Puerto Gaboto: cómo se vive en un pueblo sin ningún servicio

Puerto Gaboto: cómo se vive en un pueblo sin ningún servicio

En Santa Fe, esta localidad de 2514 habitantes carece de cloacas y agua potable; tampoco hay ambulancia

 

Deudas en la salud, educación y falta de infraestructura necesaria para proveer servicios básicos son carencias que se repiten en numerosos puntos del país, donde la meta de vencer la pobreza estructural aún parece demasiado lejana. Para dar una respuesta a esta situación -o al menos los primeros pasos-, el Ministerio del Interior de la Nación mapeó los 100 puntos más vulnerables: localidades que no cuentan con las condiciones necesarias para vivir de manera digna.

Puerto Gaboto es uno de ellos. En la provincia de Santa Fe, este pueblo pesquero de 2514 habitantes carece de servicios básicos como cloacas, desagües pluviales, agua potable o gas natural.

"No tenemos red cloacal, así que en cada hogar se perfora un agujero de seis metros de profundidad adonde va a parar la materia fecal. La red eléctrica proviene de la localidad de Maciel, pero cada dos por tres nos quedamos sin luz", explica Isaac Gilberto Requino, de 54 años y uno de los vecinos del lugar.

Además cuenta que la falta de desagües pluviales y cordones cuneta se vuelve una pesadilla los días de lluvia, cuando el agua invade las calles y casas que se encuentran cercanas a los ríos Coronda y Carcarañá.

El drama de buscar trabajo

Para los gabotenses el mayor desafío aparece a la hora de conseguir un trabajo: destacan que es una misión cada vez más difícil, y que el 50% de la población trabaja en otras localidades. Ése es el caso de Requino, que lo hace en una empresa en Rosario y viaja todos los días dos horas en colectivo.

Las principales actividades económicas del lugar son la venta de pescado y el turismo, pero su desarrollo está en caída. Los lugareños argumentan que la actividad turística se vio afectada cuando cerró el único camping que había y que fue transformado en un paseo ribereño. Esto también impactó en el cierre de comercios en las cercanías.

Julián Attorresi llegó a Puerto Gaboto, el pueblo natal de su padre y abuelo, hace diez años. Aficionado por la radio, en 2014 buscó el apoyo de vecinos y colaboradores para crear una emisora que comenzó escuchándose sólo a través de Internet y hoy es la FM Vanguardia 101.7. "Quería que los gaboteros dejemos de ser oyentes para ser protagonistas, que contemos en primera persona qué es lo que nos pasa", dice.

En esta pequeña localidad santafecina, el sistema de salud también está en crisis. Enfermarse o tener un accidente un fin de semana o cualquier día por la noche es un problema: no hay un médico permanente que brinde atención fuera de las mañanas y tardes de lunes a viernes.

"Somos un pueblo costero donde muchas familias viven de la pesca y no hay ni suero para las picaduras de serpiente ni ambulancia", asegura Atorressi. Y agrega que lo que antes era un hospital se convirtió en un Servicio para la Asistencia Médica de la Comunidad (Samco) que cuenta con un vacunatorio, no tiene médico estable y comparte una ambulancia con otras localidades.

A estas carencias se suma la falta de acceso al agua potable. "Para obtener agua se hace una perforación y se extrae de las napas que están contaminadas por las letrinas y otras sustancias tóxicas", sostiene Requino quien, al igual que sus vecinos, asegura que no tiene acceso a un sistema de salud de calidad para atender posibles enfermedades ligadas a la contaminación del agua que beben.

La deuda educativa también es grande. Hay 200 personas del pueblo que no saben leer ni escribir, lo que implica que el 7% de su población es analfabeta, mientras que la tasa promedio del país es del 2%. Apuntan que la deserción en la escuela primara es baja (ya que al menos allí los chicos reciben una comida diaria), pero distinta es la realidad a la hora de empezar el secundario: la única posibilidad es una institución semiprivada.

"Con la antigüedad que tiene mi pueblo, que todavía no tengamos ningún servicio básico lo dice todo: estamos olvidados", concluye Requino con dolor.

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