Vecinos del barrio Ameghino reclaman mayor seguridad

Vecinos del barrio Ameghino reclaman mayor seguridad

Habían convocado a una marcha la semana pasada hacia la Municipalidad pero por mal tiempo debió ser suspendida. La iniciativa partió de una pizzería tras un asalto cometido por un peligroso delincuente atrapado por la Policía.

Vecinos de barrio Ameghino tienen previsto movilizarse hasta la Municipalidad para reclamar “más seguridad y que no haya tanta delincuencia”. La marcha iba a realizarse el miércoles de la semana pasada desde Pasteur al 1865 casi esquina Tacuarí pero debido al mal tiempo de ese día fue postergada.

En esa cuadra, más precisamente el 27 de marzo en Pizzería Kuyen, un delincuente llamado Leonardo Juan Miguel Santillán Pueblas, cometió un asalto 24 horas antes de ser detenido por otro atraco en el que resultó filmado, perpetrado en ese caso en una tienda de barrio San Bernardo. Las imágenes llegaron a ser difundidas por los principales canales de televisión del país a raíz de la violencia que aplicó contra una mujer y dueña del comercio.

Un día antes, concretamente en horas de la noche, Santillán Pueblas o Leo Santillán –como lo conocen en el barrio los vecinos- entró armado a la pizzería, redujo a un matrimonio y dueño del comercio, robó dinero pero no conforme con ello los obligó a ir a la vivienda particular -lindante al negocio-, ordenó a la mujer del pizzero a que le ate las manos con los cordones de las zapatillas, sustrajo un televisor y otras pertenencias. Antes de irse, tuvo la intención de llevar al matrimonio bajo amenaza de arma de fuego para seguir robado en otra vivienda donde reside la hija de las víctimas con su esposo y una beba.

Para evitar que lo reconozcan, Santillán se puso un casco en la cabeza y un echarpe para taparse la boca pero en la cuadra más de uno lo vio crecer desde que era un niño.  

ESTRAGOS

Pese a que estaba bajo régimen de salidas transitorias, Santillán Pueblas fuera de la cárcel hizo estragos en pocos meses. De los cuatro asaltos que la Policía le atribuye haber cometido, en al menos tres de ellos quedó filmado. Aparte del ilícito en la tienda de barrio San Bernardo, también quedó registrado en la cámara de seguridad de Panadería El Progreso y de Pizzería Kuyen, aunque en este caso las imágenes no fueron agregadas como prueba ya que la Policía consideró que no era necesaria, según contó la pizzera Irene Darré.

La señora Darré relató a EL CIVISMO que ese viernes a la noche, cuando estaban a punto de cerrar, entró Leo Santillán a punta de revólver y pidió la entrega de toda la plata. “Estaba sacado, bastante tomadito porque tenía mucho olor a alcohol. Le apuntó a mi marido con el arma mientras le daba toda la plata de la caja. Después, nos llevó a la casa apuntándonos siempre con el revólver. Nos decía que nos tiráramos al suelo y que no le miráramos la cara. Yo le pedía por favor que me dejara llamar a una ambulancia porque mi marido sufre problemas de corazón y le había empezado a doler el pecho. Pero dijo: ‘ este viejo no se muere más’”,

Finalmente, Santillán se alejó llevándose un poco de plata, un televisor y otros elementos. Un muchacho alcanzó a ver a un sujeto cuando salía cargando el aparato y entraba a la casa del padre. Mientras tanto, la señora Irene pedía a los vecinos que llamaran a una ambulancia ante la descompensación que empezaba a tener su esposo, y otro hombre hacía lo propio con la Policía.

En minutos, llegaron una ambulancia y tres móviles policiales. Los paramédicos atendieron al pizzero y los policías se dirigieron a la casa señalada donde fue visto un individuo entrando con un televisor poco antes de la medianoche. Un hermano del delincuente le dijo a los policías que en la casa no estaba la persona que buscaban. Los policías le creyeron, dieron media vuelta y se fueron.

AL OTRO DÍA

La versión que difundió la Policía a la prensa respecto a los pormenores que rodearon la detención de Santillán, de acuerdo a lo señalado por las víctimas, no se ajusta a la realidad de los hechos. Hay detalles que recién ahora se conocen. Por ejemplo, que tras el atraco, el delincuente mandó a llamar al pizzero por medio de un vecino.

Al día siguiente del asalto, el malviviente pareció mostrar un gesto de arrepentimiento. Por intermedio de un vecino, pidió disculpas por el asalto que había cometido y le propuso al pizzero un trato: si levantaba la denuncia le devolvía el televisor y le entregaba el triple de dinero del que le había sustraído. 

Santillán aguardó una respuesta en la esquina de Tacuarí y Pasteur como quien espera la llegada del colectivo. Para entonces llegaba de asaltar la tienda del San Bernardo y ochos móviles policiales venían en su búsqueda.

El pizzero escuchó la propuesta y se dirigió a la esquina contra la recomendación de su familia ante el temor de que el delincuente estuviese armado. Pizzero y hampón se vieron otra vez las caras. “Si me levantás la denuncia te devuelvo el doble o el triple de lo que te robé”, ofreció Santillán. “Ya es tarde. Tenés la manzana rodeada de milicos”, recordó Yesica Sicaro, la hija del pizzero. Roberto hasta propuso una especie de intermediación. “Si me das lo que me robaste, hablo para que no te condenen y quedamos todo bien”, dijo el hombre.

Santillán lo pensó por un instante, pero al ver que la Policía se venía con toda su furia, cambió de opinión, forcejeó con el pizzero, sacó el revólver y volvió a apuntar al pizzero. “No seas idiota. No ves que te van a acribillar a balazos”, le dijo Roberto. Santillán tiró el revólver en un baldío e intentó escapar por la casa de un vecino donde la Policía finalmente lo atrapó. El arma nunca apareció.

PADRE E HIJO

La señora Darré marcó una diferencia abismal entre padre e hijo. “Hugo (Santillán) es muy buena persona, muy laburador y no se merece tener un hijo así. El otro día estaba en la puerta del almacén y cuando me vio, agachó la cabeza como con vergüenza. Lo salude, salió y me dijo: ‘Irene, no tengo palabras. Me da vergüenza mirarlos a la cara. Cuando me acuesto, pienso en qué fallé para que les haya robado a ustedes’”.  

“A ese chico no lo cambia Dios ni nadie. Sale y vuelve a robar. Hasta que un día aparezca muerto por ahí o lo mate alguno”, estimó la señora pizzera.

Por el robo, el matrimonio sólo recuperó un teléfono inalámbrico. “Necesitamos seguridad no sólo en este barrio sino en todo Luján. No puede ser lo que está pasando. A las ocho de la noche nos encerramos y atendemos por la ventana”, dijeron.

Esfuerzo

El matrimonio Sicaro-Darré hace 30 años que vive en el barrio y tres meses desde que abrieron la pizzería, fuente de ingreso para el grupo familiar. El modesto emprendimiento comercial es el resultado del esfuerzo y como consecuencia de una patología de origen cardiaco que no le permitió a Roberto seguir trabajando como parrillero. “Queremos hacer una marcha para que haya un poco más de seguridad en el barrio”, dice el hombre de 70 años de los cuales 62 los pasó trabajando. “Acá pasa el patrullero cada una hora y los delincuentes cuando lo ven se esconden. La semana pasada cuando volvía del centro con mi marido, en el patrullero que estaba debajo del puente los policías estaban durmiendo”, contó Yesica. La familia, como muchos vecinos, considera que proliferación de la droga en el barrio está teniendo un rol relevante para que se den situaciones como la que tuvieron que padecer.

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