Nuevos ocupantes en la barda del Ñireco

Nuevos ocupantes en la barda del Ñireco
La demolición de las casas en la zona de riesgo no se completó, algunas fueron ocupadas y otras alquiladas por propietarios que se trasladaron a las 270 Viviendas.

Ni la construcción de las 270 viviendas ni la prohibición judicial dictada el año pasado alcanzaron para sanear la zona de riesgo de la Barda del Ñireco. La crisis institucional del municipio dejó trunco el proceso de traslado de las familias que residían en la margen este de Los Radales y paralizó el proyecto de parquización de ese inestable sector que en los últimos meses sumó nuevos habitantes.

Los escombros de las unidades desmanteladas por los propietarios y ocupantes originales permanecen sobre el borde de la estrecha calle, mientras que las plateas y paredes sobrevivientes facilitan nuevos asentamientos.

La presidente del Instituto Municipal de Tierra y Vivienda, Mariel Trigo, confirmó a "DeBariloche" que varias de las casas que continúan en pie cuentan con nuevos habitantes y que no pocos propietarios se niegan a dejar sus viviendas y permanecen en el lugar pese a los riesgos.

"Alguna gente se metió y a otra gente le alquilaron los dueños que se mudaron a las 270 viviendas" explicó la funcionaria que no pudo precisar el número exacto de estas irregularidades registradas durante el interinato.

Trigo aseguró que "a medida que vamos detectando estos casos les pedimos (a los pobladores originales) que se acerquen al Instituto a resolver la situación y les advertimos que corren riesgo de perder la casa" asignada en el nuevo barrio.

En cambio la parquización y recuperación de las tierras destinadas a convertirse en un espacio público quedó paralizada sin horizonte cierto de reactivación. Trigo señaló que el proyecto de reconversión de la barda quedó frenado antes de su asunción y que los vestigios de las viviendas demolidas son una tentación. "Tal como está alienta la ocupación" admitió.

El barrio 270 Viviendas, construido especialmente para la reubicación de las familias de la barda, se estrenó a mediados de 2012, tras ocho años de contratiempos y demoras en la adquisición de la tierra y la ejecución de la urbanización.

Con la mudanza de las primeras familias el municipio puso en marcha el proceso de demolición de las viviendas desocupadas, que quedó a cargo de sus propietarios. El objetivo acordado con la junta vecinal del barrio Lera era del de crear un espacio verde y reconvertir la zona para su uso público, pero tanto los relevamientos como los compromisos asumidos en ese sentido quedaron paralizados por la crisis institucional que atravesó el municipio.

A fin de julio de 2012 la justicia Civil dictó una medida cautelar que prohibía ocupar las viviendas desocupadas por los dueños originales que accedían a mudarse al nuevo barrio y ordenó a la policía que efectúe "rondas de vigilancia" durante 24 horas a fin de desalentar eventuales intrusos. También esa medida caducó antes de que el municipio alcanzara a reconvertir la zona.

La barda del Ñireco es una zona que históricamente albergó numerosas viviendas a pesar del alto riesgo geológico que imponen la inestabilidad del suelo y el ángulo de la pendiente, y que fue declarada en emergencia en 2004, tras las lluvias invernales que derribaron un par de viviendas y arrasaron con la traza de algunas calles.

Las nuevas ocupaciones repiten la historia vivida en los años 90 cuando decenas de familias declaradas en riesgo fueron trasladadas a las 34 Hectáreas y sus lotes fueron ocupados progresivamente por nuevos habitantes.

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