Una tandilense trasplantada se abrazó para siempre con la persona que le salvó la vida

Una tandilense trasplantada se abrazó para siempre con la persona que le salvó la vida
“Hoy estoy volviendo a vivir”, expresó Carolina Juárez, la tandilense de 32 años que esta semana copó las primeras planas de todos los diarios nacionales. En las fotos ella abrazaba a su donante, Virginia Avila, una joven de 26 años que vive en Brandsen y que el año pasado le donó sus células de médula ósea ante un cuadro de leucemia, salvándole lo más preciado del ser humano: la vida.
El emocionante encuentro de estas dos mujeres, que estarán unidas para siempre en cuerpo y alma, llegó en una ceremonia presidida por el viceministro de Salud de la Nación, Gabriel Yedlin, para celebrar el 11mo. aniversario del Registro Nacional de Donantes de Células Progenitoras Hematopoyéticas (CPH), el último martes.

Tras semejante repercusión mediática, Carolina volvió a Tandil, a su ciudad natal. Un poco más tranquila aunque agotada de los flashes fotográficos, las cámaras de televisión y las entrevistas radiales, entró a los pasillos de El Eco Multimedios. Lo hizo acompañada de Nacho, su pequeño hijo de 4 años, y de su compañero de ruta, su marido Luciano Oiozia. Los tres coronados bajo un manto de luz y de paz.

Dispuesta a dejarse llevar por las sensaciones, no tuvo miedo a emocionarse. Por el contrario, se mostró feliz y abierta a la vida, una nueva vida. Ella es gestora, trabaja en Uzcudun SA, donde hizo un grupo de compañeros muy lindo, que la acompañó en todo momento en este duro proceso que debió pasar.

La noticia que cambiaría todo la golpeó en 2012, cuando le diagnosticaron un cuadro duro y evidente: leucemia linfocítica aguda, y allí todo pareció derrumbarse. Ellos estaban reformando su casa, tratando de estar mejor y de seguir construyendo una familia feliz y con muchos proyectos, pero frente a la enfermedad la única salida para seguir viviendo era un trasplante de médula ósea.

Sus familiares se hicieron análisis de compatibilidad, pero las esperanzas cayeron cuando se supo que ninguno de sus hermanos podría ser el donante. Con esta noticia, sólo quedaba por delante la búsqueda en un banco nacional compuesto de 30 mil donantes, ampliable a los más de 23 millones de personas inscriptas en la Red Internacional de Donantes de Médula Osea (Bone Marrow Donor Worldwide), al que está interconectado el registro nacional.

Y allí estaba Virginia, una joven veinteañera que no dudó en ratificar su condición de donante cuando el 15 de enero de 2013 la llamaron para decirle que Carolina la necesitaba. Ella estaba en Brandsen, a sólo 400 kilómetros de distancia.

Sin embargo, sus destinos comenzarían a cruzarse tres años antes, en 2008, cuando Virginia donó sangre para el papá de un amigo y aceptó además inscribirse como donante voluntaria de médula ósea.

Finalmente, la tandilense de 32 años recibió el trasplante el 1 de febrero de 2013, un día que significó, sin lugar a dudas, el comienzo de una nueva etapa, de un “volver a vivir”.

El martes pasado las protagonistas de esta emocionante historia se conocieron cara a cara, en un encuentro mágico que conmovió al país, demostrando que siempre, a pesar de los obstáculos, vale la pena luchar.

Volviendo

a vivir

-Carolina, ¿cómo estás hoy?

-Hoy estoy muy bien, en tratamiento de recuperación, la anemia casi desapareció y estoy terminando de recuperar mis plaquetas. Es lo que más ataca la enfermedad, el tema de la regeneración de los glóbulos blancos, tratando de llevar casi una vida normal, empezando a hacer gimnasia nuevamente, tratando de comer ya casi todos los alimentos que en la vida diaria uno come; casi libre de medicación, ya no tengo casi medicación que eso también es importante. Disfrutando a mi hijo, llevándolo a los cumpleaños; disfrutando a mi marido y a toda mi familia que fue el sostén de todo esto, del tratamiento. Siento que estoy volviendo a vivir.

-¿Cuándo te diagnosticaron la leucemia?

-El 23 de marzo de 2012 me diagnosticaron en el Hospital Ramón Santamarina una posible leucemia y en el Hospital Italiano, nos dicen que sí, que el diagnóstico era correcto, y ahí arrancamos con el tratamiento. Al principio fue un aislamiento de 40 días, fueron las 4 primeras quimioterapias más fuertes y después empezaron a hacer los estudios para ver si era de alto grado de recaída o no, y dio positivo. Empezaron a hacerles los estudios a mis hermanos para el análisis para ver si eran compatibles conmigo, esos estudios llevan mucho tiempo y se hacen a través de laboratorios de Estados Unidos, así que era esperar con muchas ansias el momento de los resultados, y salió de que no era ninguno de los dos compatible, así que ése fue un momento muy difícil porque ellos se sentían muy mal. Mi hermano en su desesperación inició una campaña acá en Tandil, más allá de tenerlo a mi hijo Nacho porque Luciano se avocó totalmente a cuidarme en Buenos Aires. En ese momento, Luciano estaba conmigo, y mi mamá, mi hermano, mi cuñada y mi hermana se hicieron cargo de Nacho para tratar de que sea lo más llevadero posible. Después, se inicia la búsqueda en el Incucai y aparece primero un donante alemán pero cuando iba a donar la médula, levantaba fiebre, así que no se podía hacer la toma de las células. Por consiguiente, a la tercera vez que pasó lo mismo, lo dieron de baja y se fueron por la donante argentina que es Virginia.

Virginia,

su ángel

-¿Cuándo apareció Virginia en tu vida?

-Virginia apareció en diciembre de 2012 cuando la llaman y le dicen que tenían una persona que estaba necesitando sus células. Ella me cuenta que en ese momento estaba buscando ser mamá y hubo que esperar un tiempo prudencial para que ella donara médula por una cuestión de que si llegaba a estar embarazada, no lo podía hacer. Ella no dudó un minuto en hacerlo, también tuvo mucho apoyo de la familia porque para ella también era muy fuerte, estaba muy comprometida. No estaba embarazada, se hizo todos los estudios rapidísimo y de ahí, me llamaron y me interné el 20 de enero de 2013 para hacer el barrido total de mi médula, que estaba enferma y poder recibir la médula sana. Ahí otra vez volví a aislarme, estaba en una cápsula, y el 1 de febrero a las 23 me hicieron el trasplante en el Hospital Italiano.

-¿La operación salió bien?

-Salió perfecto, no hubo rechazo, desde el primer momento porque ellos analizan todo. Puede haber rechazo instantáneo, desde el mismo momento en que me están haciendo la trasfusión de sangre, puede ser que el cuerpo no lo resista y lo rechace. El 26 de febrero me dieron el alta provisoria para ir hasta el departamento, pero bueno, por lo menos yo podía estar con Nacho, que era lo que más me desesperaba y con mi familia, porque el desarraigo es algo terrible, extrañás tu ciudad. En todo momento me sentí acompañada, nos llegaban oraciones de todos lados, llamados por teléfono de los clientes de la agencia. A veces atendía Luciano porque yo estaba débil y no podía, pero sentí el apoyo de todo Tandil.

Un encuentro

sin palabras

-¿Cómo fue el encuentro con Virginia?

-Tuve que esperar un año por protocolo, así que mandé una carta al Incucai y nos pudimos encontrar en el acto por el 11mo. aniversario del Registro Nacional de Donantes de Células Progenitoras Hempatopoyéticas (CPH). Fue muy emotivo.

-¿Qué se dijeron?

-Solamente me salió decirle gracias y ella estaba feliz de verme tan bien. Por eso, hay veces que te sobrepasa todo porque no podés explicar lo que sentís con nada, no te alcanza nada para agradecerle lo que ella hizo por mí porque son infinitas las gracias que tenés para darle.

-¿Qué sabés de su vida?

-Ella ahora tiene 26 años, está avocada en este momento a la maternidad porque Benjamín es muy chiquito, tiene 4 meses, así que bueno, es ama de casa.

-Seguramente se intercambiaron los contactos…

-Sí, nos vamos a seguir viendo, seguramente nos encontremos allá o acá porque tanto la familia de ella quiere conocerme a mí como mi familia quiere conocerla a ella, mis amigos, todo mi entorno. Vamos a seguir y obviamente nos une algo muy importante y para toda la vida.

La enseñanza

-Desde aquel momento en que te diagnosticaron la enfermedad hasta hoy, ¿cuál es la enseñanza que les dejó toda esta experiencia?

Carolina Juárez: -Es una forma totalmente distinta de vivir, tenés otras prioridades, se soluciona todo menos la salud; mientras que tengas salud lo demás queda a un costado.

Luciano Iozia: -Esto te une o te separa de gente, de tu entorno. Te das cuenta de la gente que te quiere y que realmente está con vos, nosotros estamos más unidos que nunca.

C.J.: -A los que están pasando por mi situación, quiero decirles que es duro pero que se sale, que no pierdan las esperanzas que en algún momento va a aparecer, que hay que poner toda la fuerza. Es difícil para toda la familia porque si bien yo era la enferma, toda la familia, todo mi alrededor también estaba enfermo. Yo era la que ponía el cuerpo, pero había veces que no sé si era peor, ellos atrás, afuera, sufriendo.

-¿Tuviste miedo a lo peor?

-Sí, en un momento tuve mucho miedo, cuando estuve bastante complicada en la cápsula después del trasplante porque la radioterapia fue lo que más me complicó, estuve 12 días con alimentación parenteral, no podía comer porque no soportaba. Ahí tuve miedo.

-¿Cómo te sentís ahora?

C.J.: -Bien, gracias a Dios, muy bien.

L.I: -Hay que pensar siempre en positivo, es el 80 por ciento casi.

Agradecimientos

Tras compartir su experiencia, emocionada y acompañada por su hijo y su marido, sólo quedaba lugar para los agradecimientos. Carolina mencionó así a todos lo que de alguna u otra manera la ayudaron, la acompañaron y estuvieron junto a ella en este duro proceso de recuperación.

“A María Virginia Avila, a su familia porque la ayudó a ella a tomar la decisión de que sí; a mi marido, a mi hijo, a mi hermano, mi hermana, a mi mamá que se la re bancó, a mi cuñada que estuvo al lado de mi hermano y no se despegó, a mis sobrinas porque era una inyección de energía cuando ellas aparecían allá por más que después salgan destrozadas de ahí; a todos mis compañeros de trabajo que estuvieron siempre; al dueño de Uzcudun, que más allá de que mantuvo su ética profesional estuvo siempre acompañándome; a todos los profesionales médicos; a la gente de Tandil en sí que se solidarizó, la solidaridad acá es muy importante y puedo asegurar que la energía que te mandan, se siente muchísimo”.

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