Vidal: egoísmo y amnesia selectiva

Vidal: egoísmo y amnesia selectiva

Los bonaerenses ya no son prioridad y ahora sus fichas las juega en CABA, donde secundó a quien hoy no quiere seguir. El horizonte de la exgobernadora está en las elecciones nacionales de 2023 y una caída en las legislativas truncaría su camino. Sus ambiciones personales ya no contemplan ni a los habitantes de la Provincia ni a sus compañeros del PRO.

Si hay una red social que marca el paso de la política en la Provincia y la Nación, esa es Twitter. Allí los representantes de las diferentes corrientes dejan ver sus virtudes y muchas veces denuncian las miserias ajenas. Por la red del pajarito azul se desatan verdaderas batallas dialécticas que tienen su continuidad en los medios de comunicación y en algunas ocasiones tienen destino judicial.

Por eso, lo que allí suceda no puede pasar desapercibido para quienes siguen los hilos de los políticos de mayor exposición, y los cambios en las mismas tienen un significado que bien puede tener un análisis no solo con lo sucedido en el pasado y lo que pasa en el presente, sino con lo que se puede esperar en el futuro con el titular de la cuenta.

El ejemplo más reciente de un cambio “radical” en esta red es la exgobernadora María Eugenia Vidal, quien parece haber olvidado un motivo de orgullo en su descripción de perfil, que bien puede dejar entrever sus verdaderas intenciones de cara a lo que se viene.

La exmandataria provincial terminó de confirmar con su acción lo que desde este multimedio se anticipó en la edición del sábado 26, cuando decidió quitar de su descripción de perfil la frase “orgullosamente bonaerense” para pasar a ser solo la “mamá orgullosa de Camila, María José y Pedrito”.

Pero la amnesia selectiva de la exgobernadora no se limita a su cuenta de Twitter, sino a sus dichos en el último discurso de apertura de sesiones ordinarias en la ­Legislatura bonaerense, cuando afirmó que su interés por la provincia de Buenos Aires, estaba por encima de sus ambiciones ­personales, algo que no se condice con la realidad.

Vidal comenzó su alocución frente a los legisladores y funcionarios presentes asegurando que formaba parte de “un gobierno que se hace cargo, que da la cara, que no echa la culpa a los otros, que no defiende privilegios y que pone como prioridad a los bonaerenses”.

Ninguna de esas afirmaciones se sostuvo tras su salida, cuando las investigaciones dejaron a la vista la construcción de la “mesa judicial” macrista y la persecución a los empresarios y sindicalistas que no apoyaban el Gobierno nacional o provincial.

Pero las dicotomías entre lo que afirmó hace apenas dos años y lo que con sus ­acciones confirma ahora se pueden volver a ver en la parte del discurso en la que dijo: “Yo defiendo a esta Provincia sin construir una carrera política. Eso me trajo dificultades, pero mi compromiso se sostiene. No estoy acá para usar a la Provincia como un trampolín”.

Nuevamente el archivo se da de bruces con la realidad, ya que la desvalorización del bonaerense como ciudadano, dejando de considerarlo como “prioridad” tras su de­rrota en las urnas, y la idea de no usar a la Provincia como trampolín ponen en duda todo lo afirmado con tanta vehemencia cuando era ella quien se sentaba sobre el sillón de Dardo Rocha.

Lo cierto es que no ser orgullosamente bonaerense, hacer oídos sordos a los pedidos de sus copartidarios para formar parte de las listas provinciales para las legislativas del territorio en donde cayó derrotada con el apoyo de 3.852.624 habitantes (38,28% del electorado) muestran que la exgobernadora sí prioriza su carrera política personal por sobre los intereses de los provincianos que alguna vez gobernó y que el motivo por el que lo hace es puntualmente porque no puede usar esta elección como trampolín.

Desde el círculo íntimo de Vidal saben que su imagen no soportaría una nueva caída en las urnas, y quizás este sea el motivo para situarse del otro lado de la General Paz, en donde los pronósticos para la coalición de Juntos por el Cambio son más favorables, para alinear su imagen con la de quien hoy perfila su carrera para encabezar las listas de candidatos a presidente en 2023, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta.

Con las cartas sobre la mesa, se puede apreciar que la intención de juego de la exmandataria no es la de buscar afirmar el armado de su fuerza política en el territorio que la tuvo al frente durante cuatro años, sino más bien ver si puede perpetuar su carrera con pretensiones ejecutivas nacionales para 2023, y quizás aún más altas en 2027.

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