El sueño de las personas que conducen la Reserva Experimental de Horco Molle, de hacer allí uno de los jardines botánicos más grandes del país, está cerca de hacerse realidad. La semana pasada, la Municipalidad de Yerba Buena anunció que aportará $ 1,3 millón -en una primera etapa- para que avancen con el proyecto, que prevé utilizar unas 80 de las 200 hectáreas del parque para desarrollar un centro de conservación, investigación y educación ambiental. 

Para que el lector se dé una idea: el Jardín Botánico de Buenos Aires, que es uno de los más importantes de la Argentina, abarca siete hectáreas. El aporte económico se enmarca en el convenio de colaboración que celebraron, hace unos días, la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo, de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), y el municipio yerbabuenense. 

El propósito de la iniciativa consiste en recuperar el lugar, controlar las plantas exóticas y disciplinar a los visitantes. Desde que prohibieron el ingreso de los deportistas por algunos sectores- por ejemplo-, reaparecieron ejemplares de la fauna nativa, como corzuelas, hurones, gatos del monte y ciertas aves. 

Del acto de este viernes, que se hizo en los predios de la reserva- participaron autoridades municipales, presididas por el intendente, Mariano Campero, y de la Facultad de Ciencias Naturales, encabezadas por el vicedecano, Hugo Fernández. También estuvieron el director de la reserva, Juan Pablo Juliá, y el biólogo Pablo Quiroga. En la ocasión, Fernández reiteró que pretenden inaugurar el jardín el 30 de octubre, para los festejos de los 30 años de la reserva.