"En el PAMI hay mucha gente honesta y dolida por lo que sucedió"

Luego de la detención de dos empleados de la institución que cometieron un desfalco por $50 millones, junto con cinco cómplices, continúan investigando otras áreas

El PAMI es la obra social más grande de Latinoamérica y la segunda en tamaño del mundo, luego del Medicare de Estados Unidos. Cuenta con recursos económicos ascendentes todos los años y maneja, para 4,8 millones de afiliados, alrededor de $95 mil millones anuales a nivel nacional. Para dimensionar el monto, todo el Presupuesto de Mendoza es de $58 mil millones. Sin embargo, no logra ofrecer servicios médicos que contengan con calidad a sus afiliados. Parece atrapada en una enorme burocracia.

Es objeto de constantes negociados espurios, que han terminado en los fueros judiciales con resultados dispares. Ha sido una institución utilizada sin piedad como escenario político de diferentes gobiernos.

Esta semana fue dado a conocer un desfalco por $50 millones sufrido por la Unidad de Gestión 4 o el PAMI Mendoza, perpetrado por una banda integrada por 7 personas, algunas de las cuales eran familiares y estaban empleadas en la obra social de los jubilados. Son hechos que la dejan una vez más bajo sospecha de que no funcionan bien los controles internos.

Su titular en Mendoza, Carlos Valcarcel, defendió la gestión actual, "porque es la que puso en relieve la situación que atraviesa la obra social", pero a la vez reconoció deficiencias en el sistema para administrarla mejor. Busca cambiar el pago a los médicos, para garantizar la calidad de la atención en consultorio y dice que combatirá a los corruptos, con la herramienta más simple que puede existir: los trabajadores comprometidos. Es más, el mismo día en que eran conocidos los delitos de la banda, otros empleados estaban recorriendo centros de jubilados, hospitales y geriátricos para recoger inquietudes de los jubilados o solucionar algunos problemas.

–¿Por qué el PAMI tiene esa doble imagen: la de los empleados que van a territorio para asesorar y la de una obra social en la que cuesta conseguir todo, desde un turno hasta una operación de cataratas, una prótesis de cadera o un acompañante nocturno?

–Es cierto, pero mire, el 15 de enero asumí formalmente, hace 8 meses. Y cuando asumí, con mi equipo decidimos: o miramos para atrás y decimos todo lo que no funciona o miramos por el espejo retrovisor, tomamos nota de lo que pasó y vemos qué soluciones aportamos hacia adelante. Sin dudas que es algo que cuesta percibir. Hoy, pedir una prótesis no es algo sin futuro. Estamos adjudicando 25 a 30 prótesis por semana, porque los traumatólogos han entendido que no es cuestión de gusto, es lo que mejor ha podido comprar el PAMI.

Los lentes para las cataratas son de primera calidad, porque antes siempre era común escuchar que eran una porquería. Lo que pasa es que si me dan una maza para derribar una pared, lo hago en horas. Luego me dan los ladrillos para volver a construirla y demorará años. A las instituciones, cuando son dañadas y vapuleadas, por la corrupción, por la indolencia o lo que sea, es muy difícil reconstruirlas.

–¿Después de que se conoció la investigación que hizo la policía, siente desconfianza hacia sus empleados?

–No, hay mucha gente honesta, que trabaja mucho y que está muy preocupada y dolida por lo que sucedió, que siente el dolor de estar en esta situación.

–¿Quién mira lo que se hace a diario dentro de la obra social?

–Sin ánimo de sacar los pies del plato, hay un hecho que es significativo. Esta causa empezó en 2012 y recién en abril de 2016 se retomó con los resultados que ya conocemos. Esto indica que somos diferentes, que este director advirtió a la Justicia que estaba la denuncia y que había un empleado que venía a trabajar con un auto de U$S60 mil cuando ganaba $20 mil.

–¿ Hubo connivencia de la gestión anterior?

–No lo sé, creo que es más simple que eso. Lo de las recetas validadas que ingresan a la base de datos, tiene impacto en Buenos Aires y existen varios criterios para trazar el consumo de un paciente. Lo que pasa, sinceramente, esto es un vuelto si se lo compara con el presupuesto de Pami y quien manejó esto quizás hizo la vista gorda. No lo sé, pero es cierto que faltaría algún sistema de alerta por el cual si una persona de 80 años que nunca tomó insulina, de repente lo hace, hay que preguntarse por qué.

–¿Qué otro proceso tienen bajo la lupa en este momento?

–La relación con ciertos prestadores, sobre todos los alternativos, que son en principio aquellos profesionales o instituciones donde los jubilados concurren porque no encuentran en otro lado esos servicios, pero no puedo decir mucho porque se está investigando.

–¿Han encontrado algo más respecto a las prestaciones que hacen las clínicas o las cápitas de los médicos de cabecera?

–No, la verdad que no. Pero vale aclarar esto: las clínicas cobran por prestación con cartera asignada o, dicho de otro modo, por lo que hacen, es decir, si internan a un jubilado o si le hacen estudios. Si no, no cobran nada y los 330 médicos de cabecera que trabajan por cápita de pacientes, de unos 700 pacientes cada uno, reciben un pago fijo por mes, los atiendan o no.

–¿Este sistema, no presiona indirectamente a los médicos a que pidan cosas para que las clínicas facturen?

–No, no es así. Lo que pasa es que el sistema capitado premia a los que no hacen nada y castiga a los que sí trabajan. Por ejemplo, dos médicos tienen pacientes en su cápita, pero uno le da turno el mismo día, lo revisa bien, le pregunta por el perrito cómo está, es divino. A cinco cuadras de ahí, otro jubilado va un médico cuya secretaria le dice que el doctor está ocupado y no lo puede atender. Entonces, la secretaria le hace la receta y listo. Ambos cobran exactamente lo mismo. Y eso no es justo para la gente. Para solucionarlo vamos a hacerle una propuesta a PAMI nacional, para que los médicos también cobren por lo que hacen o prestaciones. Entonces se va a producir una selección natural porque los jubilados van a elegir a los médicos que los traten bien. Entonces, ahí muchos van a decir que por esta mugre no trabajan, que ya lo dicen, aunque siguen cobrando a fin de mes. Ergo: a unos les pagaremos $50 mil bien ganados y a otros, $5.000.

Comentá la nota