Juicio a penitenciarios: duro alegato del fiscal

En las cárceles "hay banalización de la tortura", dijo Julio César Castro.
En las cárceles argentinas "los presos están desterrados, aterrados y enterrados". Allí, "el tormento es habitual". Y para los detenidos, lo que a menudo es crítica social y mediática, la denominada "puerta giratoria", a veces "conduce al cementerio". Los responsables de las torturas físicas y psicológicas que sufren los presos son con frecuencia sus propios carceleros. El fiscal Julio César Castro, tras describir esos episodios en los que un detenido fue golpeado, humillado, violado con un bastón de goma en la alcaidía del Palacio de Tribunales, se preguntó: "¿Qué demonios exorcizan, que llegan a sus casas y besan a sus hijos en la frente después de torturar a un pibe?"

Los jueces del Tribunal Oral 9 escucharon ayer al fiscal Castro y a su colega, el titular de la fiscalía especial contra la violencia institucional (PROCUVIN), Abel Córdoba, pedir la pena de 15 años de prisión para los oficiales del Servicio Penitenciario Federal Héctor Miguel Aguilar y Jorge Raúl Rolón. El alegato, que se extendió por más de dos horas, fue impactante. Los representantes del Ministerio Público describieron con dolor y enojo un país desconocido dentro de un país en superficie. Eso, según el relato, son las cárceles. Un escenario en el que se impone "el ceremonial constante de la degradación" para los presos. "Porque son delincuentes, entonces no está tan mal que se los torture."

Los hechos ocurrieron en la madrugada del 6 de agosto de 2010. El ahora querellante, cuya identidad permanecerá en reserva, había sido trasladado a Tribunales por un planteo que había formulado, porque en el penal de Marcos Paz no recibía adecuada alimentación. Según describió, en los calabozos del subsuelo del Palacio de Justicia, la situación se desmadró, y recibió una paliza y una agresión sexual por la que aún hoy, según el fiscal Córdoba, "sigue estando sometido al poder de sus verdugos". Varios médicos lo revisaron; todos constataron lesiones parciales. Córdoba reunió todos los informes, sumó las lesiones que había constatado cada facultativo y elaboró un resumen de todos los daños corporales. Los jueces Luis María García, Ana Dieta de Herrero y Fernando Ramírez debieron hacer un esfuerzo para contener sus reacciones. "Estaba destrozado", graficó Córdoba.

La víctima no estuvo en la sala de audiencias. Adujo cuestiones económicas que le impedían viajar desde La Matanza. Por eso no hubo reconocimiento del lugar de los hechos.

Pero el alegato de la fiscalía alcanzó para sustentar la imputación. "Destrozaron su cuerpo y pulverizaron su subjetividad. Fueron capaces de derrumbar a la persona. Pudieron palpar la textura de su piel cuando lo golpeaban; lo hicieron gritar. Sintieron el olor, le hicieron brotar sangre. Terminaron el turno, tomaron el colectivo y volvieron a sus casas como si nada hubiera pasado. Jugaron con su resistencia biológica. Si querían, lo mataban."

Para la fiscalía, en el SPF "hay normalización y banalización de la tortura", a punto tal que los propios acusados le pidieron a la víctima que "bajara la denuncia". Entonces, para los carceleros "hay autorización institucional para la tortura" y, en ese contexto, "el preso está conectado a un respirador artificial que, al mismo tiempo que lo deja vivir, lo deja morir". «

obreros

Desde que comenzó el juicio hasta ayer, diez presos murieron en cárceles federales. Los guardicárceles –según la fiscalía– "son obreros de la tortura".

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