La utopía nos impulsa a creer que los lugares de poder se merecen por capacidad, preparación, experiencia, formación o militancia. Pero la realidad es que los alcahuetes, los inútiles afines, los hijos, amigos, los influyentes son los que ocupan dichos espacios.
La meritocracia PRO llevó a la Cámara de Diputados de la provincia a un “hijo de”. Martín Domínguez Yelpo, diputado provincial por Cambiemos, llegó a su banca gracias a la billetera de papá y el apellido de mamá.
Hijo del secretario General Adjunto de la UTA, Daniel Domínguez y nieto de Hugo Yelpo, uno de los intendentes más queridos y recordados de Necochea; el actual diputado inició su carrera política en el sindicalismo como secretario General de la Regional Necochea de la UTA.
En 2011, un acuerdo entre papá Domínguez y Gerónimo “Momo” Venegas lo ubica en el Concejo Deliberante en el que su actuación más destacada fue pegarle una trompada a un militante del Frente para la Victoria en un confuso episodio al finalizar una sesión.
Tras cuatro años con cara de póker, sin emitir palabra ni presentar proyecto alguno, Martín Domínguez Yelpo terminó su mandato con más penas que gloria.
Las ambiciones del papi para con su hijo no terminaron ahí. El sindicalista quería un nene legislador. En pleno auge del massismo, intentó colarlo en la lista de senadores provinciales sin éxito.
El que persevera triunfa, dicen. Sorpresivamente sin contar con preparación, ni militancia, ni experiencia, ni capacidad, “el pibe” se coló en la lista de diputados provinciales por la quinta sección electoral donde repite la historia de su paso por el Concejo Deliberante.
Al momento, Domínguez Yelpo no ha presentado ningún proyecto, pero sí ha mandado a los medios algunas fotos de reuniones con funcionarios amigos.
La meritocracia PRO le entregó la vicepresidencia de la Comisión de Transporte de la Cámara de Diputados. Quienes lo conocen en Necochea, ruegan que las reuniones sean a la tarde porque el hijo del secretario General Adjunto de UTA, duerme hasta el mediodía.
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