La policía innecesaria

La policía innecesaria
La creación de las Policías Municipales es el tema del momento en la Provincia de Buenos Aires pero no muchos parecen estar de acuerdo. Corrupción, patotas y necios, son las palabras que dan vuelta alrededor del proyecto del cuestionado Alejandro Granados.

“Que la inseguridad la sientan los chorros”, “callate, pedazo de mogólico”, y otras tantas son las frases que emite el apurado y poco reflexivo Ministro de Seguridad bonaerense, Alejandro Granados. El mismo que decide avalar un proyecto massista que es repudiado por todos: la creación de Policías Municipales.

¿Qué lleva a que las fuerzas comunales resuelvan más problemas que las federales o bonaerenses? O peor aún: ¿qué indica que no vayan a generar los mismos conflictos?

El proyecto establece que “los Intendentes tendrán la facultad de dictar los reglamentos para su funcionamiento”. Este punto en particular no genera mucha confianza con las recientes demostraciones de Posse en San Isidro y su patota golpeadora. Mucho menos con los casos de relación entre narcos, efectivos policiales y mandatarios que salieron a la luz en las últimas semanas.

Según Granados, “se trata de un proyecto superador con gran consenso”, aunque el apuro por ponerlo en marcha cuanto antes parece poner en duda ese “consenso”. Y a pesar de que ya existe una Contribución Especial para Seguridad, el tema del financiamiento parece cargarle más problemas al Ministro de Seguridad. Hace poco menos de un año, la reunión con los legisladores bonaerenses dejó en claro que la traba a la iniciativa era monetaria. ” “Granados nos manifestó que observaba una importante subejecución de partidas”, aseguró Ricardo Vázquez, del Frente Amplio Progresista. ¿Habrá podido modificar este grave problema, existente en todos los municipios?

Y si bien la Constitución Nacional indica que cada provincia debe hacerse cargo de la seguridad interior, y es tarea del Poder Ejecutivo regular el accionar de las fuerzas policiales existentes, sigue sumando votos un proyecto que sólo siembra dudas y descontento, excepto para los eternos sedientos de la “seguridad en las calles”.

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