Alarma en la Región el grave deterioro del servicio de agua

Alarma en la Región el grave deterioro del servicio de agua

Desde cortes en el suministro hasta derrames y falta de presión, se multiplican las quejas de los usuarios contra ABSA

Tras un verano en que miles de platenses debieron enfrentar jornadas de altas temperaturas sin agua en sus hogares, el otoño, con su menor nivel de demanda, no ha mejorado precisamente la situación. A lo largo de los últimos meses, las quejas por fallas en el servicio se han multiplicado a tal punto en nuestra Región que parecen configurar ya una situación de verdadera emergencia. Desde cortes en el suministro hasta pérdidas de agua, derrames cloacales y falta de presión, no hay barrio que no sufra algún problema y donde no se encuentren vecinos indignados por las demoras de Aguas Bonaerenses para atender sus reclamos.

Si bien se advierten zonas especialmente afectadas -como Tolosa, Villla Elvira y Los Hornos- el problema se da por estos días en toda la Ciudad. Es algo que se observa tanto a simple vista en una recorrida por los barrios -donde son numerosas las pérdidas de agua y desbordes cloacales sin resolver- como a través de las decenas de usuarios que llaman por día a este diario en busca de ayuda o simplemente para compartir su indignación.

“Hace varias días que no tenemos agua”, “apenas sale un hilito de las canillas”, “el servicio se corta todo el tiempo” o “no hay presión” se han vuelto quejas recurrentes.

 

“Hace varios días que no tenemos agua ni para lavar los platos”; “apenas sale un hilito de las canillas”; “el servicio se corta todo el tiempo”, “nunca llega a llenarse el tanque” o “no puedo usar el lavarropa por falta de presión”... se han vuelto quejas recurrentes que se escuchan junto a otras que refieren la presencia de pérdidas de agua en la calle; veredas con verdín por las filtraciones en los caños, desbordes cloacales en las cámaras de edificios y casas; y en ocasiones verdaderas lagunas de materia fecal.

En el concierto de reclamos resulta llamativo el hecho de que a menudo los problemas se remontan a mucho tiempo atrás. Es el caso, por ejemplo, del derrame cloacal que existe frente al Penal de Villa Elvira, que según los vecinos “lleva décadas sin resolverse”, el desborde de la cámara séptica de un edificio en 68 entre 16 y 17, que ya está a punto de cumplir dos años sin respuesta de ABSA o la pérdida de agua de la avenida 19 entre 55 y 56, que fue denunciada por los frentistas en enero de este año y desde entonces no ha dejado de empeorar.

No menos notable es que en la gran mayoría de los casos, esos problemas parecen dejar en evidencia una infraestructura obsoleta, caños que terminan colapsando porque llevan muchos años sin mantenimiento o existen desde el período fundacional, o bien arreglos provisorios que terminaron siendo definitivos; en suma, una falta de inversión a la medida del crecimiento que ha experimentado nuestra ciudad.

Más allá de los riesgos e inconvenientes que las pérdidas de agua -a veces verdaderos manantiales- les generan a quienes no tienen más remedio que convivir con ellas, a muchos vecinos les resulta inadmisible el derroche en sí. En este sentido no son pocos los que señalan la contradicción de una empresa que por un lado pide a sus usuarios hacer un uso racional del agua y, por el otro, permite que miles de litros se pierdan sin reaccionar.

Lo cierto es que muchas de esas pérdidas de agua están relacionadas en forma directa con otro de los principales motivos de quejas contra el servicio de agua: la falta de presión. Los mismos vecinos que comienzan denunciando la presencia de alguna filtración en la calle terminan a los pocos días quejándose también porque el caudal en sus canillas es cada vez menor, con todos los trastornos en la vida cotidiana que esto puede ocasionar.

Y es que, como relatan muchos de los usuarios afectados al contactarse con el diario, la falta de suficiente presión en la red no sólo los obliga a bañarse o lavar los platos a horas insólitas -por lo general de madrugada, cuando a menor demanda mejora levemente el caudal- sino que les impide utilizar los lavarropas automáticos o, si viven en pisos altos, disponer siquiera del baño.

A las quejas por los innumerables problemas cotidianos que generan las deficiencias en el servicio se le suma a menudo el enojo de los vecinos por la escasa respuesta que encuentra al reclamar. Muchos de ellos aseguran que el servicio de atención al cliente de ABSA les toma los reclamos, pero que éstos no encuentran luego continuidad: que las cuadrillas de reparación tardan semanas en acudir a resolver el problema o nunca lo hacen, y que cuando vuelven a comunicarse con la empresa para quejarse, los empleados les dan un nuevo número de reclamo como si fuera la primera vez.

A tal punto llega en ocasiones el hartazgo de muchos usuarios de Aguas Bonaerense por la falta de respuesta de la empresa a sus reclamos que algunos confiesan haber elevado quejas al ente regular o hasta haber puestos abogados con la esperanza de alcanzar finalmente una respuesta.

RIESGO SANITARIO

Con todo no se trata sólo de molestias y trastornos en la vida cotidiana: cada vez parecen ser más numerosos los desbordes cloacales que permanecen sin resolver, condenando a miles de vecinos a vivir con las ventanas de sus casas cerradas para evitar olores nauseabundos y a estar en contacto permanente con un foco de infección.

“Cada vez que entro el auto ensucio todo el garage con los líquidos fecales que hay en la calle y que yo misma tengo que limpiar después” y “no dejo que los chicos jueguen en la vereda por temor a que se caigan en uno de esos charcos asquerosos: es horrible pero así nos hemos acostumbrado a vivir”, cuenta Alejandra Manci, una vecina de Villa Elvira que convive desde hace años con un derrame de efluentes cloacales del Penal.

Pero tan preocupante como los desbordes cloacales en zonas urbanas es la detección de valores de nitratos en el agua que atentan contra la salud, como se vio esta semana en un comedor infantil de Villa Elisa que venia teniendo casos frecuentes de gastroenterocolitis.

De confirmarse los resultados del análisis del agua del Centro Comunitario La Cabaña, donde funciona ese comedor, el servicio que brinda ABSA dejaría de ser sólo deficiente para convertirse también en una amenaza para la salud de la población. Y es que una concentración de nitratos por encima de los 50 miligramos por litro no sólo enferma sino que puede resultar fatal para un bebé.

 

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