que una vez ocupados los lugares de los estibadores de las cooperativas la prioridad la tendrían los eventuales. Llevaba la firma de 8 miembros del directorio. La de Sepúlveda brillaba por su ausencia.

El Supa, que no avaló el reclamo de sus afiliados,  pide que mejoren los controles del Consorcio en el muelle y exige que inspectores del Ministerio de Trabajo fiscalicen las condiciones laborales y de seguridad al momento de las descargas. Pero parece solo un formalismo.

Cuesta creer que Carlos Mezzamico, pope del gremio, no sepa que hasta no hace mucho empleados del consorcio cobraban “peaje” a los estibadores que ingresaban como simples visitantes al puerto. Cuentan que Jorge Hidalgo descubrió a los Delegados que intervenían en la maniobra y los alejó de los “turistas”. Otras fuentes aseguran que la metodología sigue vigente en la nueva administración.

Hasta no hace mucho había un acuerdo tácito: no robarse los clientes. Pero la caída de la actividad en los muelles del fresco y la preponderancia de los congeladores genera horas muertas y urgencias que llevan a violar todos los códigos no escritos.

En Pequeña Marina están convencidos que Producciones utilizó la misma metodología para quedarse con la descarga del “Coral Blanco”, potero de la armadora Novamar. Una venta ficticia. “Frenamos a nuestra gente para evitar problemas”, dice Juan Carlos Elguero, referente de la empresa.

Que Chiarpesca no había vendido esos dos barcos que debía descargar Portuarios quedó en evidencia a las pocas horas de iniciada la medida de fuerza. Desde la firma armadora le hicieron una singular oferta a Jorge David, el presidente de la cooperativa: “descargan uno ustedes y el otro Sepúlveda”.

Cuando en Chiarpesca se dieron cuenta que lo barato estaba resultando carísimo retrocedieron todos los casilleros, desapareció el mandato del “apoderado” Ibáñez y se desvaneció la avivada de Sepúlveda por colarse en el muelle del congelado con tropa tan propia como precaria.   

El 909 terminó de descargarse el lunes a la tarde y volvió rápido a la zona de pesca, donde los rendimientos diarios comenzaron a ser irregulares. En el puerto local la esperanza de ver que que la estiba termine de poner todos los pies en el plato de la previsibilidad nunca se pierden.

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