Diga 33

Por Marcelo Aguaysol

Por la plata baila el mono, el funcionario, el dirigente político (de cualquier extracción), el puntero y los aplaudidores. Mucho más en un año electoral como el que se viene.

La gestión del gobernador José Alperovich -el mismo que despotrica contra aquellos que reparten dádivas por un voto- se ha cuidado en cerrar los ejercicios fiscales con equilibrio. Salvo el déficit “técnico” de 2009, fruto de la refinanciación de la deuda otorgada a Tucumán por la presidenta Cristina Fernández en un período signado por la crisis global, el Presupuesto siempre ha sido superavitario. El de este año irá en esa línea. Si bien las autoridades presentarán un saldo positivo de $ 100 millones, puede que esa suma se triplique al momento de hacer los cálculos finos y finales. No es poco dinero. Representa un tercio de una planilla salarial mensual que se paga a los 83.000 empleados públicos tucumanos. Tampoco lo es si se tiene en cuenta que, fiel a la idiosincracia de los economistas clásicos, los funcionarios del área de Economía se han pasado todo el año llorando y exclamando a cuanto ministro pasó por el primer piso de la Casa de Gobierno que no hay más partidas que las existentes. Fue la orden que dio Alperovich. Fue el libreto al que se aferró Jorge Jiménez desde el primer minuto que se sentó en el sillón ministerial. 

Cuentan sus colaboradores que lo que más cuida Jiménez es la lapicera. No es cualquiera. Se trata de una lapicera fuente con la que firma, con demasiado celo, leyes, decretos y resoluciones. Por eso suele decir que responderá por aquello que haya rubricado con esa tinta especial que guarda celosamente en un cofre. Más allá de esa conducta, la administración Alperovich se ha dado ciertas licencias a la hora de gastar. Como fue el caso del avión o del helicóptero de uso integral. También con el equipamiento para el área de seguridad, con cámaras y tecnología de punta que envuelven hasta el mismo Palacio ubicado en 25 de Mayo y San Martín. Nada escapa al control estatal. 

El Presupuesto 2015, promulgado mediante la Ley N° 8.745 y publicado ayer en el Boletín Oficial, nace con el pecado original de la inflación. Establece gastos totales por unos $ 31.000 millones, pero Alperovich dirá 33 cuando se siente a negociar la suba salarial del sector público durante el año electoral. Ahora, el Poder Ejecutivo admite que la inflación cede y que ya no se prevé que será de un 30%, sino de un 25% para el período que se avecina. Esto equivaldría a incorporar entre $ 2.000 millones y $ 2.700 millones extra a las erogaciones de 2015. 

¿Hay plata para hacer frente a este mayor gasto? Siempre está contemplada, aunque no visible en el Presupuesto provincial. Obviamente que en menor escala de lo que se cierra al final de las paritarias. El Estado no es tan rico como en los años de bonanza kirchnerista. Pero Alperovich se ha dado maña para seguir recaudando más, incluso por encima de la pauta inflacionaria real y de crecimiento de la actividad. A tal punto que, según las proyecciones oficiales, ya está cumplida la meta de ingresos de la Dirección General de Rentas para este 2014 que se va; y todo lo que ingresa ya es excedente de una recaudación anual que superará los $ 5.000 millones. 

El “diga 33” de los médicos surge por la necesidad de que el paciente pronuncie palabras que contengan consonantes fuertes para analizar la vibración de las paredes torácicas producida por el sistema broncopulmonar y determinar si hay alguna alteración o si todo es normal. Trasladado al lenguaje político, la auscultación no sólo le servirá a Alperovich para indicar a sus colaboradores que la gestión no podrá excederse de los $ 33.000 millones de gastos totales, sino también que determinará si hay alteraciones en los planes de que su proyecto político siga firme o si todo marchará viento en popa. De todas maneras, se tomará ciertas licencias a la hora de recetar el medicamento electoral. Por caso, en la Casa de Gobierno ya se proyecta un gasto electoral inicial (costo de campaña proselitista) del orden de los $ 200 millones, concentrándose en los comicios para gobernador. Y a nadie le da tos. También el Presupuesto 2015 le ha otorgado licencias al titular de la Cámara (artículo 11) para modificar la escala de sueldos de su persona. A buen entendedor, pocas palabras. 

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