Otros productos se encarecerán, además del gas y la energía

La Unión Industrial de Salta (UIS) inició un relevamiento entre sus asociados para evaluar el impacto que tendrá la suba de las tarifas del gas y la energía eléctrica en los costos de producción de diferentes empresas.
“Aún no tenemos información cierta, pero suponemos que el retiro de subsidios anunciado por el gobierno nacional impactará de modo variado en diferentes rubros de la actividad, porque la industria es un sector diversificado”, señaló el titular de la UIS, Daniel Chávez Díaz, tras aclarar que las firmas agrupadas en esa entidad no reciben subsidios directos ni tuvieron en ningún momento congeladas las tarifas de sus insumos energéticos.

Al respecto, Chávez Díaz precisó que con el último aumento autorizado (del 30%) cada megavatio de energía eléctrica tiene para las industrias salteñas un costo de referencia de 60 dólares, mientras que en el gas el millón de BTU (unidad de comercialización equivalente a cerca de 27 metros cúbicos) roza hoy los 4 dólares. Este último valor es mucho más alto que los 2,50 dólares pagados a algunas productoras en boca de pozos argentinos, pero también es sensiblemente más bajo que los 10 dólares que cuesta el gas importado desde Bolivia o los 15 dólares que cuesta cada millón de BTU de gas natural licuado (GNL) que llega al país en buques metaneros.

El titular de la UIS sostuvo que esta enorme asimetría de precios es tan inconcebible como los subsidios cruzados que el país necesita sincerar. “Todos los economistas concuerdan en que es saludable eliminar gradualmente la maraña de subsidios, pero es necesario que a la par se adopten medidas convergentes para controlar la inflación”, planteó Chávez Díaz.

Sin espalda

El referente de los industriales de la provincia recalcó que no todas las empresas están en condiciones de absorber las subas tarifarias sin trasladar los aumentos de costos a los precios de los productos finales, lo que llevaría a un problemático escenario sin la convergencia de otras medidas indispensables. “Un país con un 26% de inflación anual no es sostenible”, concluyó.

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