El tarifazo que no pueden parar

El tarifazo que no pueden parar

El país sufre las consecuencias de una década de pésimas decisiones. El gasto público y la enorme cantidad de subsidios se han vuelto insostenibles. Economistas advierten que se avecinan nuevos y mayores aumentos en todos los servicios públicos

Mientras la crisis económica se agudiza, la inflación crece descontroladamente, la recesión se acentúa y la ola de despidos sigue en aumento, el Gobierno argentino al mando de Cristina Fernández enfrenta otro preocupante problema: los subsidios. El gasto en ese área se ha vuelto insostenible y la falta de dinero para financiarlo amenaza con nuevos y más fuertes tarifazos al bolsillo de millones de argentinos. Incrementos que, por otro lado, no harán más que echar profundizar la convulsionada realidad que atraviesa la economía nacional. La espiral conduce a un futuro que no se presenta nada prometedor.

En los últimos diez años el gasto público argentino se multiplicó once veces y fue solventado por la emisión monetaria más amplia de la historia, una política que ya ha comenzado a mostrar sus más fatídicas consecuencias. Este año se prevé gastar más de 240 mil millones de pesos en subsidios (unos 28 mil millones de dólares), aunque los especialistas en la materia creen que los resultados obtenidos a fines de diciembre señalarán que el monto devengado fue, incluso, mayor.

En los primeros seis meses del año la cantidad de dinero destinado a cubrir los subsidios se duplicó respecto al mismo período de 2013. La cuantiosa suma avanza con una velocidad inusitada y plantea una pregunta impostergable: ¿cuánto tiempo podrá el kirchnerismo solventar ese monumental gasto? Los expertos no son nada optimistas y, en general, concluyen que el temido límite está cerca.

“Esta situación se puede mantener hasta tanto las reservas argentinas lleguen al nivel de los 15 mil millones de dólares, entonces se cruzará una línea roja que hará que el sistema entre en una situación extremadamente delicada”, aseguró a Hoy el economista Raúl Cuello, máster en Economía (Columbia University) y exsecretario de Finanzas de la Nación. Añadió que el enorme gasto público sólo puede ser sustentando por medio de la emisión monetaria pues el default ha acabado por aislar completamente al país, que ahora se encuentra incapacitado para recibir inversiones y financiamiento externo.

La situación es compleja y se agrava a diario, ya que los propios problemas generados por más de una década de pésimas decisiones políticas tienden a retroalimentarse entre sí. Los subsidios a la energía son, por mucho, los más abultados y continúan en aumento, sobre todo porque la devaluación del peso argentino pega de lleno en el costo de las importaciones de gas y combustibles.

Cuello remarcó además que el Gobierno nacional no ha implementado una seria política fiscal y por ello hoy es necesario realizar un brutal ajuste público que, como siempre, acabará afectando a millones de argentinos. “En estas condiciones el país necesita urgentemente arreglar su situación con los holdouts, para acceder al financiamiento internacional y enfrentar esta situación”, concluyó el economista en diálogo con nuestro diario.

En medio de una crisis de preocupantes proporciones, los subsidios se han convertido en una pesada carga para una economía gravemente deteriorada. El futuro, tristemente, no se presenta para nada alentador y, una vez más, amenaza con volver a perjudicar a millones de argentinos, esos mismos que temen por la estabilidad de sus trabajos y hacen lo imposible por hacer rendir sus depreciados y magros salarios.

Subsidios: un voraz monstruo creado por los K

Un elevado gasto público no puede ser calificado, a priori, como bueno o malo. Lo importante, en cualquier caso, es conocer cómo se invierten y administran los fondos del Estado. En Argentina esa realidad se encuentra a la vista de todos: de acuerdo con los resultados de la cuenta de inversión de 2013, las prioridades del kirchnerismo estuvieron en los subsidios y la publicidad oficial, ya que ambas áreas experimentaron sendos crecimientos entre enero y diciembre de ese año.

Los subsidios energéticos explican gran parte del desmedido aumento del gasto público argentino. El sector recibe el 64% de los más de 240 mil millones de pesos destinados a distintas áreas de la economía argentina, como el transporte, la luz, el gas y diversas empresas públicas. Sólo en 2013 los gastos en la importación de gas y combustibles crecieron un 73%, mientras que en lo que va de 2014 la cifra ha continuado su vertiginoso incremento y se espera que hacia fines de año duplique la suma devengada en el período previo.

En enero las autoridades argentinas previeron que el sector requeriría de poco más de 35 mil millones de pesos. Pero en agosto pasado, luego de se aprobaran nuevos decretos de necesidad y urgencia; esa cifra trepó hasta poco menos de 80 mil millones. Más aún, desde entonces se ha gastado el 66% de esa nueva partida y ello podría implicar que antes de fin de año sea necesario aún más dinero.

Los subsidios son una pesada carga para la economía nacional. Los diez años de la mal llamada década ganada han creado un voraz monstruo que requiere de sumas enormes para sobrevivir. Eliminarlo, sin embargo, supone un feroz ajuste económico en el que, como siempre, los más afectados serán los argentinos más pobres. El costo político sería inimaginable y está claro que el kirchnerismo está muy lejos de querer hacerse cargo de las consecuencias de sus propios errores.

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