Colón: la insoportable levedad de "no ser"

Colón: la insoportable levedad de

Colón hace diez partidos —nueve por torneo local y uno por Copa Argentina— que no gana y Franco lleva 15 juegos sin sumar de a tres en AFA. ¿Cuál es el plazo para reaccionar?

Está claro que en Colón nadie habla con nadie. Sólo así se entiende que una parte de la dirigencia quiera irse en diciembre, la otra parte quiera quedarse y finalmente una más —tipo la receta de los curanderos— espera para ver “qué pasa”. Un vicepresidente contacta a una parte del arco político (leáse Darrás e Hilbert) para armar una reunión “constructiva” y el presidente —Víctor Godano— del mismo club sale a decir que no va a recibir a nadie.

Uno de los síndicos (Marcelo López), por pedido del mismo presidente, avanza en la reforma profunda de los estatutos y para éso se pone en manos de profesionales sabaleros, legales y contables, de la ciudad de Santa Fe. Cuando tiene todo listo, después de varios meses de trabajo, el mismo presidente lo desautoriza. Lo que se genera es lo lógico: la persona coherente renuncia.

Hoy, cuando el almanaque entra en septiembre, nadie sabe qué va a pasar en Colón. El actual presidente, por lo visto acostumbrado a decisiones bipolares, le dijo a El Litoral en Mar del Plata que se va sí o sí en diciembre. Claro está que el sí o sí de Godano no aparece, por lo antes relatado, como algo confiable en el Mundo Colón.

Lo peor no termina allí: sin Eduardo Vega, sin Víctor Godano y con un ramillete de renuncias en este último tiempo, hay algunos dirigentes de segunda y tercera línea que quieren atornillarse al poder. ¿Sabrán que la gente no los votó? ¿Sabrán que en club de fútbol se vota presidente y un par de vicepresidentes a lo sumo?. Que quede claro: podrá ser estatutario que sigan, pero moralmente y políticamente es incorrecto. A varios de ellos, en el segundo mejor de los casos, los votaron como vocales para que acompañen y no para que decidan si echar o no un entrenador.

A este contexto institucional se le suma un entrenador —Darío Franco— que hace 15 fechas que no gana un partido en el fútbol argentino y que, por lo visto, hace poco para ganar. Y un plantel que arrastra demasiado lastre en la mochila: diez partidos sin alegrías (tres con Javier López por torneo local, uno más por Copa Argentina y seis con Franco).

A un plantel mal armado y sobrecargado de várices (todas las semanas hay como mínimo un lesionado), afortunadamente estos dirigentes lograron sumarle dos muy buenos jugadores de fútbol: el paraguayo Benegas cumple siempre allá atrás y Alan Ruiz juega más que bien a la pelota de mitad para arriba pero está más solo que Lerche.

A Darío Franco, con tres puntos en seis fechas como entrenador de Colón, se le dieron más atribuciones y facultades que a “Pepe” Etchegoyen y el “Gitano” Juárez juntos. Repasemos: 1) Mandó a colgar cinco jugadores del actual plantel; 2) En el arranque de su ciclo, llegó un nuevo entrenador de arqueros y desplazó al que estaba; 3) En medio de su ciclo, se despidió a un masajista que hacía años estaba en el club; 4) Ahora, hace poco, se despachó con la exigencia de un nuevo profesional al cuerpo técnico (un psicólogo). La verdad, da miedo que el día que gane un partido pida cambiar la Virgen de lugar.

Hace rato que escribí este concepto: Marcelo Bielsa hay uno solo. Puede haber copias medianamente buenas y otras directamente truchas. El actual entrenador de Colón debiera darse cuenta que el que grita más fuerte y gesticula más tiempo no es mejor DT. Todo lo contrario: hoy su gritos en pleno partido confunden y achican mucho a los jugadores, fundamentalmente a los del club que sienten la camiseta. Esto es un torneo de fútbol, no una competencia de sapucay.

Como los dirigentes no hablan entre ellos o si hablan lo hacen en otro idioma porque por lo visto no se ponen de acuerdo, la pregunta del millón en Colón es una sola: ¿quién habla de fútbol con Darío Franco?. Sería bueno que alguien le explique que esta idea platónica de los tres puntas no va más. Se pueden poner cinco delanteros, como era antes, pero cuando un equipo no genera situaciones y por ende no tiene gol —17 tantos en 21 partidos—, lo que necesita es intentar jugar a algo para aproximarse al gol.

La única receta que tiene a mano Colón para jugar a la pelota es ponerle un par de socios a Alan Ruiz. No queda otra. Hay que sacar delanteros desconectados allá arriba para sumar todocampistas. El candidato número uno es Cristian Llama, el candidato número dos es Pablo Ledesma. En ambos casos, la contra única en los últimos tiempos se llamó desgarro.

¿Cuál es la función de un entrenador en medio de una crisis de juego y resultados como la que atraviesa Colón ? Buscar variantes. Si la solución no está arriba, meter mano abajo. ¿No hay un par de chicos con buen pie en la reserva de AFA para que tiren paredes con Alan Ruiz?.

Si yo fuera Franco, armaría a Colón en torno a Alan Ruiz. Por lo visto, hasta acá, el técnico arma a Colón en torno a Garnier y Ballini. Insisto en algo: ¿quién habla de fútbol con el técnico en este club?. ¿Quién le explica que el equipo no juega a nada y que todos están preocupados de cara a las fechas finales y la doble programación de los clásicos?.

Dejo para el final del análisis a la gente. Con lo mal que juega el equipo, es impresionante la gente que sigue peregrinando a la cancha. Y, a su vez, no es menor la cantidad de gente que dejó de ir a la cancha. En un club popular y pasional como es Colón, ésto último es lo peor. A muchos hinchas y socios, en los últimos tiempos, les robaron la alegría. Otros, directamente, ya no tienen ni ganas de putear. Es la insoportable levedad por “no ser”, una enfermedad que parece anclada en Colón.

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