Chico muerto de una pedrada: reconocen ropas del agresor

Chico muerto de una pedrada: reconocen ropas del agresor

Las identificaron otros chicos ante la Policía. Con eso completaron las pruebas de que el autor fue el menor de 15 años.

Por si no bastaba la confesión bañada en lágrimas de un chico de 15 años de que él le había pegado en la cabeza a José Jonathan Soria la pedrada que le causó la muerte, cuatro vecinos, también adolescentes, reconocieron ante la Policía las prendas de vestir que tenían puestas el autor de la agresión y su hermano de 13 años cuando ocurrió el hecho.

“Esos testigos también son menores, así que hicimos el reconocimiento de las prendas en presencia de sus padres, y las identificaron en su totalidad”, explicó el jefe de la división Homicidios, comisario inspector Walter Contreras.

Detalló que la importancia de esa prueba es que demuestra que son veraces los testimonios que habían dado esos menores, vecinos del autor de la agresión en el barrio Néstor Kirchner, en el extremo sur de la capital.

José Soria, de 16 años, vivía en la casa 5 de la manzana 115 del barrio 500 Viviendas, ruta provincial 3 de por medio, unas ocho cuadras al oeste de la plaza donde recibió la pedrada mortal.

El martes pasado, a eso de las tres de la tarde, se fue a jugar al fútbol al barrio vecino, al este de la ruta 3. “Yo le dije que no fuera para allá, no me gusta esa zona, pero me dijo que iba a jugar al fútbol, que no pasaba nada, y se fue solo. Me pidió plata para comprar una gaseosa y galletitas y le di cincuenta pesos”, le contó su padre, Omar Antonio Soria, a El Diario.

Según reconstruyó la Policía, primero a partir del relato de los otros chicos y luego con la confesión de uno de 15 años, apodado “el Poni”, después de jugar a la pelota, cuatro adolescentes se quedaron reunidos en el costado norte de la plaza, junto a un paredón. Uno era José Soria, otro, “el Poni”. Compartían las “jaladas” a una bolsa con pegamento que José tenía.

“El Poni”, que vive a cuarenta metros, habría empezado el conflicto con una provocación a José. “Vos, sin la bolsa, no valés nada”, le dijo. O algo parecido. José tiró la bolsa al suelo, tal vez como muestra de que se disponía a probar su valor. Pero el otro no lo peleó. Se apuró a agarrar la droga y corrió hacia su casa. El chico del 500 Viviendas fue tras él.

A metros de la casa de “el Poni” empezaron a pelear. Un hermano del que había robado la bolsa con pegamento escuchó el barullo, salió de la vivienda y se sumó a la pelea al lado de su hermano.

En medio de la refriega, y probablemente a unos metros de distancia de su contrincante, “el Poni” tomó una piedra del suelo y se la arrojó. El proyectil le dio a José en la cabeza, del lado izquierdo, cerca de la sien.

Eran las seis de la tarde cuando el adolescente llegó a su casa llorando de dolor.

A las ocho, su hermano Franco, de 20 años, lo llevó al Hospital del Sur. Le hicieron una radiografía y le inyectaron un calmante. Cuando ya se sentía mejor, el menor insistió en que quería irse a su casa.

El personal médico le indicó a su hermano que si tenía dolores o mareos lo trasladara al hospital central para internarlo, según contó el joven después.

De vuelta en su casa, el menor golpeado pasó a su habitación, pidió que le apagaran la luz y se acostó. El miércoles feriado, al mediodía, su papá fue a despertarlo y comprobó que estaba muerto.

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