Mitos y verdades en la industria textil

Por Eduardo Detoma, Gerente de Federación de Industriales Textiles Argentinos

Sorprendería a muchos descubrir que la tecnología más moderna y avanzada del mundo está representada en Argentina.

 Los más de u$s 1500 millones de inversiones realizados por la industria textil en los últimos 10 años los podemos encontrar en cardas y peinadoras suizas, telares de Bélgica, tricotosas y termosecadoras fabricadas en Alemania, máquinas de tintura jet y estampadoras de origen italiano. En algunos casos la tecnología es similar a la que se puede encontrar en Asia, en muchos otros, versiones originales europeas de réplicas utilizadas en oriente. ¿Qué hay del argumento respecto a que las empresas aprovechan su posición dominante para acaparar el mercado y fijar precios excesivos? Difícil de sostener, teniendo en cuenta que los textiles manufacturados importados representan 60% de la torta. Prácticas desiguales. 

Dejando de lado la discusión sobre los efectos de la apreciación cambiaria y la presión impositiva, hay otras prácticas imposibles de soslayar a la hora de explicar diferencias de competitividad aparentes.

En muchos lugares de Asia es muy normal trabajar 12 horas en las fábricas textiles, 6 o 7 días a la semana y dormir en el establecimiento. Una vez por año se retorna al pueblo desde el complejo industrial a ver a la familia. Esas son las vacaciones. Si el trabajo escasea se cesantea al trabajador casi sin indemnización. En muchos casos se terceriza parte de la producción, sin responsabilidades solidarias, ni obligaciones de continuidad. ¿Obra social? ¿Poder adquisitivo? Sin comentarios. Estas prácticas son perfectamente legales en muchos países. Eso sí, el costo de producción es más barato. No más eficiente, más barato. 

En el proceso textil se utilizan productos químicos. El uso de productos sin control puede dar lugar a reacciones cutáneas y problemas mayores en exposiciones prolongadas. Especialmente en bebés y niños. La Argentina tiene normas y organismos de control que verifican el uso de sustancias permitidas. Respecto a lo que viene importado, por ahora se lo debemos. Eso sí, es más barato. El tratamiento de efluentes es costoso. En Argentina está muy regulado, OPDS, Acumar y otros organismos velan por su cumplimiento en establecimientos industriales. Si uno viaja a algunos países de oriente es difícil discernir el color del cielo y aun peor cuando se analiza la calidad de su agua. 

Los desafíos de la industria textil no pasan únicamente por la eficiencia, inversiones se han hecho y muchas, ni por el proteccionismo, la mayoría de los textiles ya son importados. Las inaceptables condiciones laborales, los riesgos a la salud del uso de productos no permitidos y la contaminación ambiental indiscriminada son factores presentes en otros orígenes y que disminuyen su costo pero que no estamos dispuestos a convalidar. Se requiere de políticas públicas que nivelen el juego y otorguen herramientas de promoción que equilibren las desigualdades de prácticas que como sociedad no queremos replicar en nuestro país.

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